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Desnudos, virales y trabajos en la botica de Internet

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
El hípermercado virtual te ofrece de todo, para consumir y para ganar dinero. En esas góndolas encontrás hasta una cabra en una casa neuquina.

Ella está en su pieza y recibe euros desde Italia. Él está en su compu, chequea contenidos subidos en Ecuador y le paga Google. Ella tiene una cabra en un barrio neuquino y gana dólares por sus videos diarios. Él está con su celular en el campo, saluda temprano con un baile y sus vacas “superpoderosas”.

Hay otros mundos pero están en éste, dijo el poeta francés Paul Éluard, amigo y rival de Dalí por el amor de Gala, cuando el año 1900 asomaba como un precipicio para la humanidad.

Han pasado 123 años y se han multiplicado esos universos paralelos aunque algo cambió: la cercanía de esas vidas ocultas o desconocidas salieron de la comunidad, de los afectos y los contactos físicos para hacerse universales y conformar otro pueblo, ya sin fronteras ni relaciones palpables. En los 123 años que pasaron desde la frase del poeta la tecnología de la comunicación entre las personas no sólo dio un vuelco total sino que además unió los puntos más extremos de la tierra y del ser humano.

Esos vínculos que comenzaron con papeles escritos y envíos por correo llegaron a una actualidad donde un teléfono, una tablet o una computadora son la oficina o la fuente de ingresos para miles de personas en transacciones comerciales donde el contenido parece no tener límites.

Algunos ejemplos patagónicos

Uno de los mundos que están en este es el del trabajo o generación de contenidos en las plataformas digitales, donde se puede recibir pagos en moneda extranjera, sin moverte de tu lugar. Desde los materiales más osados en fotos o videos hasta la prueba de videojuegos o el análisis de contenidos subidos en las redes, los retos, la intimidad diaria, entre miles de formas que hoy ofrece ese mercado virtual.

Cuando la humanidad cruzó el portal del año 2000 también avanzó en la perspicacia de las grandes empresas que desarrollaron internet para sumar ingresos a través del trabajo de quienes formaron parte de esas comunidades. Facebook, YouTube, Instagram y Twitter fueron las plataformas pioneras en el intercambio de dinero por contenidos. A más integrantes de la comunidad (suscriptores, seguidores, etc.), más contenidos y más promoción de las empresas a través de publicidad y más ganancia para quienes manejan esas cuentas. Un gran supermercado virtual se construyó en los últimos 25 años en todo el mundo.

Las grandes empresas ponen (como la lógica de los hipermercados) el galpón, el local, la plataforma. El valor está en quienes pasan por las góndolas y en quienes compran los productos. En cada estante de la góndola está quien hace el producto. La habilidad para atraer público se reduce a la “originalidad”, pero encierra todas las posibilidades que permita la imaginación. Ante la masificación de ofertas de productos de todo tipo, las estrategias fueron variando y lo que en un principio era muy explícito (desnudos, fetiches, morbo, etc.), varió a la comunicación de la intimidad diaria, a los viajes o a los contenidos que se destacaron por su singularidad.

Más allá de quienes a nuestro alrededor pueden ganarse unos dólares con sus contenidos, el mundo virtual creó personas de mucha influencia sobre sus pares a los que la ola de internet aprovechó para crecer sin límites. Esas personas fueron y lo son ahora quienes encabezan las pirámides de ventas, comercio, tendencias, etc. La cara visible del negocio y la gran marca de aquel supermercado del que hablamos. La góndola central que le genera ganancias al dueño del local, a las marcas que se venden y a la persona que tracciona esa rueda de billetes (virtuales o no).

Ella y sus desnudos

En cada una de las ciudades de la Patagonia hay por lo menos una joven que tiene una cuenta en la plataforma OnlyFans, creada en noviembre de 2015 por Mateo International Limited como un gran mercado virtual que proporciona clips y fotos de creadores por una tarifa de suscripción mensual. Generalmente mujeres, aunque incluye a todos los géneros y percepciones, generan contenidos a pedido o en oferta. ¿Cómo lo hacen? En principio fueron una serie de fotos íntimas, mostrando partes de su cuerpo, para abrirse paso entre las miles de millones de imágenes similares. A medida que creció la mirada, la consulta o el clik en ese producto de la gran góndola, el propio dueño del mercado (la empresa dueña de cualquiera de las plataformas), lo exponía otra clientela y así hasta que dejaba de llamar la atención.

Ese consumo diario y esa generación constante de contenidos, lleva a explorar todos los horizontes, todas las posibilidades. Como en toda estructura piramidal, quien gana más es quien pone el local y luego se derrama hacia quien hace el contenido. Como en la lógica del supermercado, va de mayor a menor la ganancia (quien siembra el trigo necesario para la harina con la que se hace la galletita, será el imprescindible para ese producto, pero el que menos ganará, inexorablemente).

Esa plataforma, Only Fans, tiene un mercado privado al que se accede pagando una suscripción. No es de alcance masivo gratuito (aunque hay una opción gratis para atraer más clientes y clientas).

Los otros supermercados virtuales (Facebook, YouTube, Instagram y muchas otras) avanzaron a la par que se abrían esas posibilidades de multiplicar ganancias y generaron medios y modos para aumentar las ventas. Desde productos, personas, intimidades, hasta publicidad electoral. Una sola búsqueda o mención que se realice sobre un tema o producto será suficiente para que a partir de allí lleguen a tu lugar virtual todas las ofertas relacionadas con esa primera intención.

Y no lo hacen los famosos algoritmos (esas operaciones robotizadas) sino también personas en todo el mundo que dedican parte de su día a analizar los contenidos que se suben a las plataformas.

En cada ciudad importante de la Patagonia hay en este momento una persona que sube contenido, que analiza lo que se sube, que publica una foto o video, que recibe un cheque del extranjero o que piensa en cómo crecer en clientela.

De los desnudos a pedido hasta la cabra Vilma que protagoniza videos en una casa neuquina. Desde quien se pasa la noche probando juegos para países asiáticos hasta el peón paraguayo Víctor Díaz que saluda en el campo entre las vacas a las que llama “chicas superpoderosas”. Desde quienes cumplen un reto en la plataforma china TikTok hasta quienes transmiten en vivo una experiencia personal o un programa periodístico.

Las restricciones por la pandemia fueron el gran impulso que tuvo la virtualidad alrededor nuestro, es cierto. Pero el mundo de la comunicación a través de Internet ya contenía ese desafío de explorar y ser un medio para obtener ganancias.

Esos mundos que existen y están alrededor de nuestro mundo son también un motivo de exploración y objeto de estudio.

Mayormente las nuevas generaciones ya están instaladas en ese planeta virtual que por ahora puede ser desconocido pero que se masificará con el correr de los años para ocultar nuevos mundos paralelos.

Porque se dijo hace 123 años, se dice hoy y sucederá mañana. La humanidad tiene siempre encendido un fósforo en un rincón oculto. Primero para dar luz, luego para poder incendiarlo, si es necesario para alimentar la sed.

(¡Y ahí llegó la Inteligencia Artifical!)

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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