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El neuquino que le ganó al gran Bobby Fischer

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
Quien luego fue campeón mundial de ajedrez, recorrió la Argentina, incluyendo una partida simultánea en el Club Pacífico de Neuquén.

En medio de gestos de “apertura” política de la dictadura militar de Alejandro Agustín Lanusse, se llevó a cabo en Buenos Aires uno de los encuentros más difundidos del ajedrez mundial: el enfrentamiento entre el norteamericano Robert “Bobby” Fisher y el soviétivo Tigran Vartánovich Petrosian. El marco mundial era la “guerra fría” entre ambas potencias y la Argentina apareció en la disputa ajedrecística como el país más neutral donde se podía llevar a cabo el partido. El ganador obtendría además la posibilidad de ser retador el entonces campeón mundial Boris Spassky, también de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviétivas (URSS).

Argentina ofertó cerca de 12 mil dólares para quedarse con la sede del encuentro mundial, que comenzó el 30 de septiembre y culminó con el triunfo del norteamericano, el 26 de octubre de 1971, en la Sala Martín Coronado del Teatro General San Martín, en plena calle Corrientes de Buenos Aires.

El día antes del gran duelo, ambos ajedrecistas fueron recibidos por el presidente de facto Lanusse.

El norteamericano tenía una especial relación con la Argentina, construida por sus lazos afectivos con ajedrecistas nacionales y personajes de los medios de comunicación como Antonio Carrizo.

Unos días antes del gran encuentro con el soviético, Fischer realizó una gira visitando las ciudades más importantes del país, desde Tucumán hasta Bariloche y llegó en septiembre a Neuquén, más precisamente al salón del Club Atlético Pacífico (Alberdi y Córdoba) para llevar a cabo esos desafíos simultáneos.

La revista “Por siempre Neuquén” publicó en 1999 una crónica de lo que fue aquella visita y el triunfo de uno de los ajedrecistas neuquinos.

El neuquino Jorge Zárate, que en 1971 derrotó al gran campeón. (Foto: Más Neuquén)

“¿Alguien podría imaginar ganarle a Fischer? ¿Qué se siente cuando un sueño imposible se hace realidad? Cualquiera que dedique tiempo y esfuerzo a un deporte, sabe lo que significa tener la oportunidad de enfrentarse con un grande. Por eso, tal vez cueste creer que un chico con tan poca edad, haya logrado vencer al que, en ese momento, era considerado el mejor del mundo. Pero, la historia había comenzado mucho antes…”

“Corría el año 1967 cuando, junto a Raúl Faustino, Vidal, Víctor Pacheco, Marcelino Huenul y Antonio Acerbi, entre otros, Jorge Zárate se reunía en el Club Pacífico a practicar su pasión: el ajedrez. Empezaron a jugar Ping-Pong (partidas rápidas) entre ellos y poco a poco se fueron consolidando. Así, este grupo de jóvenes, viajaba para participar en cualquier torneo que se realizara en la zona. Zárate también le dedicaba su tiempo al básquetbol, pero antes de cumplir los 17 años, cambió las canastas y los dobles por los alfiles y las torres… y se dedicó de lleno al ajedrez, que pasó a ser parte importante de su vida.”

“El ajedrez no era muy popular en la zona, hasta que se anunció la llegada de Fischer a la ciudad de Neuquén. Era el año 1971, y fue un boom increíble. Cuando Fisher se enfrentó con Tigran Petrosián en Buenos Aires para definir el finalista a disputar el título del mundo, había tableros en todas las esquinas reproduciendo sus jugadas.”

“Cuando el campeón pisó tierras neuquinas, ya estaba programada una serie de simultáneas. Zárate ocuparía el tablero N° 1. Rememoraba:  “Opté por una Dragón a la Siciliana. En la apertura, el quedó mejor, pero en el medio juego entró en un lance que le hizo perder calidad: torre por alfil. Con el transcurrir de las jugadas, fui ampliando mi ventaja hasta que se volvió decisiva. Pero el problema era que ya le había ido ganando a casi todos, y cada vez tardaba menos en volver. Al final quedamos mano a mano. Estaba todo el mundo alrededor nuestro. Mi ventaja era de dos torres contra una, algo que normalmente no se continúa, pero a él no le gustaba perder y yo estaba tan nervioso que no acertaba con la continuación ganadora. Hasta que se descuidó y pude darle mate. Me dio la mano y se fue”. Allí comenzó la fiesta. Quienes asistieron a esa partida inolvidable, recuerdan que la gente llevó en andas a nuestro joven campeón, y una ovación coronó esa victoria que sigue siendo un orgullo para todos. Los años pasaron, Zárate se recibió de abogado, formó una familia, y éstas pasaron a ser sus prioridades. Sin embargo, aún parecen escucharse los ecos de aquel triunfo.”

El encuentro generó la expectativa mundial, comenzó el 30 de septiembre y culminó el 27 de octubre con el triunfo del norteamericano.

Fischer y la Argentina

El periodista Ernesto Cherquis Bialo escribió al cumplirse 50 años de aquel encuentro entre el representante de Estados Unidos y el de la URSS, una crónica que fue reproducida en muchos medios nacionales y que aquí compartimos:

“Buenos Aires se había convertido en la orgullosa capital mundial del ajedrez, para muchos, gracias a las gestiones de Antonio Carrizo. Bobby Fischer y el periodista eran muy amigos. Carrizo lo acompañaba a comprarse zapatos, a hacerse trajes a medidas de cortes caros hechos por uno de los mejores sastres de Buenos Aires. “Una vez lo acompañé a retirar unos casimires ingleses; Bobby se llevó un traje puesto, de repente dobló varios diarios y se los mete en el bolsillo, el sastre lo quería matar. Compraba muchos diarios para leer los comentarios de las partidas de ajedrez”, contaba. Por eso, cuando Carrizo llamó a Bobby Fischer para preguntarle si aceptaba jugar en Buenos Aires el gran match, el “sí” fue inmediato. Petrosian demoró unos pocos meses. Lo cierto es que el momento deportivo de ambos jugadores era un ingrediente excepcional: Bobby Fischer venía con una racha impresionante de 19 triunfos seguidos frente a grandes maestros de primer nivel; Petrosian, por su parte, era el adversario más resiliente que la URSS podía oponerle a Fischer en ese momento, pues ya había sido campeón del mundo, destronando al patriarca Botvinnik y atesoraba una enorme experiencia, pues era 18 años mayor que Fischer.”

“Se afirma que Fischer llegó muy resfriado a Buenos Aires y dispuesto a no repetir algunas de las experiencias nocturnas que eran para él uno de los grandes atractivos de la ciudad. Durante años, colegas y amigos trataron de preservar todas esas anécdotas, curiosas y extrañas, por miedo a que Fischer no regresara más. Entre ellas, estaban las inolvidables veladas juveniles de la mano del maestro Larry Evans, cuádruple campeón norteamericano y periodista, quien conocía los tugurios de Buenos Aires como la palma de su mano. No obstante, una de sus pocas noches libres, Fischer fue a cenar a la casa de su amigo Tony Carrizo, quien le hizo escuchar al Quinteto de Astor Piazzolla haciendo Adiós Nonino. A partir de esa noche, como si estuviese enhebrando una suerte de cábala, Bobby exigió todos los días escuchar algo del “Gran Astor”.

“La partida contra el soviético fue trepidante. Se llegó a un final parejo y parecía que iba a terminar en salomónicas tablas. Cuando otros maestros hubieran aceptado el alivio del empate, una vez más, la genialidad de Fischer irrumpió como el estallido de una tormenta: halló un camino, sacrificando peones, para incomodar a Petrosian. Tomó la iniciativa y, contra el curso natural de la partida, se alzó con la victoria. Fue tal el furor que generó el triunfo de Fischer que el gobierno nacional lo contrató para que hiciera un ciclo de simultáneas en 17 ciudades del interior del país. El destino le tenía preparado en Tucumán una sorpresa, que haría estallar por los aires sus previsiones.”

“La terraza del Hotel Cerro San Javier era un paraíso de estrellas bajas y aroma fresco de jazmín. Todo el personal del hotel sabía que nadie podía acercarse a la mesa de Fischer. De pronto una mujer joven, alta, esbelta, llegó hasta la mesa y pidió con firmeza: “Señor Fischer, ¿me podría firmar un autógrafo?”. El maitre se desesperó pidiéndole disculpas a Bobby al tiempo que los mozos la rodearon para evitar más molestias. Fischer dijo por lo bajo: “Qué se vayan todos menos la chica”. Se llamaba Yamila. Fischer la invitó a sumarse a la gira.”

Escombros de la distancia

“Bobby Fischer creía haber dado jaque mate a su soledad. Le presentó su compañera a Antonio Carrizo diciendo que se trataba de su futura esposa. Carrizo impresionado por la belleza de esa mujer, le propuso trabajar en su programa de Canal 9. Una noche en el Clarigde, Fischer le propuso casamiento; le dijo que podría ser en Buenos Aires, en San Javier o en Nueva York, hacia donde debía regresar. Yamila no aceptó hacerlo de inmediato ante la recomendación de sus padres y prometieron hacerlo al año siguiente.”

“En 1972, el retador Bobby Fischer destronó en Islandia al entonces campeón mundial Boris Spassky. Para entonces, la misteriosa Yamila ya había sido olvidada entre los escombros de la distancia.”

Con información propia y de los sitios Más Neuquén, Por siempre Neuquén, Diario Hoy de La Plata, Página 12 y Wikipedia.

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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