Hace 29 años, el mes de enero también fue muy caluroso, seco y con incendios forestales en la Patagonia Argentina. Pero nunca un enero ni un fuego fue tan cruel: en 1994 se llevó la vida de 20 bomberitos y 5 bomberitas de entre 11 y 23 años, destrozando a familias de Puerto Madryn, Chubut.
Los incendios forestales en todo el mundo y especialmente en la Patagonia tienen una lengua mortal que está a merced del viento y puede envolver siniestramente a todo lo que esté a su paso. Esa lengua que estaba adelante de la dotación de los jóvenes, de pronto también estuvo a los costados y atrás, cerrándoles el paso y devorándolos.
Daniel Araya de 21 años, Mauricio Arcajo de 12, Andrea Borredá de 18, Ramiro Cabrera de 16, Marcelo Cuello de 23, Néstor Dancor de 15, Alicia Giudice (la primera mujer bombera de Madryn), de 22, Raúl Godoy de 23, Alexis González de 22, Carlos Hegui de 12, Lorena Jones de 15, Alejandra López de 15, Gabriel Luna de 21, José Luis Manchula de 23, Leandro Mangini de 18, Cristian Meriño de 21, Marcelo Miranda de 11, Juan Moccio de 15, Jesús Moya de 20, Juan Manuel Passerini de 16, Cristian Rochón de 19, Paola Romero de 17, Cristian Llambrún de 21, Cristian Zárate de 14 y Juan Carlos Zárate de 22, quedaron atrapados por las llamas y quedaron en la memoria trágica del sur argentino.
El impacto en Puerto Madryn y en toda la Patagonia fue tremendo. Bomberos y bomberas de todo el país quebraron en llanto y confluyeron en un unánime pedido de capacitación y equipamiento para este tipo de siniestros.
Aún hoy, cuando han pasado 29 años, el recuerdo conmueve a nuestra población. Y también hoy, combatientes de incendios forestales de la Patagonia continúan con los reclamos de reconocimiento, capacitación y equipamiento para los incendios que se desatan en la cordillera y meseta del sur argentino.
Las crónicas de la época y ante cada aniversario detallan que la dotación de jóvenes estaba a cargo de José Luis Manchula quien a mediatarde se comunicó con el cuartel central para comunicar que la situación se complicaba por la rotación del viento. Fue la última comunicación que tuvo el grupo.
Cómo murieron fue un detalle morboso que se describió al analizar la situación. El por qué de esas 25 muertes sólo tiene significación si se analiza el arrojo, el coraje y la entrega al prójimo que puede mover a jóvenes y adultos para salvar vidas, propiedades o especies de la naturaleza.