Para un viajero al que le gusta explorar por fuera del circuito turístico, tratando de encontrar historias desconocidas o casi olvidadas, el sur argentino es el lugar ideal. La Patagonia en sí tiene esa mística que pocas zonas del mundo aún conservan. Es una palabras que transporta inmediatamente a la aventura como “Amazonas”, “Siberia”, “Alaska” y algunos más…
Viajar en soledad, tiene algunas ventajas, en mi caso, por ejemplo, me permite detener mi vehículo cada vez que lo deseo o si algo atrae mi atención, sin tener que rendir cuentas a nadie. La gente suele viajar apurada. Grave error. Y sí, soy curioso, así que suelo parar bastante y muchas veces incluso sin ningún motivo lógico, pero por experiencia propia sé que en cualquier lugar desolado siempre que “parece que no hay nada”, me bajo, salto el alambrado, me pongo a husmear un poco en los alrededores y presiento que voy a encontrar algo que me llame la atención, aunque a muchos les parezca insignificante. Esto quizás sea, en parte, el motivo del por qué suelo viajar solo.
Me he maravillado con alguna vieja botella que vaya a saber qué historia tuvo, una lata con alguna inscripción extraña, una herradura de quién sabe qué época, una flor que jamás había visto antes, y por supuesto piedras y cantidad de insectos que por mi ignorancia en estas temáticas no puedo reconocer ni clasificar. Siempre me prometo que durante ese año y antes del próximo viaje, estudiaré al menos por mi cuenta sobre esos temas. Jamás cumplí, claro. Pero en ese momento al menos me deja contento.
Soy de los que piensan que no hay sitio en el planeta que no ofrezca alguna historia que merezca ser contada y la Patagonia, tierra de leyendas si las hay, no sería justamente la excepción. Solo hay que indagar, buscar, preguntar, escuchar, y seguro aparecen a montones.
Y es así que el hecho de viajar solo, necesariamente me acerca más a las personas de los lugares por los que viajo y esos “locales” suelen conocer mucho más que lo que dicen los folletos turísticos de la zona. Es fija, el que busca encuentra.
En enero de 2018, en uno de los habituales viajes que realizo por Patagonia, recorría la legendaria Ruta Nacional 40 en Santa Cruz, y por supuesto en el trayecto entre Calafate y El Chaltén, hice una parada obligada en el paraje La Leona, un mítico lugar que bien vale una visita.
La zona, y por ende el paraje, deben su nombre a que el 3 de marzo de 1877, el Perito Moreno, fue atacado y herido por una «leona» (en estos lugares a los pumas se le suele llamar leones) mientras acampaba al lado del río.
Construido en 1894 por los Jensen, una familia de inmigrantes daneses, se dice que entre otros se hospedaron en este pequeño hotel, Butch Cassidy, Sundance Kid y Ethel Place, los 3 famosos bandoleros norteamericanos que había robado el Banco de Tarapacá y Argentina Limitada en Río Gallegos, en su huida hacia Chile. También pasaron aquí personajes legendarios como el padre De Agostini, el famoso escalador italiano Casimiro Ferrari o el uruguayo Asensio Brunel un ermitaño mezcla de Robin Hood y Billy The Kid que terminó muerto por varios colonos de la zona en un tiroteo digno de las mejores películas del Oeste americano.
Funcionó como pulpería y almacén de ramos generales. Y hoy cumple funciones similares con el agregado de la venta de souvenirs para el turista que anda por la zona.
En ese mostrador un vaqueano de la zona me advirtió que me había pasado de largo y no había visitado la joya de la zona, el extraño “Observatorio Astronómico”. Incrédulo… por un momento me pareció una broma, pero ante la cantidad de datos que me daba acepté que la historia era verídica.
El Observatorio, fue un emprendimiento científico hoy casi olvidado. Al lugar se accede después de franquear una tranquera en una estancia llamada “El Mangrullo”, que al menos en ese momento encontré abierta. Les dejo un dato pero que no se entere nadie, tiene una cadena con candado, pero si observan bien, en realidad tiene un gancho y se abre fácil sin destrabar el candado. (De nada amigos viajeros).
Entré y como no vi a nadie seguí acercándome al lugar…que ya de lejos me dejó sorprendido, sinceramente es muy pintoresco. ¡Si su DNI, amigo lector, indica que ud tiene entre 40 y 60 años, esta edificación le recordará al Observatorio de los dibujitos de la Pantera Rosa! (Para más datos…episodio 45 de la serie).
En mi etapa de estudiante la Astronomía, no formaba parte de mis planes de estudios, y lo más cerca que estuve de aprender algo al respecto fue el hecho de haber tenido un amigo a fines de los ´80 en La Plata que estudiaba esa carrera, mientras yo cursaba Arquitectura. Le decíamos PANCHO, y perdí su rastro así que, si alguien conoce un astrónomo con ese apodo contacteme por favor, no puede haber más de uno. Lamentablemente olvide su apellido.
Bueno como una cosa lleva a la otra, justamente en La Plata existe un Observatorio Astronómico que comenzó a realizar observaciones específicas de astrometría a partir de 1913. La astrometría es la parte de la astronomía que se encarga de estudiar la posición y movimiento de los astros. El trabajo a realizar eran unos catálogos estelares de las estrellas próximas al Polo Sur.
A mediados de la decada del 30 asume por segunda vez la dirección del Observatorio el Ingeniero Félix Aguilar. En ese entonces este tipo de observaciones eran muy necesitadas por la comunidad astronómica internacional, ya que los observatorios del hemisferio sur que realizaban este tipo de tareas eran muy pocos. Con el objetivo de llevar adelante estas tareas en condiciones más ventajosas, propone establecer un observatorio en el sur del país, como una sucursal permanente del Observatorio Astronómico de La Plata.
Aguilar busca el lugar más propicio para la futura “Estación Astronómica Austral” y finalmente elige este sitio de la provincia de Santa Cruz. Aparentemente desde allí las estrellas circumpolares se podían observar mejor que en la ciudad de las diagonales.
Félix Aguilar fallece en 1943 y lamentablemente no llegó a ver este complejo en funcionamiento. Recién en 1945 luego de tantas postergaciones el nuevo director decide retomar la idea y da nuevo impulso a la construcción de la Estación y la llama “Félix Aguilar” en honor a su gestor.
Constaba de una casa para los Astrónomos, Caballerizas, y edificio propiamente dicho del Telescopio destinado a resguardarlo especialmente de los fuertes vientos, realizado en chapa de hierro en forma de cúpula. Después de muchos años, finalmente se pone en funcionamiento en la década del 60.
Como siempre, con muchos problemas ya que el telescopio luego de haber estado encajonado durante 30 años, al momento de la inauguración, se encontraba en tan mal estado que resultaba imposible su uso sin nuevas reparaciones y actualizaciones. Por este motivo, inmediatamente el telescopio fue desmontado y enviado a La Plata. Finalmente en 1961, fue nuevamente armado y ajustado y dan comienzo a la primera etapa de los trabajos terminando estas tareas a mediados de 1970.
Las condiciones de vida y sobre todo las climáticas eran muy duras y nada adecuadas para la práctica astronómica. Tenían solo unas 80 noches útiles al año. Tampoco se contaba con movilidad y la atención médica más cercana estaba a 100 km en el aún minúsculo poblado de El Calafate. Los altos costos de mantenimiento llevaron a que en la década de los 70 se decidiera su cierre definitivo.
En estos últimos años lo he visitado cada vez que pasé por allí. Incluso este verano 2023 junto a otra gran viajera, mi prima Andrea Ipucha, que llegó desde Italia en busca de conocer la Patagonia profunda. El estado actual de las instalaciones, tanto por las inclemencias del tiempo y por la depredación causada por algunos inescrupulosos visitantes no es muy bueno, por no decir que causa pena. La puerta desapareció, su interior está en ruinas y la cubierta de hierro presenta ya manchas de oxido que hacen pensar en un futuro no muy promisorio. La casa, aún hoy existe y aparentemente está ocupada por una familia.
Creo que la Estación Astronómica Austral “Félix Aguilar” debería formar parte del patrimonio histórico astronómico argentino y merecería ser recuperada.
En 2009 se presentó un Proyecto de Ley para declararlo Monumento Histórico Nacional lo cual hubiera permitido asegurar su restauración y conservación. Y dada su ubicación podría constituirse en un atractivo turístico con buena afluencia de público ya que como dije más arriba se encuentra entre Calafate y El Chaltén, en la mismísima RN40.
Lamentablemente las ruinas de aquel edificio pensado con fines científicos hace casi un siglo ya, y puesto en funcionamiento después de 30 años de vaivenes son una especie de metáfora de lo que le sucedió a nuestro país: grandes proyectos en pos de llevar el país a la vanguardia mundial. Hombres audaces, con coraje, visionarios, con ideas difíciles de llevar a cabo, casi todas con finales tristes. En fin…
¡Hasta la próxima amigos!
Muy interesante historia Diego, yo también visité el observatorio hace bastantes años y es una pena que no se lo incorpore adecuadamente al circuito turístico. En enero de este año quise pasar a verlo y no pude porque hay una tranquera con candado.
Muchas gracias pato querido, como te comente en Face, la tranquera tiene una trampita pero se puede ingresar igual. Para la próxima ya sabes jaja,
Y ojala coincidamos en alguna ruta alguna vez.
Admiro mucho tu trabajo
Abrazo grande
Muy bueno.
Muchas gracias Alexis!!!!