Juan Mendoza saludó emocionado al militar encargado de dictarle el telegrama urgente que debía ser enviado a Buenos Aires. La oficina del telégrafo en Río Gallegos aún no había inaugurada oficialmente y ya tenía su pre-estreno con la noticia de un sangriento motín en la Isla de los Estados.
Era un 14 de diciembre de 1902 y en la pequeña ciudad se vivía un clima de tensión por la fuga de medio centenar de reclusos, de la que era considerada la prisión del Diablo, en Puerto Cook . Con ansiedad y expectativas en el hall del edificio postal aguardaban los otros empleados del servicio telegráfico: José Acevedo, Arturo Guerra, Juan Fary y Manuel Reguera.
Serio, nervioso y adusto el Teniente de Fragata Enrique Fliess le dicta a Mendoza el extenso mensaje que es remitido al Ministerio de Marina de la Nación. El 61 y el 75 repite el militar, en una referencia usual por aquellos tiempos en denominar con el número al recluso que por supuesto tiene nombre y apellido y que cita cuando desarrolla el informe.
Anochece en Río Gallegos y la actividad en la casilla del Telégrafo es frenética. Se suman efectivos militares y autoridades del territorio que quieren saber sobre las características del motín y posterior fuga.
Conocen ya de la existencia de dos muertos en la evasión del penal y se preocupan por el destino incierto de los fugados, especulando que representan un peligro en la eventualidad de un arribo a Río Gallegos.
Juan Mendoza respira hondo, se empeña en cumplir con la misión de remitir prontamente el telegrama y agradece estar allí al presidente Roca que cumplió con la promesa de poner en marcha el servicio en su reciente visita al sur y su histórico encuentro con el presidente chileno Federico Errazuriz.
“Trasmita este despacho“ dice enfáticamente el Teniente Fliess y en Buenos Aires comenzarán a recibir el informe y a preocuparse con su contenido.
El diario El País, en su edición del lunes 15 de diciembre de 1902 titula: «Sublevación de presos en la Isla de los Estados. Golpe audaz. Muerte de centinelas. Oficiales sorprendidos. Huída de 51 presidiarios. Salida del Patria».
Agrega: En el Ministerio de Marina se recibió anoche la siguiente importante noticia telegráfica: «Puerto Gallegos -transporte Ushuaia- Señor Ministro de Marina: Al fondear en Puerto Cook (Isla de los Estados), el 10 de diciembre a las 6 p.m., de regreso del primer viaje afectado con el buque a mi mando, transportando materiales del presidio de esa isla a Ushuaia, se aproximó un bote trayendo al maestre de víveres del presidio, quien me comunicó de parte del alférez de navío Clodomiro Matheu, que 51 penados se habían sublevado y abandonado la isla en dos balleneras y un bote salvavidas.
Poco después vino a bordo el alférez Matheu y me relató en la forma siguiente lo sucedido: “El 6 de diciembre a las 3 de la mañana, un grupo de penados complotados mataron por sorpresa a los centinelas: soldados Bonifacio Díaz y al marinero José Lagos e hirieron al cabo Eduardo Alejo y al soldado Cirilo Martínez; después se apoderaron del armamento del cuerpo de guardia. Todo esto fue hecho en el mayor silencio.
Enseguida de tener el armamento y munición, rodearon de centinelas los alojamientos del alférez Matheu y del teniente Altamirano, jefe del destacamento militar, la cuadra de los soldados y marineros y las casas de las familias de los penados. Estas medidas fueron tomadas por los penados 61 Félix Cabrera y 75 Luis Maldonado, quienes hacían de jefes del motín.
Los promotores parecen ser quince penados, aumentados después hasta 51, todos ellos quisieron luego obligar a los 32 restantes a acompañarlos, teniendo ellos que huir al monte para escapar a las amenazas de muerte. El alférez Matheu y el teniente Altamirano, que estaban durmiendo en sus alojamientos, tuvieron conocimiento de la sublevación a las 3 y 30 a.m. por un soldado que consiguió huir de la cuadra.
Inmediatamente salieron y se encontraron rodeados por penados sublevados, armados, y el presidio en poder de ellos. El penado 61, Félix Cabrera, se dirigió a ellos y les dijo que iban a abandonar la isla en los botes, lo que efectivamente efectuaron a las 8 a.m. de ese mismo día, llevándose el armamento, la ropa de marineros y los víveres y habiendo manifestado que su intención era ganar territorio chileno por Tierra del Fuego o al Estrecho, y según algunos querían esperar al Ushuaia, que suponían llegaría en esos días, para tomarlo por sorpresa, pues habían averiguado que no tenía armamento.
Entre los penados que quedaron en la isla era tal el temor de que esto hubiera sucedido, que al entrar el buque a Cook ganaron el monte, quedando en el muelle el alférez Matheu y unos cuantos hombres y recién regresaron al ver que no habían novedad.
A cargo del presidio estaba el alférez de navío Clodomiro Matheu, por haberse trasladado el teniente de navío Segundo Valladares con 36 condenados, llevando para cuidar a estos a una parte del destacamento a Ushuaia, en donde se ha dado principio a la instalación del nuevo presidio con los materiales que este buque llevó en su primer viaje del 30 de noviembre al 10 de diciembre.
Enseguida de tener conocimiento de los hechos que acabo de comunicar a V.E. resolví trasladarme a Gallegos para comunicar con V.E. y pedir fuerzas del 1º de Infantería de línea para reforzar el destacamento de Ushuaia, guarnecer las islas que ha quedado sin fuerzas armadas, pues los sublevados se han llevado todas las armas, y poder tener a bordo algunos hombres armados, para poder recorrer la costa de la Tierra del Fuego e isla en busca de los presidiarios y poder hacer efectiva su prisión en caso de encontrarlos.
La resolución de venir a Gallegos la he tomado también para no producir alarmas en Ushuaia, donde no hay elementos y la noticia de la sublevación podría inducir a los penados a tratar de evadirse. Al conocer mi resolución el alférez Matheu me pidió embarcarse con los penados por no poder custodiarlos en tierra y hallarse completamente desmoralizados y desarmados. Hallando razonable este pedido, los he embarcado, teniendo a los penados en una bodega con la mayor seguridad. En la isla han quedado cuidando de los galpones el contramaestre con algunos hombres y familias de penados.
En la fecha solicito del señor jefe del 1º de Infantería de línea un refuerzo de 40 hombres, 15 para la Isla de los Estados, 15 para Ushuaia y 10 para este buque. Espero órdenes de V.E. en Gallegos. Hay un chasque en la cabecera de la línea para conducir con la mayor rapidez los telegramas a Puerto Gallegos.
En este puerto el buque está completamente incomunicado con tierra, para evitar noticias a los penados. Entre los evadidos, 25 son confinados a presidio por tiempo indeterminado. De Cook zarpé a las 11 a.m. para Gallegos y al pasar por Año Nuevo, el faro funcionaba sin novedad. Enrique Fliess. Comandante del transporte Ushuaia».
Inmediatamente recibido el despacho telegráfico, el Ministro de Marina ordenó que se preparara el crucero Patria, para zarpar para Ushuaia, recorriendo las costas de la Tierra del Fuego, para tratar de aprehender en la costa a los penados evadidos, llevando instrucciones especiales y reservadas.
En tanto en Río Gallegos, el gobernador Matías Mackinlay Zapiola llevaba tranquilidad a la población, transmitiendo las últimas novedades de las que tuvo conocimiento por su contacto con las autoridades navales y los despachos del ministerio de Marina.
Pero el motín y la fuga de Puerto Cook, terminaría en desastre para los evadidos, ya que siete de ellos murieron y otros 39 fueron apresados por Enrique Fliess, oficial encargado de la Base Militar o por Horacio Balivé que comandaba el A.R.A. Azopardo, un buque de la Armada que llevaba material para el nuevo faro en construcción en la Isla de Año Nuevo.
Capturados y juzgados nuevamente, fueron finalmente trasladados a Ushuaia. Sin embargo cinco de ellos nunca fueron hallados, sin saber si habían alcanzado finalmente su sueño de libertad.
Las condiciones de vida en el Penal de la Isla de los Estados eran literalmente inhumanas, tanto para reclusos como guardiacarceles.
El informe Howard
A fines de 1900, el Consejo Supremo de Guerra y Marina comisiona a uno de sus vocales, el comodoro Enrique Guillermo Howard, a fin de que inspeccione el penal de la Isla de los Estados.
Regresa en el Buque “1º de Mayo”, el 11 de febrero de 1901. por lo que trasciende de su informe su recomendación en términos enérgicos es que se proceda sin dilación alguna a la remoción del presidio de Cook.
Luis D. Cabral, su ayudante militar y secretario durante largos años a partir de 1895, dice que Howard aprovecha las vacaciones de 1900 para efectuar ese viaje y que a su retorno «presentó un conciso pero luminoso informe, reprobando con todo el colorido más vivo, tan inhumano presidio, comparable con la Siberia de la autocrática Rusia, en un país de leyes tan libres y benignas como las de esta república».
El informe contenía el sano consejo de la inmediata traslación de esos seres humanos, por más delincuentes que fuesen y a pesar de sus condenas; se imponía ese proceder como una reparación a la justicia de parte del gobierno. Y agregaba: «Por lo menos a las costas de Ushuaia». Divulgado tan noble pensamiento surgido de un espíritu justiciero, abogando por esos desgraciados, encontró eco unánime y espontáneo en la prensa».
En este viaje, Howard constata también que, por inobservancia del principio de retroactividad de la ley penal más benigna, en el presidio existe un grupo de condenados por deserción, que son procesados y sentenciados cuando todavía rige la antigua legislación española, que castiga con diez años de presidio -el máximo de esta pena- ese delito que por la nueva legislación vigente sanciona con sólo cuatro de esa pena a lo sumo. La presentación de Howard origina la preparación de un decreto que dispone la libertad de quienes ya han cumplido esos cuatro años de presidio.
Poco después, viajeros llegados en el transporte Guardia Nacional declaran a la prensa: «El clima de la isla es malsano, por cuyo motivo el número de enfermos aumenta considerablemente en el presidio». En agosto de ese mismo año, Pedro Gori, fundador de la revista Criminológica Argentina, la primera publicación en su género editada en nuestro país, al dar cuenta de su viaje a los territorios australes, se refiere al presidio militar de la Isla de los Estados y reclama para los presidiarios un poco más de humanidad.
El penal según Pellegrini
Poco después del informe Howard sobre el penal, el diario El País, fundado por Carlos Pellegrini, anuncia que ya se «piensa en trasladar el presidio a un punto de la costa atlántica que por sus condiciones higiénicas ofrezca mayores garantías a los infelices que son enviados actualmente a aquel antro de muerte, muchísimo peor que la famosa Isla del Diablo que habitó Dreyfus».
Agrega: «Es ya tiempo de sacar el presidio de donde está. Lo reclaman las leyes, nuestra civilización y los antecedentes políticos y sociales de nuestros hombres públicos». Concluye con esta exhortación: «El nuevo Ministro de Marina, persona altamente humana y previsora está en el deber de escuchar a tan autorizado jefe, removiendo el presidio que habla muy poco a favor de nuestra civilización y que en lugar de ser un punto de regeneración moral, contribuye por razones múltiples, aparte de la higiénica, a fomentar vicios y precipitar la muerte de seres que aún pueden ser útiles a la sociedad».
En tanto en Río Gallegos, el gobernador Matías Mackinlay Zapiola llevaba tranquilidad a la población, transmitiendo las últimas novedades de las que tuvo conocimiento por su contacto con las autoridades navales y los despachos del ministerio de Marina.
Es que uno de los protagonistas de este episodio histórico había sido un joven marinero riogalleguense recientemente ingresado a la Subprefectura, cuya participación y testimonio publicaremos mañana.