La primera vez que se detectó la presencia de una mosca que ataca las frutas finas en la cordillera, fue hace nueve años. En principio se descubrieron los daños que produce y luego su presencia física, lo que generó una alerta inmediata para su control. En esa tarea se inscribió a profesionales del Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA) y del Conicet.
En los últimos días, nuevamente se multiplicaron los esfuerzos en la lucha contra esta mosca, que científicamente se la conoce como Drosophila suzukii y vulgarmente como “de alas manchadas”. El territorio afectado es el de producción de frutas finas de la Comarca Andina de Río Negro y Chubut, que incluye las localidades de Cholila, El Hoyo, Epuyén, Lago Puelo y El Bolsón, entre otros parajes. El objetivo del trabajo científico es mantener la producción de frutas finas de manera agroecológica y establecer nuevas redes de comercialización.
Gerardo De La Vega, profesional del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias Bariloche (IFAB) del INTA-Conicet, destacó que, además del monitoreo y control de la plaga, buscan colaborar con cooperativas de trabajo para fortalecer la cadena de producción y comercialización de frutas finas en la Patagonia.
La iniciativa, que busca no solo combatir la plaga sino también impulsar el desarrollo socio-productivo de las familias que apuestan por la producción de frutas finas sin insumos químicos, surgió después de la pandemia y los incendios ocurridos hace dos años en la Comarca. El proyecto pretende ayudar a las cooperativas a regresar a los canales de comercialización, especialmente a aquellas que optaron por retomar la producción agroecológica u orgánica.
La mosca de las alas manchadas, en su fase adulta, mide de dos a tres milímetros y presenta ojos rojos, tórax de color amarillo claro o parduzco, y abdomen con bandas negras. Las hembras atacan frutas finas como arándanos, cerezas, frambuesas, fresas y zarzamoras, buscando frutos sanos y maduros para depositar sus huevos, lo que facilita infecciones que deterioran las frutas.
Ante la plaga, una estrategia evaluada por técnicos y productores consiste en aumentar la frecuencia de cosecha para reducir la permanencia de la fruta en la planta y evitar la aplicación de insecticidas.
El proyecto incluye el co-diseño de soluciones tecnológicas, de procesos y organizativas. Se llevaron a cabo talleres de capacitación para los cosechadores de la cooperativa de trabajo agrícola “Ecoforestales” de Bariloche, con el objetivo de formar mano de obra calificada y aumentar la velocidad de cosecha en la cooperativa de El Hoyo “Pilmaiquen”.
En este esfuerzo colaborativo, la cooperativa metalúrgica “Coo.tra.met” de Bariloche desarrolló espalderas móviles para rotar las plantas, favoreciendo la polinización y protegiendo las frutas de la radiación solar.
Para cerrar el circuito, se unió la Cooperativa Mujeres de Oro en Acción Ltda. (M.O.A), una cooperativa de mujeres de Fernández Oro dedicada a hacer dulces envasados con fruta de calidad y libre de insecticidas.
Estas acciones forman parte de los Proyectos Especiales de Innovación Social (PEIS) del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (Mincyt), orientados a implementar soluciones tecnológicas que mejoren la calidad de vida y el desarrollo de las comunidades.
De La Vega concluyó destacando la sinergia entre cooperativas jóvenes y maduras, estableciendo un objetivo común que fortalecerá los procesos y circuitos de trabajo en la región, haciendo más estable y permanente este tipo de iniciativas.