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El asombroso mundo de un catador de aguas y de té

Vanesa Mrozowski
Por Vanesa Mrozowski
La apasionante charla que tuvimos con el sommelier de aguas y de té que tuvimos en nuestro espacio.

En esta entrega de El Diario de Vanesa, nos vamos a sumergir en un mundo desconocido y apasionante: el análisis del agua que consumimos y los secretos del té. Mirá la entrevista

Cuando entrevistamos al sommelier de aguas y de té Horacio Bustos, con Marcelo Castro, nos asombramos de lo que sabe, cómo lo explica y qué secretos tiene una infusión milenaria como lo es el té. En el caso del agua, una gran sorpresa fue conocer que no existen “aguas puras” y que las aguas naturales de Argentina superan en calidad a las de otros lugares del mundo, como Europa.

Fue un gran placer esa conversación porque desde el sentido común y desde la ciencia, las características que tiene el agua natural que consumimos tiene sus cuestiones específicas: los minerales que incorpora en sus vertientes hacen que se destruya el mito de que el líquido es insípido, porque sí tiene sabores diferentes en cada región, según explicó el especialista.

Le consultamos sobre las aguas naturales, sin tratamiento, que se consumen en la cordillera neuquina o en la región de los glaciares cerca de El Calafate y allí pudimos saber que “no existen aguas puras, porque en todos los casos se incorporan minerales en su tránsito, geografía, entre otras. Hasta el agua de lluvia, que arrastra gases, hace que no sea pura como se la concibe en forma popular.”

Bustos agregó que “el agua naturalmente contiene cationes y aniones (potasio, sodio, calcio, bicarbonato, cloruros, sulfatos, entre muchos otros) y esto le agrega un sabor especial, una claridad también diferente”.

En el caso de las aguas que se comercializan en el mercado argentino, Bustos identificó que las dos marcas líderes tienen entre 10 y 110 miligramos de sodio, lo que las hace muy ventajosas en ese sentido con las europeas que contienen en promedio unos 1500 miligramos por litro.

Pero este especialista en aguas, llegó a través de su profesión –la antropología– a apasionarse con el té: “el vínculo con mi formación universitaria viene por el estudio de la historia milenaria. Lo que significa la historia en países orientales y europeos, características de consumo, geografía, lo social, su nacimiento en China, su paso a Japón, a la India para luego llegar a Europa, especialmente a Gran Bretaña”.

También en esta parte de la charla nos fuimos sorprendiendo con el conocimiento de Bustos, al aclarar las características que debe tener una buena infusión. En principio, en cuanto a su temperatura, que no debe ser hervida. Y también tener en cuenta las proporciones.

En Argentina – explicó- el 95 por ciento del té que se consume es de la variedad negra, mientras que el resto es básicamente del té verde. Para el más masivamente consumido, el agua no debe superar los 90 grados, no debe estar más de dos o tres minutos, mientras que se recomienda optar por los té en hebras o artesanales. En el caso de las proporciones, se estima que para dos gramos de té se deben utilizar unos 160 centímetros cúbicos de agua.

En el caso del té verde, unos dos minutos de infusión y el agua a unos 80 grados centígrados.

El sommelier también señaló que “hay tres momentos especiales a tener en cuenta: la temperatura del agua, el tiempo de infusión y las proporciones, especialmente si se lo quiere más concentrado o más diluído”.

Además de aclarar que los que popularmente se conocen como té de manzanilla, boldo o tilo, no son té sino que se trata de “tesinas o infusiones”, porque no incorporan a la planta del té, llamada científicamente la “Camellia sinensis”, Bustos recorrió las características que debe tener un buen consumo de té y cómo está la Argentina en cuanto a producción, calidad y exportación.

Todo eso en la hermosa charla que tuvimos en nuestro espacio El Diario de Vanesa, que te invito a ver en el video. ¡Hasta la próxima!

ATE
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Deportista, empresaria de traslado de mascotas en todo el país y comunicadora aficionada, creó y conduce el espacio El Diario de Vanesa. Vive en El Calafate, Santa Cruz.
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