Qué esperaba encontrar el Nano y cómo fue ese recital gratuito que dio en el histórico cine de la villa temporaria, mientras se construía la represa.
“Esperaba encontrarme con el 100 por ciento de obreros. Y solo encontré un 33 por ciento. Otro 33 por ciento dormía para madrugar al día siguiente y el otro trabajaba en el turno del mediodía, hora en que di mi recital”, contestó Juan Manuel Serrat al periodista del diario Crónica, en la puerta del hotel Alvear en Buenos Aires. Pocas horas antes había dado un recital gratuito en el histórico cine-galpón que tenía la villa temporaria de El Chocón. Ese 6 de febrero de 1972, la primera vez que el catalán pisó suelo neuquino, dejó un sabor agridulce en él y también en buena parte de la población de la región.
Los estertores del Choconazo (la huelga histórica de los obreros de El Chocón entre diciembre de 1969 y marzo de 1970) todavía se podían sentir en la margen norte del río Limay. Esa lucha, que se enardeció por las miserables condiciones de trabajo en las jornadas de 12 horas, el no reconocimiento de los delegados electos por los obreros y por la ebullición del rechazo a la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, fue una de las tantas revueltas populares que se vivieron en la Argentina desde 1966 hasta 1973. Un gran sector de la población argentina absorbió los movimientos revolucionarios latinoamericanos de la época y la politización de la vida cotidiana era un elemento distintivo. Cada hecho masivo, artístico, político o deportivo, centraba los análisis ideológicos hasta el más mínimo detalles. Los recitales de Serrat y el Chango Nieto, entre otros, y la presencia de la tercera división de River y la primera campeona de Boca Juniors, en la villa de El Chocón, fueron carne del análisis político local y nacional.
Aquí, un sector importante vio esas actividades como herramientas de propaganda del régimen, para ocultar lo que se vivía en la construcción de la represa. En el gobierno de facto, se buscaba escalar sobre la represa un logro de gestión que le trascendería: “la obra del siglo”.
Serrat lo vivió en carne propia
El cantautor catalán llevaba más de una década sorprendiendo al mundo hispano con sus letras, su música y su particular forma de orientar la carrera artística, empeñado en que se valorara su región y su lengua, en apoyar claramente los procesos revolucionarios y en plantear banderas impensadas para la época como la ecología y la ampliación de los derechos de las mujeres. El 80 por ciento de esta nota está basado en un excelente libro de la periodista y escritora Tamara Smerling, “Serrat en la Argentina”, publicado por la editorial Planeta, que recomendamos para su compra y su lectura.
Luego de la primera oleada en Argentina de popularidad (entre 1969 y 1971), Serrat llegó en el verano de 1972 poniendo las cosas en claro: en el programa de televisión más popular del país, aseguró al animador Pipo Mancera que “yo no soy anticomunista” y “me siento un hombre de izquierda”. Quizá ya harto de estar harto de los compromisos comerciales y de difusión con que comenzó obligadamente su carrera, tras esa década de popularidad ya no soportaba ciertas preguntas o utilizaciones.
Lo cierto es que por más que quisiera Serrat aclarar el panorama, pregunta tras pregunta o presentación tras presentación, se encontraba otra vez con lo mismo: el mencionado periodista del diario Crónica le preguntó al volver del recital de El Chocón “¿fuiste a cantar para hacer demagogia?”.
Y dijo Serrat: “parecería que cualquier acto que uno comete hay que justificarlo plenamente. Una vez más voy a repetir que a El Chocón fui porque quise, porque lo pedí y porque siempre me gusta cantar en un lugar donde me sienta a gusto. Yo no fui allá por el sistema, ni por el gobierno de este país, ni mucho menos por paternalismo. Fui para cantar a la gente que quiero y, sin embargo, fíjate tú lo que son las cosas, he comprobado la ingenuidad que poseo”. Y allí se confesó sobre lo que esperaba encontrar y lo que realmente sucedió en el cine-galpón de la villa temporaria choconense.
Cómo fue el recital
Joan Manuel Serrat (o Juan, como castellanizó luego su carrera) llegó a mediamañana al aeropuerto Juan Domingo Perón de Neuquén, a bordo del Tango 02, el avión militar utilizado por la presidencia de la Nación para las comitivas que acompañaban los viajes de Juan Carlos Onganía. En el libro mencionado se indica que la gestión del vuelo en esa nave correspondió a Radio El Mundo que tenía la exclusividad de transmisión radial del recital desde El Chocón.
En las imágenes del video que acompaña esta nota se lo ve en una mañana esplendorosa del 6 de febrero de 1972 cuando baja con su abundante melena, es recibido por la periodista Susana Cuestas, del diario Río Negro, y unas doscientas personas que lo aguardaban.
Tamara Smerling agrega un dato desconocido hasta el momento: “el trasbordo de los 500 kilos de equipaje, entre equipos e instrumentos, tuvo serios problemas porque nadie en la estación se ocupó de bajarlos y fueron los propios músicos, el mismo Serrat o los integrantes de la comitiva quienes debieron cargarlos. Los músicos perdieron tanto tiempo en ese tras-lado que el recital —y la transmisión de Radio El Mundo, que iba en directo— se demoró más de cuarenta minutos”. Y otra apostilla intimista de ese viaje en avión: “el ´Muñeco´ Mateyko contó que en el avión, como estaban sin personal, Serrat jugó a que era un ´azafato´ y le sirvió bebidas a los periodistas como un modo de retribuir lo bien que lo trataron desde que llegó a Buenos Aires. El cantante —contó el conductor— lo cumplió solo a medias porque después de un rato se tiró en el fondo del avión y durmió hasta que aterrizaron cerca del mediodía”.
Desde el Aeropuerto partió Serrat, los músicos y los periodistas en un colectivo con los que Hidronor trasportaba a los obreros. En el ingreso a la Villa, donde hoy se erige la figura de un dinosaurio identitario del pasado de la región, subió en el asiento del acompañante de un flamante Torino y así llegó a las construcciones temporarias que la empresa había levantado para jerárquicos y trabajadores de la represa, con autos y gente a ambos lados del asfalto.
Los cuatro músicos (batería, flauta, bajo eléctrico y batería) formaron el apoyo de Serrat que con su guitarra ofreció una veintena de canciones populares en ese momento y entrañables aun hoy. En el video se puede disfrutar lo que fue “Mediterráneo” ante un auditorio que desbordó las instalaciones del cine, pero que a Serrat le dejó un sabor agridulce.
Hola Sergio, la joven periodista que aparece en esa foto era Susana Cuestas, que en aquella época trabajaba en el diario Río Negro. Soy su hijo, Marcelo y recuerdo muy bien ese momento porque era pibe y estuve presente, allí en el aeropuerto y luego en el recital que dió en la villa obrera. Saludos!
Hola Marcelo! Mil gracias por el dato, ya lo pongo en la nota. Perdón pero no la reconocí ni encontré n
inguna información al respecto. Es más, tampoco se encuentra en internet nada que haya publicado el Río Negro.