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Hicieron su propio avión y volaron de Ushuaia a Alaska

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
Casi 40 mil kilómetros para ir y volver, mediciones de carbono negro y un sueño cumplido. ¡Mirá la entrevista!

Estuvieron siete años para armar la pequeña aeronave y amasar el sueño que finalmente cumplieron. Casi 40 mil kilómetros, unos 22 países y la medición del carbono negro en el aire. “Lo que nos llevamos es lo que vivimos”, dicen estos chubutenses.

Pacientemente, en los ratos libres, durante siete años construyeron su propio avión en Comodoro Rivadavia, colocando cada parte pensando en cumplir el sueño de volar desde Ushuaia hasta Alaska y registrar aportes para la ciencia. ¡Y lo hicieron!. Ese esfuerzo de siete años significó un vuelo increíble de 45 días donde “te puedo asegurar que la realidad superó nuestra imaginación”, cuenta uno de ellos, Juan Martín “Tinti” Escobar, a Pasó Hoy.

El proyecto “Correcaminos-De Patagonia a Alaska” lo pensaron antes de construir el avión, Escobar y Guillermo Casemayú, con los que también antes de salir mantuvimos una entrevista que compartimos en esta nota.

“Ahora te puedo decir que el viaje lo hicimos tres veces: cuando lo planificamos, cuando lo hicimos y ahora que lo estamos recordando”, indicó Escobar.

El recibimiento sorpresa que les hicieron en el Aeroclub de Comodoro Rivadavia, en cuyos hangares construyeron el avión y planificaron el vuelo.

Pero no sólo se trató de dar rienda suelta a la pasión por volar que tienen ambos, sino que se incluyó un objetivo de medición de carbono negro en el aire, como un aporte a quienes estudian científicamente los cambios en el clima que se registran en esta parte del planeta.

“El nuestro entre los aviones que vimos es un Fiat 600”, señaló con una sonrisa, al describir la aeronave que construyeron a partir de un kit experimental adquirido en Estados Unidos, un Van’s RV-7, que es un monomotor de ala baja y dos plazas, propulsado por un motor a pistón y que tiene una autonomía de hasta seis horas o dos mil kilómetros, con operación sólo en condiciones visuales, al que llaman el “Correcaminos”.

Además compraron en Eslovenia uno de los tres equipos que hay en la Argentina de medición del carbono negro en el aire, que utilizaron en toda la travesía y cuyos datos estarán pronto a disposición de las organizaciones privadas o estatales que estudian los parámetros de cambio climático.

“Este fue  el primero de los vuelos –se entusiasma Escobar-, porque en realidad nadie pensaba que lo íbamos a armar, nadie pensaba que íbamos a tener el equipo de medición de Eslovenia y nadie pensaba que íbamos a ir y venir de Alaska. Ahora que lo hicimos, nos dan ganas de ir por más”.

Un poco del vuelo

En cuanto a la travesía en sí, señaló algunos inconvenientes que tuvieron con la meteorología en la zona del Amazonas, en el Caribe y en la zona de llegada a Alaska. Pero hay algunas “perlitas” que resumen los momentos más impactantes del vuelo: el cruce de Canadá para llegar a Alaska a través del sistema de fiordos que muy pocos se animan a hacer (“imagínate que el 30 por ciento de los pilotos de Estados Unidos conoce Alaska y de ese 30 por ciento, sólo un tercio se anima a hacer esa ruta por las dificultades que presenta”,contó), conocer las diferentes realidades aeronáuticas del continente (en algunos países son muy burocráticos y en otros no exigen plan de vuelo al despegar y también la diferencia de los valores en el combustible); la confraternidad que encontraron en todos los países; el sobrevolar la estatua de la Libertad en Nueva York y poder realizar las mediciones de carbono negro para aportar a cada país esos datos, entre muchas otras.

Los pilotos durmiento en sus carpas en Last Frontier, Alaska.

Las imágenes que quedan en el recuerdo de ambos pilotos están relacionadas con el vuelo en el gran cañón del Colorado, entre los fiordos canadienses (“tuvimos en un momento problemas de meteorología y de hielo”), sobre la inmensidad verde del Amazonas, la foto en el cartel histórico de Alaska (“alquilamos dos bicicletas para llegar ahí”), la salida desde Comodoro a Ushuaia y el recibimiento que tuvieron cuando volvieron a sus pagos.

Tanto Escobar como Casamayú –además de ser amigos de la infancia en Rada Tilly– son profesionales del vuelo, especialmente “Tinti” quien no sólo es piloto sino que también fundó una línea aérea que opera en Chile y realiza algunos servicios en las provincias patagónicas.

Antes de cumplir el sueño

Con ambos pilotos dialogamos unos días antes de emprender el vuelo desde el Aeroclub de Comodoro Rivadavia a Ushuaia y desde allí cubrir el trayecto hasta Alaska. Aquí compartimos esa charla, realizada a través de la plataforma Zoom, en directo desde la ciudad chubutense:

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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