Es cierto que la fábrica Siam, que llegó a ser la más importante de América Latina y elaboraba electrodomésticos, motonetas, locomotoras y autos nacionales, ya no está más. Pero..¡qué recuerdos!
En la memoria, en una foto, en la vida del abuelo o la abuela, en algún lado hay algo de Siam. Se podría decir que en el ADN de la Argentina, además de muchas otras cosas, está la robusta heladera, la ágil Siambretta, otros electrodomésticos o el emblemático taxi, pintado de negro con su techo amarillo y los adornos cromados de plata. Todo salió de la pasión y el arrojo de Torcuato Di Tella que comenzó su fábrica en Avellaneda elaborando amasadoras para pan y luego siguió apostando a la industria, hasta ser en 1940 la metalmecánica más grande de América Latina.
En el caso de los vehículos, construidos con la tecnología de principios y mediados del siglo pasado, los Siam Di Tella quedaron en la piel de varias generaciones y hoy viven en nuevos proyectos y apasionados que se unen.
Marcelo Ismach recorrió desde los 11 años su franela parte por parte el Siam de su padre taxista en Buenos Aires y desde esa infancia lo abrazó con el amor de quien acaricia el tesoro más preciado.
Ismach recordó en la entrevista que acompaña esta nota la idea de Torcuato Di Tella, luego de montar una fábrica para amasadoras de pan (había pasado una década de 1900), de construir el vehículo que primero pobló de trabajadores su fábrica de Avellaneda y luego las calles de pueblos y ciudades. Esa fábrica (elaborando electrodomésticos, motonetas y vehículos) fue la industria metalmecánica más grande de América del Sur, en los años 40.
Si bien el emblema en el recuerdo es el pintado de negro con el techo amarillo que se masificó en el asfalto y los adoquines de Buenos Aires, de esa fábrica también salieron los modelos “Argenta” (camioneta mediana), los doble cabina con una pequeña caja, las rurales “Travellers”, entre otros. “Era el auto del pueblo, del pueblo trabajador”, memoró Ismach. También recordó en la charla la propaganda de 1963 cuando –para remarcar lo familiar del vehículo- “se le sacaron las butacas individuales que traía para ponerle dos asientos enteros y el lema era: ´ahora para seis personas”.
El ser propietario de un Siam Di Tella, no sólo muestra un apasionamiento por esos vehículos sino que también empuja al relacionamiento con otros y otras que a lo largo del país vibran en la misma sintonía. Así nació el Club del Siam en nuestro país –Ismach es uno de sus impulsores- para compartir historias, datos sobre repuestos y reparaciones, y además realizar muestras y actividades solidarias. En los últimos años se los ha visto con sus autos impecables en varios eventos y hasta algunos de ellos recorriendo las largas rutas de nuestra Patagonia.
Y vos: ¿qué recuerdo tenés del Siam Di Tella?