Uno de los sitios más pintorescos del casco histórico de Carmen de Patagones es el Pasaje San José de Mayo, también conocido popularmente como “la calle de las escalinatas”. Muy pocos saben de la explicación de su nombre, que le fue impuesto hace más de 30 años, y mucho menos conocido es un episodio trágico que lo tuvo como escenario, hace más de nueve décadas.
(Por Carlos Espinosa ).- Este primer párrafo de la nota copia casi exactamente, con una necesaria actualización de fechas, un artículo publicado en noviembre de 2009 en la serie “Perfiles y Postales” del diario Noticias de la Costa, con la firma de este cronista.
Ahora, a mediados de julio de 2023, en las redes sociales se acaba de escribir este comentario que sigue.
Los gestos amistosos siempre son reconfortantes, y cuando alientan acciones de finalidad social sin intereses materiales lo son más todavía. Una delegación diplomática y parlamentaria de la República Oriental del Uruguay, pueblo hermano en amplio sentido, visitó la comarca Viedma-Carmen de Patagones para reactivar un antiguo convenio de intercambio entre la ciudad bonaerense y San José de Mayo, en tierras orientales. El origen de ese hermanamiento, realizado en 1992, es la corriente pobladora maragata que llegó a ambas poblaciones en 1778. El embajador uruguayo en nuestro país Carlos Enciso, el cónsul José Luis Curbelo y el senador nacional Carlos Camy, representante del departamento donde se encuentra San José, visitaron nuestras ciudades y tomaron contacto con autoridades municipales, y de la Universidad de Río Negro.
Los visitantes uruguayos se entrevistaron el lunes 17 con el intendente municipal de Viedma, vicegobernador electo de Río Negro, Pedro Pesatti; así como también con el vicerrector sede Atlántica de la Universidad Nacional de Río Negro, Daniel Barrio. El martes 18, día de celebración patria en la historia uruguaya, la comitiva fue recibida por el intendente de Patagones, José Luis Zara, junto con el presidente del Concejo Deliberante, Julio Constantino, otros ediles y funcionarios municipales.
La oportunidad fue propicia para renovar el interés y compromiso de ambas partes sobre el espíritu de aquel acuerdo de 1992.
En este marco, entonces, volvamos a la crónica dedicada a reseñar la historia de ese bello sitio del casco histórico de Carmen de Patagones, donde los huéspedes orientales se fotografiaron junto al cartel que señala la nomenclatura de “Pasaje San José de Mayo”, acompañados por el jefe comunal Zara.
Recordemos que esa callejuela escalonada en los años ’60 era usada para “proezas” de los muchachos del centro, con algún jeep pionero de la tracción doble o con motocicletas, y por ello la Municipalidad tuvo que ponerle cadenas, para evitar accidentes.
Es una magnífica atalaya para observar el río y la vecina ciudad de Viedma con el infinito paisaje del Valle Inferior perdiéndose en la cuchilla. Es lugar de encuentro de miles de parejas de novios que aprovechan su recatada intimidad, como si los paredones laterales fueran ciegos y sordos. Además los dos inolvidables pintores maragatos, Alcides Biagetti y Julián Mayo Llambí, lo usaron de inspiración para algunos de sus cuadros.
Pero cuanto turista y fotógrafo aficionado circula por el territorio de la ciudad más austral de la provincia de Buenos Aires se detiene en su punto más alto, para captar imágenes que serán atesoradas. Ha sido anfiteatro para la realización de espectáculos de las más diversas expresiones culturales, y fue en algunas ediciones cuna de la emblemática fiesta mayor de Patagones en cada mes de marzo. Junto con la cercana Torre Histórica del Fuerte, levantada en 1780, el Pasaje San José de Mayo conforma un circuito de turismo patrimonial muy interesante.
Orígenes de barro
En Carmen de Patagones siempre hubo una vía de comunicación importante para la conexión entre el barrio del puerto y la fortaleza, que constituyó desde el principio de los tiempos el asiento de las autoridades. La actual calle Bynon fue, seguramente, el camino más rápido pero también el más peligroso, por lo empinado, utilizado por todo tipo de carruajes pero accidentado para los caminantes.
Los peatones, en efecto, usaron senderos variados, cruzando por el medio de las viviendas en desordenado andar, según las alternativas escarpadas del terreno. La primitiva urbanización del pueblo se fue concretando en distintos pasos y en octubre de 1858 la municipalidad decidió cerrar uno de los callejones que bajaban desde el fuerte hacia el muelle. Según un antiguo documento “en reemplazo del referido callejón se ubicó un espacio de terreno que se halla situado frente al asta de la bandera de la fortaleza y entre medio de la casa de don Alejo Ibáñez y el rancho de don Lorenzo Mascarello”. El terreno fue adquirido y un año más tarde, en octubre de 1859, se habilitó este pasaje.
Durante muchos años esta callejuela llevó el nombre de Dr. Baraja por ser una continuación de la calle que ahora arranca en Olivera (en la esquina posterior de la antigua escuela 2) y llega hasta la esquina del hospital.
Un accidente fatal
El pasaje era de tierra y por su fuerte pendiente, con unos 15 metros de diferencia de un extremo al otro, se convertía literalmente en un tobogán cuando se encontraba barroso como consecuencia de las lluvias. En mayo de 1930 la inclinación natural de la barranca y la imprudencia de dos muchachos que se desplazaban en un carro tirado por un caballo tuvieron un trágico corolario.
En esa oportunidad los jóvenes Felipe Badaracco y Carlos José Montero de Espinosa resultaron gravemente heridos cuando intentaron bajar la empinada pendiente con un carro de tipo jardinera. La crónica del periódico “La Nueva Era”, en su edición del 24 de mayo de ese año, dice “el hecho servirá de experiencia a las personas que circulan con sus vehículos por las calles del pueblo menos propensas para el tráfico (…) tirada por un caballo brioso la aguda pendiente lo asustó y desbocó calle abajo y al doblar en la calle Mitre para no chocar con la pared de enfrente el carruaje volcó en forma impresionante…” Felipe Badaracco murió algunos días más tarde por las lesiones sufridas y durante muchos años el triste recuerdo fue una advertencia permanente, sobre lo poco conveniente de usar el callejón para desplazarse en vehículos con ruedas.
Las escalinatas
Con el loable propósito de darle una mejor presentación y convertir al pasaje en una vía de comunicación exclusivamente peatonal la Municipalidad de Patagones realizó, en 1962, la construcción de escalones de hormigón en un número cercano al centenar. La obra se habilitó con comentarios favorables de los vecinos del sector; pero algunas semanas más tarde comenzaron a llegar las quejas. Ocurría que algunos muchachos de familias tradicionales patagonesas convertían a la callejuela de las escalinatas en el territorio de sus proezas nocturnas. Era habitual que en horas de la madrugada, tras la salida de los bailes (muy populares los de la cercana Sociedad Española) o quizás de regreso de la expedición a la otra orilla (donde ya brillaba como “catedral de la noche de la Comarca” el célebre ‘Center’s Club’) los jóvenes trepaban y bajaban por los escalones con camionetas utilitarias, tipo “jeep”, o motocicletas de poderosa cilindrada.
Hubo que buscar una solución y se decidió colocar gruesas cadenas en los extremos, más dos antiguos cañones de hierro fundido, seguramente rezagos de la dotación del fuerte, apuntando hacia Viedma en actitud poco amistosa.
No hay registros sobre accidentes ocurridos en las últimas décadas, lo cual parece indicar que las cadenas fueron el recurso adecuado.
La cuestión del nombre
El callejón cambió de nombre a fines de 1992. Fue cuando se dictó la ordenanza del 18 de diciembre de ese año, imponiendo la denominación de Pasaje San José de Mayo.
San José de Mayo es una elegante ciudad del interior de la República Oriental del Uruguay, 75 kilómetros al norte de Montevideo, la capital del país. Hace más de 30 años, en diciembre de 1992, las autoridades municipales de las ciudades de Carmen de Patagones y San José de Mayo suscribieron un acta de hermanamiento institucional. Los actos se cumplieron aquí, en Carmen de Patagones, con la presencia del Intendente y el presidente del Concejo Municipal de aquella urbe uruguaya en calidad de invitados especiales.
Por Patagones firmaron quienes eran por entonces el intendente, Haroldo Lebed; y el titular del Honorable Concejo Deliberante, Juan Héctor Angos.
¿Cuál era la razón del hermanamiento?: sencillamente una curiosidad histórica. Allá por los últimos años del siglo 18 la corona española decidió enviar colonos agricultores para el establecimiento que debía fundar el enviado Francisco de Viedma y Narváez. Algunos de ellos provenían de la región de la Maragatería y llegaban a América con la esperanza de forjarse un nuevo porvenir. En Montevideo tuvieron que esperar varias semanas y un grupo de ellos se internó en territorio de lo que es hoy el Uruguay; en tanto los restantes arribaron finalmente a las costas del río de los Sauces, nuestro río Negro.
Ese conjunto de pocas familias constituyó el núcleo fundador de esa ciudad de San José de Mayo, cuyos habitantes son conocidos –allá en tierras uruguayas- como los “maragatos”. Por eso, entonces, se construyó el hermanamiento entre las dos poblaciones, la argentina y la uruguaya. La iniciativa arrancó de Patagones y este cronista recuerda que fue Jorge Irusta, en aquel año de 1992 secretario del Honorable Concejo Deliberante, quien viajó especialmente a San José de Mayo para establecer los primeros vínculos. Después, durante varios meses, se intercambió la correspondencia y se ajustó el entendimiento.
El acto formal se realizó, como ya dijimos antes, el 18 de diciembre de 1992. Uno de los aspectos interesantes que se abrían a partir del acuerdo era el intercambio cultural entre las dos ciudades.
Los Carreteros
En aquellos años la fiesta anual de Carmen de Patagones, en cada mes de marzo, se llamaba “de la Soberanía y de la Tradición”, bajo la responsabilidad del club Fuerte del Carmen. Para la edición de 1993 llegaron especialmente a Patagones los integrantes del conjunto folclórico “Los Carreteros”, de San José de Mayo.
Esta agrupación, que registraba sus inicios en 1952, se había convertido en exponente tradicional de las expresiones folclóricas campestres uruguayas y animó una de las noches centrales de la celebración de Patagones.
En marzo de 1994 nuevamente actuaron “Los Carreteros” en Carmen de Patagones y uno de los integrantes de la misma delegación uruguaya anunció la realización de la “Primera Fiesta del Gaucho”, allá en tierras “maragatas” orientales para abril de aquel año. Surgió la idea de intercambiar visitas y fue este cronista, por entonces animador y maestro de ceremonias de aquella Fiesta de la Soberanía y de la Tradición, quien cruzó el Río de la Plata para conocer a la ciudad hermana.
La impresión de San José de Mayo fue extraordinaria, por la belleza de su paisaje campestre, la amabilidad de sus habitantes, en especial la familia Fassani que albergó en su hogar a la pequeña comitiva maragata patagonesa; y el fervor tradicionalista que se puso de manifiesto en la Fiesta del Gaucho.
Cerramos la nota, en el presente año 2023. Tal como ocurrió en 1992 expresamos nuestro anhelo de que el hermanamiento concrete actividades de intercambio cultural y deportivo entre ambas ciudades, lo que seguramente dará lugar a experiencias muy interesantes. No hay que descartar, por otra parte, que se puedan ajustar entendimientos comerciales entre San José de Mayo y la comarca Viedma-Patagones, con el desarrollo de emprendimientos productivos con intercambio de tecnología aplicada y otras variables.
Finalmente debe subrayarse la significación del anuncio efectuado, aquí en Patagones, por el senador maragato uruguayo Carlos Camy, en relación con la futura designación con el nombre de esta ciudad patagónica argentina en una arteria de San José de Mayo, Uruguay. Será, seguramente, la ocasión para devolver la visita y estrecharnos en abrazos fraternos. (En la foto de izquierda a derecha: José Luis Curbelo, cónsul general de Uruguay en Argentina; Carlos Enciso Christiansen, embajador de Uruguay en Argentina; intendente José Luis Zara; senador nacional uruguayo Carlos Camy).
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