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Historias de Loncopué a Neuquén: el camino de Adolfo y Fátima hacia las becas

Redacción
Por Redacción
De Loncopué a Neuquén: el camino de Adolfo y Fátima hacia las becas

En los paisajes de Cajón Chico, entre Loncopué y Caviahue, los piñones y los chivos se entremezclan en los rincones de los faldeos de las montañas del Neuquén más profundo. Y en ese lugar, una historia emerge como prueba de fuerza y solidaridad dentro de la comunidad mapuche Millain Currical.

Adolfo, miembro activo de dicha comunidad, tomó sobre sus hombros la tarea de inscribir a más de 90 niños y niñas en el plan de becas Gregorio Álvarez. Este plan, impulsado por el gobierno provincial, es financiado por empresas vinculadas a la actividad hidrocarburífera. Una ayuda económica importante para los niños alumnos.

Desde Loncopué hasta Neuquén capital, Adolfo viajó con las carpetas de los estudiantes de las escuelas 110 de Pichaihue, 6 de Huncal, 330 de Trahuncura, y el anexo del CPEM 98 en Huncal. Su esfuerzo no fue en vano: todos los niños fueron becados.

La inscripción no fue un proceso sencillo. En una comunidad donde el acceso a Internet y la tecnología es limitado, Adolfo y su compañera Fátima Carrizo se enfrentaron a la falta de conectividad y recursos. Muchas familias no tienen acceso a computadoras o teléfonos inteligentes, lo que hace casi imposible completar el trámite en línea. Ante esta realidad, Adolfo decidió pasar a la acción y tomar un colectivo a Neuquén con toda la documentación en papel para asegurar que todos los niños tuvieran la oportunidad de ser becados.

Adolfo Dinamarca

Antes de continuar, conozcamos primero a un protagonista. Adolfo Dinamarca lleva el apellido de su madre, Ana Rosa Dinamarca, artesana e hija de Pedro Dinamarca. Ana Rosa no sabe leer ni escribir y nunca asistió a la escuela. Cuando Adolfo nació, ella aún era soltera, por lo que él lleva su apellido. Su padre, José Santiago Coliman, era albañil. Después de su nacimiento, sus padres se casaron y Adolfo fue criado por sus abuelos, Carmen y Pedro, a quienes consideraba como sus padres.

Adolfo tiene tres hermanos, Edit Mabel, Rubén y María Aidee, que llevan el apellido de su padre, Coliman. Los cuatro hermanos crecieron muy unidos, siguiendo las enseñanzas de sus padres. Adolfo, ahora padre de cinco hijos, Rosalía, Santiago Nicolás, Enzo Adolfo, Arnoldo Saúl y Judit Marisol, ha vivido una vida de constante esfuerzo y dedicación a su comunidad. En 2014, conoció a Fátima, su compañera de vida y pieza clave en esta historia, y desde entonces ha estado dividiendo su tiempo entre Neuquén y Pichaihue.

Desde joven, Adolfo comenzó a colaborar activamente con su comunidad bajo la guía del abuelo Celedonio Liñan, quien era el lonko en 1997. A través de los años, Adolfo asumió roles de liderazgo en la comunidad, primero como secretario y luego como lonko y, más recientemente, como segundo lonko. La historia del apellido Dinamarca se remonta a General Acha, La Pampa, donde varios hermanos Dinamarca llegaron como peones de campo y se establecieron trabajando en la estancia El Pino. Allí conocieron a las hermanas Millain, con quienes formaron familias, incluyendo al abuelo de Adolfo, Pedro Dinamarca.

Fátima y equipo

Fátima Fabiola Cecilia Carrizo desempeñó un papel fundamental en la inscripción de más de 90 niños y niñas de la comunidad Millain Currical en el plan de becas Gregorio Álvarez. Como compañera de Adolfo Dinamarca y MEP instructora de gas en el Centro de Formación Profesional 1 de Neuquén capital, Fátima detectó la oportunidad de las becas a través de redes sociales y rápidamente se lo comunicó a Adolfo. Debido a las limitaciones tecnológicas de la comunidad, muchos padres no podían completar el trámite por Internet. Fátima propuso entonces utilizar declaraciones juradas para suplir los certificados de alumno regular, y se encargó de coordinar y organizar la documentación desde Neuquén. Con su habilidad para manejar la tecnología, recibió fotos de los documentos familiares, armó listados y recopiló información necesaria de diversas fuentes oficiales, asegurando que todas las carpetas estuvieran completas y listas para ser presentadas.

La colaboración entre Fátima y Adolfo fue esencial para superar los obstáculos logísticos y tecnológicos que enfrentaba la comunidad. Mientras Adolfo se encargaba de movilizar al juez de paz Pedro Sobarzo para certificar las declaraciones juradas y transportaba la documentación a Neuquén, Fátima gestionaba en Educación la compilación y organización de todos los archivos necesarios. Su dedicación y habilidades permitieron que más de 90 niños y niñas obtuvieran las becas, demostrando cómo la cooperación y el compromiso pueden generar un impacto significativo en la vida de una comunidad. Fátima, con su empatía y capacidad organizativa, se convirtió en una pieza indispensable para asegurar que ningún niño se quedara sin la oportunidad de acceder a una educación equitativa.

El juez de paz Pedro Sobarzo certificó las declaraciones juradas que las familias necesitaban como requisitos para postular a las becas.

La historia de Adolfo Dinamarca y Fátima Carrizo da testimonio de la fuerza de la solidaridad y el compromiso comunitario. Enfrentándose a desafíos tecnológicos y logísticos, lograron que más de 90 niños y niñas de la comunidad Millain Currical obtuvieran sus becas educativas. Aunque las barreras sean altas, el esfuerzo conjunto y la empatía pueden abrir caminos y crear oportunidades.

ATE
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