Los astrónomos han expresado una creciente preocupación en relación con la creciente cantidad de satélites que orbitan nuestro planeta. Hace más de tres años, cientos de ellos se manifestaron en una reunión, advirtiendo que el proyecto de constelación de satélites en órbita baja de la Tierra (LEO), liderada por SpaceX y Elon Musk, tendría un impacto negativo en sus investigaciones al reducir la calidad de las observaciones astronómicas.
Esta preocupación llevó a SpaceX a tomar medidas para reducir el brillo de sus satélites, en un intento por reducir las quejas de la comunidad científica.
Sin embargo, las inquietudes de los astrónomos no se han detenido ahí. Hace poco más de un año, la compañía AST SpaceMobile lanzó Bluewalker 3, un satélite masivo con 1.500 kilogramos de peso y un despliegue de 64 metros cuadrados. En ese momento, los astrónomos predijeron que este satélite podría convertirse en un objeto fácilmente visible debido a su brillo. Desafortunadamente, sus predicciones se han cumplido con creces.
Con Bluewalker 3 ahora en órbita y operativo, los investigadores han recopilado suficiente información para calcular su impacto en las observaciones astronómicas. Un estudio reciente, publicado en la revista Nature, ha arrojado conclusiones preocupantes. Resulta que este satélite se encuentra entre los objetos más brillantes en el cielo nocturno, aproximándose en brillo a la octava estrella más visible desde la Tierra. Bluewalker 3 se ubica solo detrás de la Luna, Júpiter, Venus y siete estrellas más en términos de brillo, lo que lo convierte en un nuevo obstáculo significativo para las observaciones astronómicas.
Pero aquí es donde la preocupación se profundiza aún más. AST SpaceMobile tiene planes de lanzar casi un centenar de estos dispositivos en órbita, y algunos de ellos podrían ser el doble de grandes que el Bluewalker 3 actual. La presencia de satélites en órbita continúa y podría transformar radicalmente el aspecto del cielo nocturno. Las consecuencias son amplias, ya que los rastros luminosos dejados por estos satélites pueden arruinar las observaciones de telescopios y dificultar la visualización de objetos celestes como nebulosas.
Es importante destacar que, en la actualidad, hay 18 constelaciones de satélites en desarrollo, incluyendo Starlink, Amazon Kuiper y OneWeb. Además, algunos expertos estiman que en esta década podríamos llegar a tener hasta 100.000 satélites en órbita.
La preocupación de los astrónomos ha llevado a sugerencias de abordar el problema de manera integral. Por un lado, los fabricantes de satélites deben esforzarse por reducir el reflejo y el brillo de estos dispositivos. Por otro lado, los astrónomos deben buscar formas de mejorar sus métodos de observación para lidiar con el «ruido» causado por los satélites en órbita.
La creciente población de satélites y su impacto en las observaciones astronómicas plantea desafíos significativos para la comunidad científica.