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El entusiasmo por hacer una bomba atómica en Bariloche

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
Proyecto Huemul. Un sábado 24 de marzo a las 10 de la mañana se hizo el anuncio en el despacho del presidente de la Nación.

El anuncio se realizó con un objetivo de política internacional y como un logro científico argentino. Pero ¿qué fue lo que pasó después? Informe especial.

La fecha del anuncio de que Argentina estaba desarrollando un proyecto de energía nuclear con capacidad para construir una bomba atómica, no fue casual. Es posible que el propio presidente Juan Domingo Perón (estratega como pocos en política internacional) lo haya decidido. Sábado, 24 de marzo de 1951, a las 10 hs. conferencia de prensa en el despacho presidencial de la Casa Rosada. ¿Qué urgencia había en hacer el anuncio?

Posiblemente terciar entre el poderío bélico nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la primera con las experiencias mortales de Hiroshima y Nagasaki, además de otras de principios de ese año en campos de experimentación norteamericanos. El segundo, con el desarrollo de su propia bomba a partir de los planos de esas arrojadas en Japón y que provocaron la muerte de más de 450 mil personas.

Es una de las hipótesis. Pero se complementa con otra más cercana en el tiempo de ese llamado a la prensa. A los dos días, el lunes, se realizaba un encuentro de cancilleres americanos en Washington para terminar de cerrar el bloque anticomunista de este continente bajo la tutela norteamericana. Ese debió ser el objetivo secreto del anuncio del presidente Perón, nada más y nada menos que junto al cerebro del llamado “Proyecto Huemul”, de desarrollo atómico en la isla ubicada en el lago Nahuel Huapi, frente a Bariloche. Ese científico de renombre internacional fue el físico austríaco Ronald Richter.

Anuncio oficial

La conferencia de prensa con el anuncio del Gral. Perón de que “el 16 de febrero de 1951, en la planta piloto de energía atómica en la isla Huemul, de San Carlos de Bariloche, se llevaron a cabo reacciones termonucleares bajo condiciones de control en escala técnica”, dejó boquiabiertos a los periodistas. Luego de una serie de consideraciones, cerró el anuncio oficial con el compromiso de “utilizar el proceso descubierto para fines exclusivamente pacíficos, en usinas, hornos de fundición y otras aplicaciones industriales, incluyendo la producción de radioisótopos. He querido informar al pueblo de la República con la seriedad y veracidad que es mi costumbre sobre un hecho que será trascendente para su vida futura y, no lo dudo, para el mundo. A todos exhorto a colaborar en este gran proyecto”.

Es apasionante el relato que el físico Mario Mariscotti realiza en su libro “El secreto atómico de Huemul”, sobre esa conferencia de prensa, los dichos de Perón y también del “sabio” austríaco que había sido investido de todos los poderes para el desarrollo de la investigación en la isla barilochense.

Los periodistas presentes, alejados absolutamente de los términos científicos con que se presentó la rueda de prensa, comenzaron a hacer preguntas para tratar de desentrañar qué era lo que se estaba anunciando. En un momento se registra esta situación, narrada en el libro mencionado:

“¿Cómo es esa explosión bajo control?”, preguntó un periodista. “Yo controlo la explosión, la hago aumentar o disminuir a mi deseo”, respondió Richter. “Cuando explota una bomba atómica sin control, hay una destrucción espantosa. Yo he conseguido controlar la explosión para que la misma se produzca en una forma lenta y gradual.” “¿Cuál es la materia prima que se utiliza para producir la explosión?”, preguntó otro periodista. “Usted se sorprendería mucho”, respondió sonriendo el científico, “si supiera cuál es el material que se usa, pero como otros tienen supersecretos, nosotros también los tenemos. Tenemos que conservar los secretos de nuestros amigos para que ellos conserven los nuestros. No mantenemos el secreto por razones armamentistas, sino simplemente por razones económicas e industriales, puesto que, además del espionaje para la guerra, existe el espionaje económico, y –concluyó– la Argentina deberá proteger el secreto.”

Las noticias comenzaron a trascender a los pocos minutos y se hicieron visibles en la edición de la tarde del diario Noticias Gráficas (con el título “La Argentina posee el secreto real de la H. Provocó sensación el anuncio de que el país tiene la atómica”) y de su par La Razón (“la Argentina ha logrado producir energía atómica”), mientras que el domingo los periódicos nacionales e internacionales también tenían en portada el anuncio del presidente Perón. Justo un día antes del encuentro de Cancilleres.

Como antecedente del desarrollo tecnológico y bélico de la Argentina en ese momento, se debe recordar que apenas unos días antes había sido presentado uno de los aviones de caza más avanzados del mundo, el Pulqui II, construido en Córdoba por otro equipo de alemanes liderados por el experto Kurt Tank.

Ciencia de patas cortas

La grandilocuencia del anuncio oficial de que en los laboratorios de la isla Huemul, la Argentina había alcanzado la fusión nuclear controlada al poco tiempo cayó por su propio peso. Es que también el presidente Perón ordenó a la flamante Comisión de Energía Atómica que convocara a un grupo de expertos para analizar lo desarrollado en la isla del Nahuel Huapi.

Entre otros, la comisión estuvo conformada por los doctores José Antonio Balseiro, Mario Báncora, Manuel Beninson, Pedro Bussolini y Otto Gamba.

Precisamente el Dr. Balseiro, que trabajaba como científico en Manchester, invalidó los argumentos de Richter con fundamentos teóricos y demostró que no tenían allí ningún dispositivo que pudiera generar un campo magnético oscilante para lograr un efecto de resonancia con la frecuencia necesaria de precesión de Larmor como sostenía Richter. Balseiro relató cómo las experiencias y comprobaciones realizadas por Richter habían fracasado y aseguró que era falso que hubiera logrado generar ninguna reacción de carácter termonuclear controlada: “El resultado obtenido es, pues, que el enorme número de choques sufridos por el átomo de Li, en las condiciones que se opera, imposibilita la realización de cualquier dispositivo de contralor basado en el principio mencionado por el doctor Richter”.

Otro tanto hizo el especialista, el Dr. Mario Báncora quien también denunció la inviabilidad del proyecto y aseguró que “El dispositivo usado por el Dr. Richter, es el arco cantante descubierto por Dudell hace unos 50 años. […] Para estar absolutamente seguro de esta afirmación el suscripto ha repetido las experiencias en su propio laboratorio, obteniendo los mismos resultados, vale decir: a- el mismo tipo de oscilaciones en la pantalla de un oscilógrafo conectado a una bobina exploradora; b- funcionamiento a la máxima velocidad posible de un escalímetro conectado a un geiger situado a un metro y medio de distancia del arco. En virtud de las comprobaciones y consideraciones que preceden, el suscripto se considera autorizado para afirmar que no existe un fundamento científico serio en las afirmaciones del Dr. Richter de haber logrado una reacción termonuclear controlada, lamentando profundamente el haber tenido que llegar a esta conclusión”.

Pero hay algo más en el libro de ​Mariscotti, específicamente en el epílogo de la obra de investigación sobre el Proyecto Huemul, donde incluye dichos de una persona que fue ayudante cercano del físico austríaco.

El autor dice que luego de 30 años puede llegar a una conclusión de qué fue lo que pasó con el experimento: en la entrevista realizada en 1980 a Heinz Jaffke –amigo y asistente de Richter- le confesó que el físico austríaco se negó a realizar una  contraprueba de los resultados de la primera experiencia y que –es más- esos resultados habrían sido producto de una deficiencia en las máquinas utilizadas para el experimento.

Luego todo el proyecto se vino abajo, Richter se asentó en  varias localidades para fallecer en 1991 en Viedma, capital de Río Negro.

No obstante, el actual Instituto Balseiro, el Centro Atómico Bariloche y la usina científica que en esa ciudad impulsa la Universidad Nacional del Comahue, el Conicet y otros organismos, tienen su inicio en  esa mirada científica de punta que tuvo su anuncio oficial el sábado 24 de marzo de 1951, en el despacho presidencial de la Casa Rosada.

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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