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Ahí va al tranco, cruzando la Patagonia, una mujer norteamericana

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
Sola, con su perra y sus dos caballos, hizo casi dos mil kilómetros en tres meses de travesía.

Es la segunda en la historia que recorre nuestro sur a caballo. Antes fue la querida Charlotte Fairchild que unió Río Gallegos con Buenos Aires. Hablamos con ella desde Minnesota.

Hace cinco años partió con sus caballos Bandido y Sundance y su perra Darcie desde Bariloche hasta El Chaltén, y recorrió los casi dos mil kilómetros en tres meses. Pero los viajes se hacen una vez y luego se vuelven a hacer tantas veces uno quiera a través de los recuerdos. Anna Plummer siente palpitar tanto la Patagonia y ese viaje, que tiene a nuestra región como “la Alaska del Sur” y seguramente también similar a su Grand Marais (Minnesota), adonde reside o a los bosques de Oregon o a los desiertos de Texas, donde creció.

Hablamos con ella desde allí sobre finales de octubre de 2021, porque una cosa es saber o escribir sobre este sueño cumplido y otra es escuchar ese castellano casi perfecto que transmite puro amor por la Patagonia y una pasión por los animales y la naturaleza.

Anna vivió en Bariloche, se entusiasmó en la estancia de su amiga Carol Jones y se propuso el desafío de conocer “la Patagonia campera, su gente, sus costumbres y esa sensación de no saber con qué amanecer o atardecer me iba a recibir este lugar”.

“Todos los días de mi vida tengo un recuerdo de aquel viaje. Arrancaba a las 3 de la mañana y tenía un horizonte distinto cada día, con un lugar nuevo y con mis animales” comenta, al tiempo que valora a cinco años de la travesía “cómo manejamos el día sin saber con qué nos vamos a encontrar, qué sorpresa tendrá la Patagonia en el camino”.

Esa sensación de sorpresa que aguarda en cada jornada de un viaje al tranco a caballo, alejada de las rutas y las grandes poblaciones, incluye las condiciones climáticas, “la buena gente que vamos a encontrar y muchas más cosas” por lo que podía recorrer en una jornada “tres o treinta kilómetros, no lo podés saber porque es el camino el que te lleva a un lugar, a una emoción, a una experiencia que “es muy difícil de explicar”.

“El contacto con la gente fue mucho mejor de lo que esperaba”, indicó Plummer. “Desde comida, agua y pasto para mis caballos, un lugar para dormir”, fue el momento “más importante y más lindo de todo el viaje”.

Para la histórica cabalgata patagónica, la joven norteamericana eligió dos caballos criollos (tal como hiciera en 1925 el profesor suizo Aimé Tschiffely, que unió Buenos Aires con Nueva York, en los legendarios “Gato” y “Mancha”), además de su fiel compañera Darcie que “traje desde Alaska porque ella nació allí”.

La charla desde Minnesota

Una mención especial para Darcie

Es cierto que el viaje lo hicieron entre cuatro, que tanto Bandido como Sundance tuvieron sus roles y momentos especiales en los casi tres meses de cabalgata, que Anna lo puede contar y escribir y que Darcie disfrutó y también sufrió, en especial por las heridas con espinas en la meseta patagónica.

Pero es muy emocionante lo que escribió Anna sobre Darcie, en un sitio norteamericano de alimento para perros:

“Es tu compañera´ siempre me dicen los gauchos señalando a mi perra, Darcie. Ella (mi compañera) y yo acabamos de recorrer a caballo más de 950 millas de las montañas de la Cordillera de la Patagonia. Salimos hace 10 semanas de Bariloche, Argentina, cruzando de campo en campo (rancho).

Darcie siempre atenta en el viaje, aquí en un campamento en medio de la meseta patagónica.

Acercándose al extremo sur del mundo, las montañas se hacen más grandes, como dientes irregulares. A veces nos rodean, dándome la terrible sensación de ser tragado por algún monstruo voraz. Es más seco aquí, con interminables millas de estepa que conducen a las cimas de las mesas volcánicas. Nos vemos obligados a cruzar áreas donde los vientos de 70 mph se conocen localmente como brisa ligera. Pasan muchos días sin ver a otro ser humano. En cambio, nos encontramos con caballos salvajes, guanacos, ñandúes e incluso flamencos.

Trato de mantenerme fuerte por los animales que me sorprenden cada día con su voluntad de seguir adelante. El viaje ha sido tan increíble como duro. Cada día, Darcie es la primera en levantarse por la mañana, y casi 1,000 millas más tarde todavía tiene ese brillo en los ojos y un movimiento en la cola, lista para seguir adelante.

Después de dos meses y medio de viaje, ahora puedo decir sin lugar a dudas por qué llaman a los perros el mejor amigo del hombre. Ahora sé que no habría podido llegar a este punto sin Darcie. Yo la llamo la “mamá” del viaje. Darcie siempre está a mi lado y, cuando no lo está, vigila de cerca a los caballos y nuestro campamento para asegurarse de que no nos pase nada malo.

Por la noche, ella es mis pies más cálidos y durante el día, mi inspiración. Ella encarna una positividad desinteresada y una fuerte voluntad de seguir adelante, respirando el paisaje en constante cambio, explorando los senderos de los animales, disfrutando de nuevos olores frescos y, lo que es más importante, estando completamente presente en el momento. Ella me recuerda cada día el tipo de persona que aspiro a ser y qué rasgos vivir.

Ella allana el camino asegurándose de que los senderos estén libres de conejitos. Ha hecho al menos el doble de distancia que los caballos y yo, guiándonos por el camino, asegurándose de que nadie se quede atrás, pero nunca lo sabrías por la energía y el brillo en sus ojos. Ella vive para esto.

Tuve pesadillas constantes antes de partir en este viaje de lo que podría pasarle a Darcie en el camino. Soñaba con todo, desde perros salvajes hasta el tráfico de la carretera, pumas salvajes, perderse, caerse de un acantilado de montaña, ser pateado por un caballo, insolación y cualquier otra cosa que pudiera salir mal.

Sin embargo, como siempre nos enseñan las aventuras, son las cosas que menos esperas las que podrían arruinar un viaje. Para Darcie, eran estos terribles pastos los que se alojaban entre los dedos de sus pies. Si no los limpiaba al menos varias veces al día, nunca podría encontrarlos incrustados en su pelaje. Entran en la piel y siguen penetrando hasta que están bien infectados.

Si bien me alegro de que ninguna de mis pesadillas se haya hecho realidad, es más que frustrante ver sufrir a tu mejor amigo peludo en el camino. Mantengo el botiquín de Darcie conmigo en el camino y uso las pinzas para desenterrar las hierbas que se han atascado en los dedos de sus pies. Con una mezcla de yodo, limpio los pinchazos todos los días. Ahora que tenemos un buen manejo de las cosas, ella se recuperó y está a todo vapor.

Nos quedan otras 180 millas hasta nuestro punto de destino en El Chaltén. Saber que Darcie será la primera del equipo en ver la cumbre del Cerro Fitz Roy sobre el horizonte hace que mi corazón cante. Su fiel olfato nos ha llevado casi 1,000 millas al sur sobre el terreno más difícil de la Patagonia.

Es un viaje que nos ha unido de una manera que incluso los seres humanos no pueden experimentar entre sí. Haber compartido este emprendimiento con ella ha sido un regalo que recordaré por el resto de mi vida. Y aunque es posible que no podamos recordar con palabras nuestras experiencias en el camino o la belleza que vimos, podré mirarla a los ojos y saber que ella también está ansiosa por nuestra próxima gran aventura.

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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