El director del FBI, Christopher Wray, emitió una advertencia sobre la creciente amenaza que representan los hackers chinos para la infraestructura crítica de Estados Unidos, incluyendo plantas de tratamiento de agua, la red eléctrica, sistemas de transporte, oleoductos y gasoductos.
Esta amenaza se extendería más allá de la interrupción física, con implicaciones potenciales para la seguridad económica y la privacidad de los datos personales y corporativos de los estadounidenses.
Durante audiencias ante el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el Partido Comunista Chino, así como otras instancias legislativas, Wray y otros funcionarios de alto rango, como Jen Easterly, directora de ciberseguridad del Departamento de Seguridad Nacional, destacaron la sofisticación y el alcance de estas operaciones de ciberataque, que no solo buscarían robar propiedad intelectual y datos, sino también prepararse para causar daños significativos en momentos críticos, posiblemente en el contexto de un conflicto más amplio.
El FBI y el Departamento de Justicia han tomado medidas para contrarrestar esta amenaza, incluida la desarticulación de botnets que los hackers chinos utilizaban para ocultar sus actividades y penetrar en redes críticas. Estas operaciones se han llevado a cabo con órdenes de incautación y búsqueda obtenidas de tribunales federales, lo que demostraría la gravedad con la que Estados Unidos está abordando el problema.
El gobierno chino, por su parte, negó las acusaciones de ciberataques, calificándolas de infundadas y acusando a su vez a Estados Unidos de realizar intrusiones cibernéticas contra China.
Los funcionarios estadounidenses, incluido el general Paul Nakasone, comandante del Mando Cibernético de Estados Unidos, han subrayado que los ataques a infraestructuras civiles no tienen justificación y representan una amenaza directa para la vida y el bienestar de los ciudadanos estadounidenses.
La lucha contra los ciberataques supuestamente respaldados por el Estado chino no se limitaría a la protección de la infraestructura física; también implicaría contrarrestar los intentos de influir en las libertades y derechos dentro de las fronteras estadounidenses. Los esfuerzos de China para extender su influencia y coaccionar o amenazar a ciudadanos y residentes estadounidenses han sido denunciados en múltiples foros.