La producción está dirigida en su totalidad a una empresa francesa que elabora el biocombustible. Su producción puede revolucionar los cultivos de invierno.
La llamada “mostaza etíope” o Brassica carinata ya se cultiva en unas 75 mil hectáreas de la Argentina y se exporta directamente a una firma francesa que elabora el biocombustible para la aviación. Se trata de un cultivo de oleaginosas de temporada invernal que permite además rotar las siembras para mejorar los suelos, según han indicado especialistas de la Universidad de Buenos Aires.
La carinata también tiene su auge en otras partes del mundo (además de África), fundamentalmente en el sur de Estados Unidos adonde los inviernos no generan temperaturas muy extremas. Desde hace unos cinco años se comenzó en la Argentina con los estudios científicos sobre este cultivo por parte de la Facultad de Agronomía de la UBA y rápidamente se extendió a otras casas de altos estudios, a partir de la demanda que se generó en Europa para la disminución de la contaminación que producen los combustibles fósiles en la aviación. Estas restricciones aumentaron la demanda de las empresas de biocombustibles europeas y el acelerado estudio de cultivos en otras partes del mundo.
La industria aeronáutica es responsable del 3% de las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) a nivel mundial. Los máximos exponentes de esa industria, a nivel global, se juntaron y decidieron que para el año 2030 deben reducir 50% de las emisiones de las que son responsables. Y para el año 2050 el objetivo es ser carbono neutros.
“Entonces hay que buscar soluciones en materias primas adecuadas, que no dañen el ambiente y que no sean comestibles”, explicó el científico Sebastián Bravo, estableciendo la diferencia con soja, maíz y otros granos que, si bien se usan para biocombustible, son comestibles.
Precisamente esta característica de no competir con otras oleaginosas que son comestibles es una de las ventajas, aunque algunos productores han marcado que se puede observar algún inconveniente en cuanto a los valores a percibir. Si bien las empresas que en la argentina están impulsando esta producción lo hacen garantizando un valor final por la cosecha (aunque no se alcancen los rindes predeterminados, es decir que el productor recibe el monto sea o no buena la cosecha), esto también impide que se obtengan mayores valores si los precios internacionales fluctúan a la suba. Es decir: los monstruos de siembra en la Argentina garantizan un precio de cosecha para el productor, que de esta manera no corre con los riesgos. Pero se quedan con la ganancia si los precios internacionales de la carinata suben al momento de ser puestos en Europa.
Pero más allá de estas rencillas económicas o financieras entre pequeños y grandes productores de la mostaza, lo cierto es que un cultivo de invierno no viene mal para los campos propicios como parecen ser los de Entre Ríos, Santa Fé, Córdoba y algo de Buenos Aires.
La voz de las empresas insiste en que “Carinata es un cultivo de cobertura con renta, que se presenta como una opción de diversificación para los cultivos invernales, que se comercializa para la producción de biocombustibles para aviones. Este cultivo produce un grano del cual se obtiene un aceite ‘no comestible’ destinado a la producción de biocombustibles de segunda generación”.
Y agregan: “los agricultores son parte del negocio. La empresa semillera tiene un convenio con Saipol, de Francia, que es el mayor procesador de semillas oleaginosas, y todo lo que se produce acá va para Francia. Del proceso de crushing para obtener el aceite se obtiene también una harina muy rica en proteínas, libre de organismos modificados, cuyo destino es la nutrición animal, particularmente aves”.
“De esta manera presentamos un modelo de negocio que busca aportar rentabilidad al productor y suma grandes beneficios a la rotación y a la salud suelo”, expresaron.
La siembra de esta especie de mostaza se ha realizado en estos meses de abril y lo que va de mayo, previéndose un total de aproximadamente 75 mil hectáreas, un récord histórico para nuestro país que comenzó con apenas 1500 hectáreas no hace más de cuatro o cinco años.
Se estima que tras el apogeo de esta oleaginosa, como sucedió con la soja en la Argentina, se multiplique el entusiasmo en los productores hasta el punto de masificarse y comenzar con otros problemas aun no resueltos en las investigaciones como es el control natural de las plagas, el impacto de miles de hectáreas de un cultivo exótico y el impacto en los suelos tras varios años de producción. Todas preguntas que se deberán responder en forma urgente porque la velocidad del crecimiento de la carinata en Argentina augura un horizonte explosivo muy cercano.
Apuro
El agrónomo Sebastián Bravo, que presta servicios para las empresas que impulsan el cultivo aseguró al sitio Bichos de Campo que “nos apuran. Las aerolíneas están obligadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en grandes porcentajes en los próximos años, por lo que existe una demanda real para este producto. Y el biocombustible generado a partir de este cultivo ha probado ser el más eficiente en reducir la huella de carbono de la aeronáutica”.
“Hoy no hay techo, el potencial de este cultivo es enorme, está todo por hacerse. La industria de la aviación lo midió, lo probó y dijo: esto es lo mejor. Los aviones no tienen ninguna diferencia con el rendimiento respecto de combustibles fósiles y tampoco hay que hacerles modificaciones en los motores o en las turbinas. El biocombustible de segunda generación obtenido de la Carinata se puede usar puro o en cortes”, concluyó Bravo.
Qué es
Precisamente en ese sitio se publicó una entrevista a la investigadora del CONICET y docente de la Facultad de Agronomía de Buenos Aires (Fauba), Deborah Rondanini es una de las personas que más sabe en la Argentina sobre los cultivos de colza y carinata, dos opciones invernales que aparecen en la agenda de los productores cada vez que quieren escapar del turbulento mercado del trigo. Como sucede ahora.
-La carinata es una parienta de la colza. Se trata de la mostaza etíope, que justamente es de Etiopía.
-¿Y para qué se usa?
–Los botánicos la conocen hace mucho, ¿pero cuál es su interés como cultivo? En el sudeste de Estados Unidos se está desarrollando como cultivo de cobertura: en vez de tener barbecho, hagan carinata y cosechen el grano. De ese grano se extrae aceite y se produce biojet, o sea, biocombustible para aviones.
-¿Entonces no es un aceite comestible sino industrial?
–Es un aceite para hacer directamente el mejor de los biocombustibles de Estados Unidos. La industria de la aviación civil de Estados Unidos ha decidido bajar a la mitad su huella de carbono y entre las muchas acciones que están haciendo para ser más eficientes, una de ellos es agregar más biocombustibles a sus mezclas. Eso lo tienen que hacer a base de productos que no sean alimenticios, porque ya aprendimos que si usamos comida para hacer energía lo que hace es que se encarece el precio de la comida, y eso no está bueno a nivel humanidad. Entonces hay que utilizar cultivos que sean alternativos, no alimenticios.
-Acá sí hay más orfandad agronómica. ¿Hay mucho por desarrollar?
–Una empresa ha puesto todos los faroles en Argentina y en Uruguay y hace bastante tiempo que está trabajando para entender la agronomía y no cometer errores garrafales que asusten a la gente. Y tenemos la ventaja de tener experiencia en colza y eso ayuda, porque muchas cosas son muy parecidas. Son especies parientas y mucho del manejo agronómico es compartido entre las dos.
Rotanini afirma que además de ser utilizada como “cultivo de servicio” para bajar costos en insumos (fundamentalmente herbicidas), de un planteo con carinata pueden cosecharse entre 1.300 a 1.500 kilos de grano por hectárea. Actualmente el cultivo “se hace por contrato porque es como una especialidad”, aclara.
-¿Y vos qué le aconsejas a los productores?
–Que hay que hacer cultivos de invierno. En el invierno no nos podemos descuidar. Es importante mantener, como dice, varios lemas de varias asociaciones de productores, siempre vivos, siempre verdes los sistemas. . Siempre que haya agua y para generar agricultura de procesos y no agricultura basada solo en insumos. Vimos lo caro que es combatir malezas. Cuando se generó resistencia, vimos que “dejar descansar el suelo” dejándolo sin nada, no es descansar, sino que es perder radiación, que se podría estar aprovechando para generar biomasa y actividad biológica y secuestrar carbono. Y eso es algo que todos tenemos que hacer: reducir la emisión mediante el secuestro de carbono. Los suelos son un gran reservorio de carbono, así que la agricultura -que tantas veces es castigada por las externalidades y los efectos negativos que puede generar en el ambiente-, puede generar efectos positivos, además de alimentar la humanidad”.