Ad image

Filmando hasta el último aliento de vida

Mario Novack
Por Mario Novack
Leonardo Herichsen, el camarógrafo argentino que grabó su propia muerte. Hoy se celebra el Día del Camarógrafo en su homenaje.

El diputado Félix Ríquez va y viene del despacho al recinto. Lo tiene ansioso la sanción del proyecto de Ley que instituye el día del camarógrafo. Junta los documentos que forman parte del mismo y la argumentación que le ha hecho llegar Sergio Pérez, impulsor de la iniciativa.

Es que este recordatorio es netamente santacruceño. Félix Ríquez, el “Puma” para la mayoría de los lugareños y aquellos que actuaban en la política ocupaba la banca de diputado nacional luego de un frustrado intento de llegar a la gobernación en el año 1983, fue el impulsor de la ley 23.689.

Sergio “Flecha” Pérez sigue siendo un trotamundos que había arribado a nuestra ciudad desde la zona valletana de Río Negro y se desempeñaba en la televisora estatal como camarógrafo y productor en Canal 9 de Río Gallegos.

Fue él quien motorizó la iniciativa en homenaje a Leonardo Henrichsen, aquel camarógrafo que un 29 de junio de 1973 filmara su propia muerte en la intentona de golpe de estado contra el presidente chileno Salvador Allende.

Era un homenaje adeudado a Leonardo que es considerado una figura relevante en la historia de la televisión sueca para la cual trabajaba aún no valorado en su justa dimensión en nuestro país. Ni hablar del reconocimiento y pedido de justicia por la que sus familiares, en especial sus hijos  Josephine y Andrés,  aún continúa batallando en ámbitos y foros internacionales.

  La ley, como tal fue sancionada en la Cámara de Diputados el 19 de julio de 1989 y promulgada el 8 de agosto del mismo año mediante decreto 449/89, en los primeros meses de la presidencia del riojano Carlos Menem.

  Pero quien fue Leonardo Henrichsen y como lo asesinaron son elementos que necesariamente debemos desarrollar para que este día, sea no solo de festejo sino también de recordación de un trabajador de la imagen que dio su vida en pos de la cobertura noticiosa.

Esa mañana del 29, el gobierno del presidente socialista chileno, Salvador Allende, estaba por caer y Leonardo Henrichsen hacía casi seis minutos que filmaba en la calle Agustinas los aprestos de una asonada militar que se conocería como «El Tanquetazo», ya que se intentaba perpetrarla a bordo de tanques.

  Los próximos segundos serían fatales para el camarógrafo, pero también impactarían al mundo entero. En una camioneta que acompañaba a esos tanques iba el cabo Bustamante Gómez, quien al igual que sus camaradas advirtió como eran filmados en plena aventura golpista. Alguien dio la orden entonces de dispararle al intruso que filmaba y uno de los soldados empuñó más rápido que todos su ametralladora para cumplir con el pedido.

«Nos disparen..!!, ¿no ven que somos periodistas?», fue la anteúltima frase que Henrichsen pronunció en su vida.

Las últimas palabras las dijo en brazos de su compañero, el periodista sueco Jan Sandquist, y cuando un gran chorro de sangre se desparramaba por su espalda. «Jan, me muero..», alcanzó a decir. La bala le había atravesado la aorta.

Pero antes de morir, Henrichsen había seguido apretando el obturador de su cámara francesa Eclair para continuar la filmación. El soldado chileno había tenido que acercarse hasta el hombre herido de muerte para poder arrancarle la cámara y llevársela con el testimonio del asesinato.

Las imágenes fueron reveladas secretamente en un laboratorio argentino y dadas a conocer en Chile el 24 de julio, casi un mes después del crimen. No es difícil entender por qué causaron tanto impacto y recorrieron el planeta.

  Allí aparecen los soldados que encabezaron ese golpe fallido contra Allende, apenas el preludio del período de terror y sangre que iba a comenzar el 11 de septiembre de ese mismo año con el dictador Augusto Pinochet.

Luego se ve al autor del disparo apuntando su ametralladora contra la lente. Y después esa sucesión de imágenes confusas que mezclan lentamente tomas del horizonte, del piso y del cielo, prueba indudable de que la persona que lleva la cámara va tambaleándose y termina cayendo.

Josephine Anne y Andrés Ricardo, como también Esteban (el tercer hermano, que vive en Canadá), vieron esas imágenes cientos de veces. Como las vio Heather Macfarlane, la esposa de Henrichsen.

La familia tardó décadas en reponerse del golpe y del miedo, pero finalmente pidió ayuda a una organización —la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo— para enfrentar los altos costos de la demanda judicial.

Los abogados Irma Villagra y Fabiola Letelier están a cargo del trámite. Y las pruebas surgieron de una investigación del periodista chileno Ernesto Carmona, quien pudo acceder al expediente abierto por el Ejército de Chile y a las declaraciones de los conscriptos en aquellas duras semanas de 1973.

Además de acusar al suboficial Bustamante Gómez, la familia Henrichsen también pidió la declaración de Pablo Rodríguez Grez, un ex dirigente ultraderechista chileno al que se acusa de ser uno de los gestores de aquel golpe fallido, y que hoy es abogado justamente del dictador Pinochet.

  La fortaleza vuelve cuando recuerdan a aquel muchacho de 33 años, camarógrafo de la televisión sueca y free lance de Telenoche. Ese hombre feliz que vivía en el barrio bonaerense de Punta Chica y que esperaba terminar su trabajo en Chile para empezar una beca internacional de perfeccionamiento que nunca pudo llegar a disfrutar.

  Los testimonios tambaleantes de su último trabajo se convirtieron en un símbolo del periodismo. El final de su filmación es una imagen donde se imponen las rayas en blanco y negro. Ya no hay sonido. Ya nadie filma. En ese silencio se puede adivinar la muerte de Leonardo Henrichsen, el camarógrafo que ejerció su oficio hasta entregar el último aliento

Morir es la Noticia

A fines del 98 fue presentado en Buenos Aires el libro del periodista y escritor Ernesto Carmona titulado “Morir es la Noticia”.

La tapa que ilustra ese trabajo es el momento fatal del disparo que asesina a Leonardo Henrichsen, pero también en las páginas posteriores un homenaje a los periodistas y comunicadores chilenos que murieron, fueron encarcelados o debieron partir al exilio durante la dictadura del gobierno que encabezara Augusto Pinochet Ugarte.

Me tocó ser panelista por el Sindicato Argentino de Televisión en la presentación del libro, realizada en el Teatro Municipal General San Martíon de la ciudad de Buenos Aires y allí se encontraban presentes ex compañeros, familiares y directivos de la televisión sueca para la cual Leonardo trabajaba.

A lo largo de este tiempo en que hemos entablado contacto con su hija Josephine, fundamentalmente, nos informó esta mañana que la causa está en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, bajo el pedido de crimen imprescriptible y de lesa humanidad..

  El gobierno chileno se pronunció apelando a prescripción. Contestamos al gobierno chileno. Ahora esperando que siga la causa a la Corte interamericana o que se reabra en Chile.

El abogado que representa a la familia, el  Dr. Hiram Villagra, sostuvo que  “recientemente, el tribunal ordenó el nuevo archivo de la causa, por segunda vez, declarando agotada la investigación, y nosotros hemos solicitado con fecha de hoy el desarchivo de la causa y su reapertura. No aceptamos que se instale la impunidad y vamos a seguir exigiendo que se tome la resolución que en derecho corresponde y que es el procesamiento de los responsables de este crimen”. Proyecto Internacional de Derechos Humanos – PO Box 32776 London SE1 1AX, UK. – hhrr_project@hotmail.com – www.memoriaviva.com Lo que corresponde al procesamiento: que es un crimen de guerra y de lesa humanidad y por lo tanto no es susceptible de ninguna causal de extinción y, estando ya cumplidos los requisitos de auto procesamiento del artículo 274 [identificación de los culpables y establecido el hecho], es necesario procesarlos. Pero además, acompañamos dos nuevos antecedentes: uno que es bastante valioso, que aportó la propia familia Henrichsen, que es el ejemplar de la televisión sueca de la nota periodística donde él muere. El ejemplar que tenía el proceso era a nota de Chile Films, con bastantes imperfecciones técnicas, que podían dar lugar a dudas. Esta nueva versión original de la película, donde se distingue con toda claridad el transcurso de los acontecimientos, es un antecedente que claramente tiene que ser incorporado al proceso. Pero aparte de ese tema probatorio, el tema de fondo es que están identificados los culpables, está establecido el delito y este crimen no puede ser considerado ni amnistiable ni prescriptible”. El principal inculpado es el ex cabo del Ejército Hernán Bustamante Gómez. “Este es un crimen de lesa humanidad. Hay un deber del Estado de responder; hay un reconocimiento de la responsabilidad del Estado a través de una nota [de la dictadura] en que señalaron estar dispuestos a reparar y eso obliga a las tareas de investigar y sancionar. Cuando el Estado chileno crea impunidad el día 11 de septiembre [de 1973] al cerrar una causa abruptamente, está incurriendo en una irresponsabilidad internacional que sólo puede ser reparada con la reapertura y el castigo final de los culpables”

Que sea justicia para Leonardo es de esperar, para dejar testimoniado que su muerte a las 9 de la mañana del 29 de junio de 1973, en la calle Agustinas, a metros del Palacio de la Moneda, no fue en vano y merece justicia.

ATE
Compartir este artículo
Periodista, investigador histórico y escritor con una larga trayectoria en los medios de comunicación de Río Gallegos, Santa Cruz. Actualmente conduce un programa de radio en FM UNPA, compartida con LU 14 Radio Provincia de Santa Cruz y AM 740 Radio Municipal de Puerto Deseado y publica sus investigaciones históricas en el diario Nuevo Día. Es de su autoría una Cantata de las Huelgas Patagónicas y letras de canciones. Vive en Río Gallegos
Dejanos tu comentario