Dos investigadoras del organismo científico nacional abordaron las figuras de ambos próceres, a partir de sus propias investigaciones.
El 20 de junio de 1820 muere Manuel Belgrano, creador de la bandera argentina, pero la incorporación de esta fecha como efeméride nacional se dará más de un siglo después, en 1938. Para ese entonces, hacía mucho tiempo que la figura de Belgrano estaba consagrada en el panteón de héroes de la patria. De acuerdo con la investigadora del CONICET Marcela Ternavasio, fue Bartolomé Mitre, en su libro La Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, el responsable de cristalizar la narrativa fundacional y el mito de los orígenes de la Revolución Argentina, colocando en el centro de ese mito a Manuel Belgrano y otorgándole un lugar primordial a la bandera.
Ternavasio investiga sobre política, historia y cultura en Iberoamérica en el siglo XIX, en el Instituto de Estudios Críticos en Humanidades (IECH, CONICET–UNR). Al referirse a los acontecimientos que forjaron la conmemoración de lo que hoy se conoce como “Día de la Bandera”, explica: “Las operaciones memoriales, en realidad, empezaron muchísimo antes, y en ese antes podríamos marcar justamente cómo pasó desapercibida la noticia de la muerte de Belgrano, el 20 de junio de 1820, porque Buenos Aires vivía en ese momento una crisis sin precedentes”. La crisis a la que hace referencia la historiadora está vinculada a la caída del poder central a comienzos de ese año, que dio lugar al período conocido como la “anarquía del año 20”. “Lo cierto -ahonda la investigadora- es que en el marco de esa crisis, la muerte Belgrano pasa desapercibida para la prensa que se ocupaba de registrar más bien las luchas intestinas. Tan es así -continúa- que al funeral organizado por su hermano -Domingo Belgrano- asistieron muy pocos parientes y amigos. La prensa de esos días después sacó a relucir que había muerto Belgrano y que nadie había rendido homenaje al héroe”.
El homenaje llegó recién al año siguiente. En julio de 1821, cuando, ya se encontraba pacificada la provincia de Buenos Aires, se organizan los homenajes fúnebres, con un ostentoso ceremonial, con la participación de batallones militares, con misa en la Catedral, y una numerosa concurrencia. “Se podría decir, que es en ese tardío funeral donde comienza a construirse muy gradualmente la memoria del prócer como el creador de la bandera. El mito de Belgrano como creador de la bandera surge más tarde, y se instala décadas después la idea de Rosario como cuna de la bandera”, afirma la investigadora
¿Quién fue Manuel Belgrano?
“Hay que decir que Belgrano fue uno de los hijos de la familia prácticamente más rica de Buenos Aires”, explica la investigadora, y añade: “Su padre, Domingo Belgrano Peri, era un comerciante de origen genovés, dedicado al alto comercio a escala de imperio. Es esta posición económica la que le permite al padre de Belgrano enviarlo a estudiar leyes a España”. De acuerdo con Ternavasio, por los costos que significaba, no era común que los criollos asistieran a Europa a estudiar. Por lo general tenían universidades más cercanas como la de Córdoba, la de Chile o la de Charcas, en la actual Bolivia. “De manera que Belgrano pasa varios años estudiando en Salamanca, obtiene su título en Valladolid y se va a empapar de esa experiencia europea en lo que podríamos llamar ‘el momento de la sensibilidad ilustrada’”, relata. Esta sensibilidad ilustrada estaba vinculada al surgimiento de espacios de sociabilidad en los que se discutían las nuevas ideas de la economía política y cómo tenía que reformarse la monarquía española.
De acuerdo con el relato de la investigadora, en ese contexto Belgrano regresa con su título bajo el brazo y también con un alto cargo que -gracias a las redes de su padre- gestiona estando en Europa, que es el de secretario del recién instalado Consulado de Comercio en Buenos Aires, creado a partir de la conformación del Virreinato del Río de la Plata con capital en Buenos Aires.
“Desde ese espacio en el consulado, la ilusión de Belgrano de poder reformar la monarquía en clave ilustrada comienza a enfrentarse con una realidad que estaba lejos de eso. En la primera década del siglo XIX surge la primera prensa periódica porteña donde Belgrano participa junto al grupo ilustrado. Allí exponen sus ideas de economía política, sus ideas ilustradas, sus ideas de cómo estaban pensando el presente y el futuro de la corona y del imperio, sin que esto significara de ninguna manera colocarse en una postura revolucionaria frente al orden imperante”, señala Ternavasio.
La investigadora explica que hasta ese momento no existía un destino manifiesto de convertirse a los 40 años de edad -en 1810-, en integrante del grupo revolucionario y en integrante, por tanto, de la Primera Junta de Gobierno, creada el 25 de mayo de 1810. “Quiero decir-especifica- el punto de inflexión que tienen en la vida de Belgrano, como en la de todos sus compañeros de ruta, los hechos de revolucionarios es fundamental para entender el rol que pasó ocupar a partir de allí”.
Esa Primera Junta no lo colocará a Belgrano en el lugar del político de la nueva gestión revolucionaria, sino que lo desplazará hacia un nuevo rol de comandar ejércitos. Al respecto, Ternavasio, explica: “Un rol para el cual no se había ni instruido, ni formado nunca. Él acepta esta responsabilidad y por lo tanto va a dirigir los ejércitos que envían a Paraguay, luego hacia el norte, al Alto Perú y, prácticamente, la década que continúa al evento revolucionario -esa década de vida que tiene Belgrano, habiendo muerto a los 50 años- lo deja en un espacio y en un rol que tuvo que aprender sobre la marcha, con todos los errores estratégicos que pudo haber cometido y al mismo tiempo con una fuerte convicción de que era el lugar que tenía que ocupar porque era el lugar al cual lo habían designado”. Así es que durante esa década a excepción del momento en que es enviado como diplomático a Europa junto con Bernardino Rivadavia, en 1815, el resto del tiempo va a estar en campaña hasta que, en 1819, su salud comienza a deteriorarse de manera vertiginosa.
En el marco de ese recorrido por geografías diversas y desconocidas, ocurre el evento que se conmemora el 20 de junio, que es la creación de la bandera celeste y blanca a orillas del río Paraná, en el pequeño poblado de Rosario, el 27 de febrero de 1812. “En ese marco, él ordena izar y jurar esa bandera”, afirma Ternavasio, y ahonda: “Una bandera que por supuesto no imaginó que se convertiría décadas después en el emblema de una nación argentina tal como hoy la conocemos. En ese entonces, era un emblema patriótico para insuflar entusiasmo entre los soldados en torno a la causa revolucionaria y, además -fundamentalmente- para tener un distintivo de los diversos ejércitos que se enfrentaban en el campo de batalla. Es una estación en ese largo periplo de Belgrano que luego la memoria histórica convertirá en un” momento fundacional”, detalla la investigadora, y concluye: “Esta va a ser una operación memorial muy posterior que va a colocar a la bandera convertida en emblema nacional, a Belgrano como héroe del panteón de la patria, y a Rosario como cuna de la bandera”.
¿Quién fue Güemes?
Sara Mata es investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH, CONICET-UNSA) y se especializa en la historia de Salta desde fines de la etapa colonial hasta la primera mitad del siglo XIX. Sus investigaciones acerca del mundo rural salteño visibilizaron la tensión que existió en torno al acceso a la tierra, particularmente en el Valle de Lerma, hacia fines del período colonial. De allí su interés por el proceso de la guerra de Independencia en este territorio, que a partir de enero de 1814 se va insurreccionar ante las requisas del ejército realista que ocupaba las ciudades de Salta y de Jujuy.
Precisamente, el interés por esta movilización rural fue la problemática que impulsó a la historiadora a trabajar sobre el proceso revolucionario y a focalizarse en la figura del General Martín Miguel de Güemes (Salta, 1785- Salta ,1821), quien la lideró entre 1814 y 1821. En el marco de un nuevo aniversario de su muerte, la historiadora reflexiona sobre la vida y la obra de Güemes.
Primeros años
Hijo de un funcionario de la Corona, Güemes fue desde niño destinado a la carrera militar y a muy temprana edad ingresó como cadete al Regimiento Fijo destacado en Salta. Más tarde, en 1804, y con la finalidad de continuar su formación militar, se trasladó a Buenos Aires. En ocasión de las invasiones inglesas se sumó al Primer Escuadrón de Húsares voluntarios, organizado y comandado por otro militar importante de aquellos tiempos: Juan Martín de Pueyrredón. Los sucesos de mayo de 1810 lo sorprendieron en Salta, y de inmediato su sumó a la causa revolucionaria. Una vez incorporado al Ejército Auxiliar del Perú, se destacó en la batalla de Suipacha que posibilitó el ingreso del ejército a Potosí.
De acuerdo con Mata, ya en enero de 1814, cuando las ciudades de Salta y de Tucumán se encontraban ocupadas por los realistas, la población rural del Valle de Lerma comenzó a resistir las requisas de ganado por parte del Ejército Real del Perú, alentados por Manuel Dorrego y por los jefes de las milicias de Salta que acompañaban al Ejercito Auxiliar establecido en Tucumán.
En este contexto –relata la investigadora- el General San Martín, al mando del Ejército Auxiliar, solicitó a Buenos Aires un cuerpo de caballería que, a cargo de Güemes, llegó a Tucumán en febrero de ese año. De acuerdo con Mata, el “Padre de la Patria”, siguiendo los consejos de Dorrego, decidió desarrollar una guerra de recursos en Salta, mientras fortalecía el ejército en Tucumán, para lo que designó a Güemes como Jefe de la Vanguardia del Ejército Auxiliar del Perú, con la misión de organizar y alentar la movilización que ya tenía lugar en el valle de Lerma y en la frontera con el Chaco para resistir las partidas realistas. Esta misión logró su cometido y obligó a las fuerzas realistas a desocupar las ciudades de Salta y de Jujuy unos meses después.
Gobernador de Salta
En 1815 Güemes es nombrado gobernador de la provincia de Salta. En relación con este nombramiento, Mata revela que “luego de acompañar al ejército y sorprender a una partida realista en Puesto del Marqués, Güemes retornó a la ciudad de Salta, trayendo consigo 600 fusiles de la Maestranza de Jujuy”; y, con el apoyo de los grupos confederales y el de las milicias que había organizado, fue nombrado gobernador por el Cabildo de Salta el 7 de mayo de 1815.
“La oposición, primero hacia su persona y luego hacia su gobierno, involucró a sectores importantes de la élite salto-jujeña, quienes a comienzos de 1816 apoyaron a José Rondeau (jefe del Ejército Auxiliar del Perú, en reemplazo de San Martín) en su intento por destituirlo. Esa elite manifestaba la misma desconfianza y temor de los diputados de Buenos Aires y de Cuyo en el Congreso de Tucumán, quienes llegaron a considerarlo una amenaza similar a la José de Artigas en el litoral para los intereses de Buenos Aires”, agrega la historiadora.
La investigadora señala que la designación de Pueyrredón como Director Supremo y de Manuel Belgrano como jefe del Ejército Auxiliar, por parte del Congreso General reunido en Tucumán, reencauzó la relación de Güemes con el gobierno de Buenos Aires, lo cual le valió el alejamiento de los grupos confederales que lo habían apoyado anteriormente, pero no le permitió lograr superar la oposición de la elite a su gobierno. “Por el contrario, a medida que se agudizaba la falta de recursos y aumentaba el número de hombres movilizados (organizados en escuadrones gauchos) y de los cuerpos de línea que el Gobernador había creado e incrementado con parte de los oficiales y de las tropas del derrotado ejército de Rondeau, más crecía la resistencia a su gobierno”, indica Mata.
“Esta organización militar –subraya la investigadora- resultó clave para impedir el avance, en enero de 1817, de las fuerzas realistas hacia Tucumán, precisamente cuando San Martín iniciaba el cruce de los Andes para reconquistar a Santiago de Chile, que se hallaba en poder realista, y avanzar hacia Lima”.
Para Mata, la recuperación de Salta y de Jujuy unos meses después permitió acallar a la oposición, que veía en Güemes un agente perturbador del orden social por conceder a las milicias gauchas el goce del fuero militar que los sustraía de la jurisdicción de los Alcaldes y del Cabildo y por haber negociado el no pago de los arriendos a los propietarios de tierras, quienes vieron impotentes la instalación en sus tierras de hombres armados.
Circunstancias de su muerte
“La crisis política en Buenos Aires; la disolución del Ejercito Auxiliar del Perú, convocado por Buenos Aires para enfrentar a la Liga del Litoral, y las dificultades económicas que enfrentaba Güemes para obtener los recursos necesarios para organizar y sostener el ejército -que, por pedido de San Martín, debía marchar hacia el Alto Perú para cercar al Ejército Real del Perú- erosionaron su autoridad”, sostiene la especialista. En este sentido, pocos días de antes de su muerte, el 24 de mayo de 1821, el Cabildo de Salta intentó destituirlo por medio de un mensaje que informaba a los vecinos de Salta la deposición: “…del cruel Güemes, monstruo entre los tiranos [….] ya queda este por clamor general de todo el Pueblo, Tropas y Campaña, arrojado de la Magistratura que no merecía y borrado en el todo del Catálogo de Ciudadano e indigno de la mejor indulgencia”.
Mata detalla que el fracaso del Cabildo propició la conspiración que facilitó el ingreso de la partida realista a la ciudad de Salta la noche del 7 de junio, cuando lo sorprendieron e hirieron de muerte. “Diez días después fallecía en la quebrada de la Horqueta, en las proximidades de la ciudad, hasta dónde había sido trasladado por sus hombres más fieles”, señala.
Mata sostiene acerca de las circunstancias políticas de su muerte: “Al hartazgo de la elite salto-jujeña ante la alteración del orden social, los perjuicios económicos de la guerra, que además de requerir de recursos pasa su sostenimiento impedía el comercio con las provincias alto peruanas, es preciso considerar también, a partir de 1820, los intentos de pacificación de los territorios ultramarinos por parte de España, luego dela restitución de la constitución liberal en la península. La correspondencia de los jefes realistas alerta acerca del posible interés, por parte de la elite salto jujeña, por entablar conversaciones con los Comisionados enviados a América para alcanzar la deseada pacificación”, explica la investigadora para finalizar.
Serie documental de Martin Miguel de Güemes, producida por el Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH, CONICET-UNSA), cargo de investigadoras/as, y personal de la UNSa.
En el año 2021, en el marco del Proyecto de Unidad Ejecutora “Territorialidad y Poder. Conflictos, exclusión y resistencias en la construcción de la sociedad en Salta”, desde el ICSOH se realizó una serie documental de siete capítulos llamada Martín Miguel de Güemes entre la Historia y la Ficción. En espacios y edificios de gran importancia para la historia sociocultural de Salta, investigadoras e investigadores desarrollaron temáticas relacionadas con la vida y el legado de Güemes, a partir de sus trabajos de investigación.