En la historia científica de la Antártida, nunca se registró un deshielo como el de este año y es una situación que volvió a sembrar el alerta en el mundo. El hielo marino del continente blanco es el más pequeño registrado en los últimos 44 años, en que comenzaron las mediciones científicas por parte del estadounidense Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC).
El principal observatorio de Estados Unidos señaló que al finalizar el invierno en la Antártida, el derretimiento del hielo marino alcanzó poco más de un millón de kilómetros cuadrados, siendo el más alto en la historia de los registros. El proceso analizado indica que el deshielo mayor se produce durante el verano en el hemisferio sur y luego se reconstruye durante el invierno, algo que no alcanzó a suceder como en 44 años, según se indicó.
La superficie de pérdida de hielo equivale a dos veces el país de Francia, graficó el organismo.
En febrero, durante el verano austral, el hielo marino antártico alcanzó su punto mínimo registrado de 1,79 millones de km², un récord de derretimiento, según el NSIDC. En el Ártico, donde el verano llega a su fin, el hielo marino también registró su extensión más baja del año con 4,23 millones de km², el sexto registro más bajo en 45 años de datos, y su formación invernal fue inusualmente lenta.
Desde agosto de 2016, la extensión del hielo marino antártico ha experimentado un fuerte descenso, atribuido al calentamiento de la capa superior del océano, según el observatorio estadounidense. Esta disminución del hielo marino es motivo de preocupación a nivel mundial, ya que el hielo blanco refleja los rayos del sol más que el océano oscuro, y su pérdida contribuye al calentamiento global.
Además, la pérdida de hielo marino aumenta la exposición de las costas de la Antártida a las olas, lo que podría desestabilizar los cascos polares formados por agua dulce y provocar un catastrófico aumento del nivel del mar, concluye el observatorio norteamericano.