Las pensiones, alojamientos y “hoteles” que comenzaron a existir a principios del siglo pasado en el “Fin del Mundo”, en una reseña histórica del fueguino Julio César Lovece.
Conocer cualquier de los lugares de la Patagonia en su intimidad de hace más de cien años siempre es un atractivo para fortalecer las raíces en nuestro sur argentino. Pero –quizás- el extremo patagónico, (por geografía, clima e historia) es uno de los más impactantes, en especial sus ciudades más importantes: Ushuaia, Tolhuin y Río Grande. En este caso, un trabajo de investigación histórica del fueguino Julio César Lovece nos pasea por aquellos primeros años del siglo pasado en lo que eran los lugares para alojarse. Y no sólo las construcciones y su ubicación sino también una semblanza de quiénes acudían a esos lugares, en una pintura de la sociedad de Ushuaia de aquellos años.
El texto completo, titulado “Los primeros ´hoteles´ de Ushuaia”, lo compartimos aquí con la generosidad de su autor:
“El entrecomillado no es un error, se trata de mencionar la historia de los primeros alojamientos de Ushuaia, los que eran calificados como “hoteles” pero que hoy no cumplirían con las normativas mínimas para ser categorizados de esa manera. En su mayoría se trataba de pensiones o, en el mejor de los casos, alojamientos.
Otro detalle digno de mencionar es que sus clientes más comunes eran trabajadores solteros, algunos ocasionales viajantes que ingresaban obviamente vía marítima y hasta ex presidiarios que, cumplida su condena, debían esperar los barcos de carga que los llevaran a Buenos Aires, si es que disponían del dinero para el pasaje.
Aunque no abunda información, publicaciones de los escasos medios de prensa de la época nos remite al año 1903 como año en el que posiblemente ya existiera el Hotel Universal de un tal José Ramallo. Se hallaba ubicado en la esquina de Godoy y Calle 9, actual San Martín y 9 de Julio (esquina noreste). Una promoción que menciona Juan Belza en el Tomo 3, Población / “En la isla del fuego” (Página 47) dice: “Hotel Universal de José Ramallo y Cia. con comida buena y abundante, servicio especial con excelente trato, dispone de confortables habitaciones para pasajeros y se reciben pensionistas a precios módicos. (Ojo, los extras, al contado)”. Mejor no indagar demasiado respecto a “los extras” a los que se hace referencia.
Este establecimiento, del que no existen mayores referencias relacionadas con sus comodidades, obtuvo cierta fama al haber sido promocionado en una edición del semanario “Caras & Caretas” edición del 23 de junio de 1906, con la siguiente referencia fruto del imaginario porteño: “Hotel recientemente construido en Ushuaia, en el que se sirve roast beef de lobo marino, huevos de pingüinos fritos en aceite de ballena y helados a la congreve que es nieve muy legítima del Olivaia, Sarmiento y Darwin.”
Por los mismos años podemos hallar el “Hotel Colón” del que se encuentran no siempre coincidentes versiones respecto de sus diferentes usos. Perteneció a los hermanos Mata, el primero en llegar a Ushuaia fue Lucas Mata, proveniente de León, España, allá por el año 1904 y dedicándose de inmediato al comercio. Se debe entender que en el periodo 1904 – 1905 instala el “hotel” que, con la llegada del hermano Pedro, amplía la oferta a panadería y almacén. La ubicación de este hotel era en Godoy y Calle 10, hoy San Martín y Juan Manuel de Rosas. (El edificio, aunque totalmente reformado, aún existe (DTT / Artículos para deportes todo terreno).
Don José Cabezas, autor del libro «Presencia argentina en el Canal Beagle» (1978), hace especial referencia al peculiar establecimiento. Albergue de “solterones empedernidos y aventureros del mar”, por ejemplo: Don García, también de origen español, alias “barril”, un personaje que merecería una historia aparte, otros como “Christoffersen” y “Hansen”, todos propietarios de pequeñas embarcaciones con las que se dedicaban a la caza de nutrias y lobos marinos. La especialidad gastronómica de los dueños era el puchero, servido por Pedro Mata a quien se lo describe de estatura baja, delgado y de grueso bigote. Acostumbraba a fumar un toscano “Avanti” encastrado en una boquilla medio curva hecha con un colmillo de lobo marino.
Otro recordado alojamiento se encontraba en la esquina oeste de la actual Maipú y Juana Fadul, al que se conocía como “Bar y Restaurante El Tropezón”. Disponía de un amplio salón siempre lleno de parroquianos que se juntaban a emborracharse o comer alguna comida del día. Con habitaciones al fondo y una rica historia que comienza en el año 1907. Sufrió un incendio en el 1915 cuando era regenteado por una famosa dama llamada Juana Rodriguez (“Esas mujeres en la Patagonia austral” / J. Castelli & P. Halvorsen. 2018). Aunque en viejas fotografías posteriores y hasta el año 1953 se lo ve reconstruido, incluso bajo el nombre de “Café de los Angelitos”, nada más alejado de su fama. Hay quienes recuerdan las famosas competencias de billar. Cuesta creer que quienes se alojaban en sus humildes habitaciones, pudieran realmente descansar.
Aunque con enormes dudas respecto de su ubicación, existen registros del “Hotel Miramar” de un tal Francisco Molina. El hallazgo de algunos recibos, del año 1914, expresan: “Grandes comodidades para viajeros”, prometiendo un “servicio esmerado”. Hay quienes lo ubican en la actual esquina Juana Fadul y San Martín, donde se hallaba la vivienda de José Romero, otro español originario de Sevilla que se radicó en 1890, forma matrimonio con una italiana Teresa Messina, con quien tiene 23 hijos. Ese edificio tiene una enorme historia ya que la parte norte del mismo fue también sede de la Subprefectura Marítima en el año 1905. Esto siembra dudas respecto a los diferentes usos de ese edificio y si es que, entre éstos, fue la de “hotel”.
A mitad de cuadra, entre J. Fadul y 9 de Julio, se hallaba el “Hotel Comercio”, (1914) que se sospecha también pertenecía a Romero, aunque con diferentes administradores. Una de ellas fue la Sra. Ángela Sánchez Beltrán, alias “La Andaluza” (1924). Acompañada hasta esta zona por 3 de sus 6 hijas. Otro lugar de sospechosa fama. Una de las hijas fue la causante de un famoso crimen ocurrido en plena San Martín entre dos hombres que peleaban por su corazón. Algún día contaremos la historia que merece varias páginas.
Algunos establecimientos más podemos recordar y que se encuentran en la memoria de los fueguinos. Por ejemplo: El recordado Hotel Castelar en la esquina de San Martín y Fadul, donde luego de construyó el Cine Gral San Martín. Una hermosa vivienda que con anterioridad fuera ocupada por la familia Sánchez Caballero (1898) y que algunos años después, parece haber sido propiedad de la familia Freire y al emigrar ésta, alquilada a la familia Martinez, quien la convirtió en un pequeño hotel de unas 9 habitaciones y excelente servicio gastronómico (1942). Tal es así que era utilizado para determinados encuentros sociales organizados por el gobierno. Lamentablemente al poco tiempo un voraz incendio, en el año 1944, quizás producto de una salamandra defectuosa, redujo todo a cenizas. La misma familia construye otro “Hotel Castelar” (con idéntico nombre) en la misma calle entre las esquinas 9 de Julio y J. M. de Rosas, pero en esta ocasión hecho todo de material.
No se puede dejar de mencionar otros establecimientos a los que podemos ubicar antes del auge del turismo. El “Hotel Hispano” que lucía su recordada estampa en la esquina sureste de San Martín y 9 de Julio. El “Gran Parque Hotel” en la esquina oeste de 9 de Julio y Maipú, histórico edificio que supo tener varios usos y que hoy también se extraña, no sólo por la injusticia de ser recordado como el hotel de “las tres mentiras”.
El “Hotel Bahía Hermosa” ocupando otra conocida casona, en la esquina oeste de Maipú y Roca, con hermosos ventanales hacia la bahía y que antes fue una escuela por la que pasaron respetadas generaciones de fueguinos. Otros establecimientos de diferentes categorías como el “Mafalda” en San Martín y Yaganes, de bella arquitectura y “Las Goletas” que funcionara en la antigua casa Beban en su sitio original de Maipú entre 9 de Julio y J.M. de Rosas. Tiempos en los que ya funcionaban El “Canal Beagle”, “Las Lengas”, el “Cabo de Hornos”, “Antártida”, “Aeropuerto”, “Maitén”, “Mustapic”, “Malvinas”, “Fernández”, “Capri”, el recordado “Los Coihues” que a meses de su inauguración fue devorado por el fuego, etc. Pero quien marcó un nuevo capítulo como preámbulo del actual turismo, ha sido el Hotel Albatros, fruto de la perseverancia del Gobernador Ernesto Manuel Campos que lo construyó en su mente soñando con el desarrollo de una actividad que hoy ya nadie pone en duda. Inaugurado el 22 de diciembre de 1966 y fatalmente destruido por un incendio el 25 de Mayo de 1982. Indudablemente un hotel que cumplía con todas las exigencias de la época y que acunó un turismo que entonces resultaba “un desafío” y hoy es una contundente realidad. Cada uno de estos protagonistas exigen el desarrollo de una historia individual que quizás podamos presentar en otra ocasión.
Como epílogo de este resumen, la historia del Hotel “Presidencial” que lamentablemente no llegó a concretarse y que, de haberse materializado, hubiese adelantado el proceso turístico de nuestra ciudad.
Aquellos que de muy jóvenes disfrutábamos de una caminata hacia Puerto Túnel (Tonel), cruzando el viejo puente del Río Olivia ya que no existía la ruta que hoy llega a Escarpados, seguramente recordaremos unos viejos cimientos de material que se hallaban a orillas del mencionado río. En cuántas ocasiones nos preguntamos de qué se trataban esos restos.
Nada más ni nada menos que de obradores y comienzos de una ambiciosa obra de un hotel que se comenzó a construir en el año 1948. En el Boletín Oficial del miércoles 7 de enero de dicho año se publicó el Decreto Nro. 41.130/1947 a través del cual se asignaban $ 7.137.829 m/n para la construcción del edificio del “Hotel de Turismo de Ushuaia», incluyendo la mejora del terreno circundante, como así también las instalaciones y habilitación…” Este documento lleva la firma de Juan D. Perón, Juan Pistarini, Ramón A. Cereijo, Fidel N. Anadón y Miguel Miranda. Fidel Anadón fue gobernador de TDF durante el periodo 1943/44 y posteriormente Ministro de Marina durante el gobierno peronista, esto permite sospechar que se trató de una iniciativa propia del nombrado gobernante.
Es de suponer que la obra de proceso lento, quizás por la escasa oferta de empresas constructoras (fue incluida dentro del plan de obras llevadas a cabo por los inmigrantes italianos) o por avatares políticos que no es objeto describir, sólo alcanzó a cumplir con su primera etapa, existen fotografías de la época que lo confirman, pero los hechos políticos posteriores a 1955, llevaron a la demolición de lo construido».
El autor de esta nota, Julio César Lovece, es presidente de la Fundación Ushuaia XXI, exfuncionario de Turismo, difusor cultural y apasionado por la historia de Tierra del Fuego.