Ese martes 14 de febrero de 1948 se presentaba desapacible con vientos y bajas temperaturas. En el aeródromo de la estación Río Gallegos un avión correspondiente a la Aviación Naval emprende vuelo hacia la ciudad de Buenos Aires.
En su itinerario tenían previsto escalas en las ciudades de Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn. Sin embargo nunca llegaron a destino y luego de haber perdido contacto con las estaciones de comunicación se inició desde Río Gallegos una febril búsqueda del aparato.
Justamente el gobernador peronista de entonces, coronel Rafael Lascalea fue informado de la situación, en momentos en que se encontraba reunido con el intendente de la capital santacruceña, el odontólogo Angel Carnota.
“Parece compañero intendente que tendremos nuevo Juez de Paz y Director de Registro Civil en la ciudad. Al menos es lo que se informa desde Buenos Aires. Parece que viene un tal Nicasio Azis”, se apresura en anunciar el mandatario
Carnota lo observa con atención porque sabe que muchos de los trámites que deben realizarse requieren de una buena relación con el Juzgado de Paz. El es un odontólogo que está radicado en la capital de Santa Cruz desde hace tiempo, luego de haber llegado desde Puerto Deseado.
“Así que usted fue jugador de Racing Club el club de los amores del compañero presidente», pregunta interesado Lascalea, un peronista de Perón, como se decía antes. Efectivamente responde Carnota, nacido en la serrana ciudad de Tandil, en el centro de la provincia de Buenos Aires.
“Así es, llegué hasta la tercera división en mis épocas de estudiante, hasta que me hicieron optar entre la odontología y el futbol. De todas maneras acá en el Hispano Americano también despunté el vicio por la redonda”, añade el intendente.
El ingreso del secretario de la gobernación anunciando la llegada urgente del jefe de la Policía interrumpe la charla. “Afuera está el jefe de Policía, dice que con noticias preocupantes”, anticipa el funcionario. “Que pase nomás”, ordena el coronel Lascalea.
“Señor gobernador vengo a comunicarle que se ha perdido todo contacto con el aparato de la Aviación Naval, en vuelo hacia el norte”, dice con la voz casi entrecortada Homero Burel, por entonces jefe de la Policía del Territorio Nacional de Santa Cruz.
El coronel Lascalea se incorpora de inmediato, pidiendo precisiones. “Quiénes viajaban a bordo del avión y cuando se perdió contacto..?» Quien comanda la aeronave es el teniente de navío José Jubany y ahora pido la lista completa, responde el jefe policial.
El gobernador queda perplejo y sólo atina a comentar “no puede ser, el ´mallorquí´ es uno de los mejores pilotos de la Armada, sólo un inconveniente grave lo pudo hacer zozobrar”
“Señor, ocurre que de acuerdo a lo que nos informó la torre de Comodoro Rivadavia ellos informaron que estaban soportando vientos de 200 kilometros por hora, algo que me parece un poco exagerado, más allá de que hay muchisimo hoy”, dice el jefe Burel.
La tripulación estaba compuesta, además de Jubany, por el Alférez de la Prefectura General Marítima, Jorge Rubén Balestra, como copiloto; el Cabo Principal Radiotelegrafista Ángel Osvaldo Cruz; el Cabo Segundo Aeronáutico Antonio Micaelan; y el Cabo Segundo Pronosticador Ramón González.
“Roguemos por que no haya sucedido nada grave, porque es buena gente y sobre todo el amigo Jubany. Usted sabe que ese muchacho es inmigrante” acota el coronel Lascalea. Nació el 8 de septiembre de 1919 en Palmas de Mallorca, Islas Baleares, España. Hijo de don Julián, quien trabajaba en una casa de cueros llamada Balaguer, en Barcelona, y doña Hermenegilda Gómez.
En 1928 el matrimonio visitó con sus cinco hijos españoles, de vacaciones, la República Argentina por tener familia en este país y, por razones de fuerza mayor, se hicieron cargo de unas tierras en la provincia de Corrientes. Es así como José Isidro y sus hermanos –Josefina, Miguel Ángel, Julián y Ema– se radicaron y crecieron en Paso de los Libres.
A los 16 años José Jubany solicitó su ingreso a la Escuela Naval Militar. Fue el 20 de marzo de 1937 cuando se incorporó como Cadete del Cuerpo General de la Promoción 68, egresando como Guardiamarina el 17 de diciembre de 1941.
Dos años después obtuvo el diploma de Aviador Militar y el certificado de Instructor de Vuelo Instrumental, expedidos por Estados Unidos de Norteamérica. En 1944 se lo reconoció como Aviador Naval y fue designado Instructor de Vuelo y Profesor de Vuelo Instrumental para los cursos de Piloto Aviador Naval y Conscriptos. Más tarde fue nombrado profesor de LINK, Instrumental y Radionavegación.
En 1948, luego de oficiar como perito en el sumario instruido con motivo del accidente sufrido por una aeronave de la Línea Sociedad Mixta del Litoral Fluvial Argentino, fue designado Jefe de la Estación Aeronaval de Ushuaia. Tenía 29 años.
La aeronave designada para esa actividad fue un Grumman JRF-6B “Goose” con matrícula de la Prefectura General Marítima. Este aparato de 13 mtrs. de envergadura estaba propulsado por dos motores de 450 HP cada uno que le otorgaban una autonomía de 4 horas y una velocidad máxima de 295 km/h.
Los pilotos que intervinieron en la Campaña Antártica 1954/55 con hidroaviones Grumman «Goose», propusieron que el refugio antártico de caleta Potter llevara el nombre del aviador José Isidro Jubany. Sin embargo, la estación fue renombrada en marzo de 2012 fue renombrada en homenaje al Dr. Alejandro Ricardo Carlini, reconocido científico del Instituto Antartico Argentino, profundamente apreciado por sus pares.
El Capitán de Navío Aviador Naval (RE) Edmundo Acuña relató que “en 1954 participé de una larga campaña Antártica que duró desde noviembre hasta abril del año siguiente. Yo, siendo Teniente de Fragata, deseaba ir a la Antártida. Los aviadores en esa época realizaban fotografías aéreas para completar los datos faltantes que los comandantes de buques necesitaban para navegar de manera segura por ese continente. Solicité ser incorporado a la escuadrilla que iba a hacer esa tarea y me designaron. Operábamos desde los buques o desde lugares como Decepción, donde los aviones eran puestos en tierra y lavados a efectos de quitarles la sal, altamente corrosiva para las estructuras. En esa oportunidad, dos Grumman ‘Goose’ operaron de caleta Potter. Mi Comandante era el Capitán de Corbeta Martiniano Leguizamón Pondal, compañero de promoción del extinto Teniente Jubany. Nosotros por entonces alojábamos en un refugio cerca del cerro Tres Hermanos, una casilla prefabricada de color negro. En ella pernoctábamos las dos tripulaciones de los ‘Goose’ en condiciones bastante precarias. El Batallón de Construcciones de la Armada, en 20 días construyó una casa con mayor confort donde alojamos hasta el final de la campaña. Un buen día, nos encontramos que el Capitán Leguizamón Pondal estaba pintando por primera vez el nombre ‘Jubany’ y nos contó que quiso homenajear a su compañero de promoción, desaparecido al realizar un acuatizaje forzoso en el río Santa Cruz. Así se rebautiza al refugio llamado Potter con el nombre de este aviador».
La madre del Teniente Jubany expresó en una nota de agradecimiento al por entonces Comandante de la Aviación Naval, Capitán de Navío Jorge A. Bassi, fechada en Paso de los Libres, Corrientes, en diciembre de 1961: “El testimonio que distinguió la Armada Argentina, la memoria de mi hijo, al dar su nombre al refugio existente en la Antártida, compromete mi gratitud hacia la Institución a la que real y decididamente consagró su vida”.
La pérdida del avión se produjo el 14 de septiembre y los días posteriores fueron de intensa y desesperada búsqueda, pero las expectativas de encontrar con vida a la tripulación de la aeronave se desvanecían. Policia del Territorio, voluntarios, peones rurales y hasta ciudadanos movilizados por el intendente de Puerto Santa Cruz, Adriano Ariani, participaron en la misma.
Hasta que finalmente el hallazgo se concreto en inmediaciones del río Santa Cruz en la desembocadura al Mar Argentino. Por el estado y lugar en que se encontró al avión se dedujo que, por algún motivo desconocido, acuatizaron en proximidades de la desembocadura del río Santa Cruz y debieron abandonarlo.
Las conjeturas que surgieron luego de hallar el bote a medio inflar y los cuerpos del Alférez Balestra y del Cabo Principal Cruz, asidos a sus chalecos salvavidas, sin signos de golpes, asfixia o heridas, es que tuvieron grandes dificultades para poder realizar las maniobras de evacuación en forma segura y fallecieron por hipotermia.