El mate, un verdadero ícono de la cultura argentina. Desde el norte hasta el sur del país, esta bebida está presente en reuniones sociales, momentos especiales y en la rutina diaria. Cada argentino personaliza su mate, agregando azúcar, hierbas, cáscaras de frutas o amargo.
La variedad de preparaciones es tan diversa como los momentos en los que se comparte: el mate une a amigos, familias e incluso a desconocidos, y siempre está acompañado de algo dulce o salado, creando el escenario perfecto para charlas y risas.
Historia
El 30 de noviembre, Día Nacional del Mate, fue elegido para honrar a Andrés Guacurari y Artigas, un caudillo guaraní que jugó un papel crucial en la historia del mate. Como gobernador de Misiones, Guacurari impulsó la producción local de yerba mate, protegiendo el mercado argentino al prohibir la importación desde Paraguay. Este esfuerzo ayudó a consolidar el mate como una bebida esencial en la región.
En 2013, el Congreso de la Nación declaró al mate como “infusión nacional” y, en 2014, se oficializó el 30 de noviembre como el Día Nacional del Mate con la ley 27.117.
El mate: más que una bebida, una experiencia compartida
Para muchos argentinos, el mate es una compañía infaltable cada mañana, el primer gesto al comenzar el día. Es imposible pensar en arrancar la jornada sin esa infusión cargada de tradición. Sin embargo, más allá de ser un rito social, el mate también es una experiencia personal, disfrutada en soledad en cualquier momento del día.