La pequeña Benita tiene apenas cinco años, no comprende eso que le repiten de “quedar libre en trece años más”. “Ya no serás esclava”, le dice con ternura María Saéz, esposa del gobernador de Malvinas Luis Vernet.
La niña no entiende el idioma, tampoco se acostumbra a ese clima frío pues ha nacido en otro continente, llamado África y forma parte de un lote de negros que han sido comprados por los argentinos que se harán cargo del poblamiento de Malvinas.
Igual suerte corren otros jóvenes, adolescentes, que han llegado en calidad de esclavos. Algunos son “ladinos”, esos que han llegado desde Europa y han tenido roce con los españoles o portugueses, luego de ser “cazados” en el continente negro.
Los otros son “vosales” aquellos que como la niña Benita han sido traídos directamente de Africa, luego de ser “rescatados” de los denominados buques esclavistas o “negreiros”. Pero no fue la libertad esperada, sólo un cambio de dueños, aunque el destino les deparaba entrar en la historia y ser visibles a partir de ser unos de los primeros habitantes de Malvinas.
En sus últimas horas de vida la negra Gregoria Madrid le sigue hablando a la joven Dorothy Perry. Narra la historia de su llegada al archipiélago austral. “Vinimos con la expedición del gobernador Luis Vernet que se hizo cargo de las islas, en representación del gobierno argentino”.
“Llegamos junto a los gauchos que debían trabajar en el campo buscando vacas salvajes, tehuelches, un francés, un español , y otros que habían nacido en distintos países. Eramos 31 negros, casi todos rescatados de los barcos esclavistas brasileños y desembarcados en Carmen de Patagones”.
Es que en esos años Argentina y Brasil, bajo dominio portugués, estaban en guerra y los barcos corsarios argentinos abordaban a los buques “negreros” y los despojaban de sus esclavos.
La mayoría eran jóvenes de 14 años, en promedio, algunos niños y pocos hombres mayores. «Cuando nos embarcaron éramos 12 mujeres y unos 19 hombres, entre ellos niños también. Vimos que la esclavitud aquí era más llevadera que en el continente, al estar este lugar más lejos y despoblado”.
La negra hace una pausa y recuerda también etapas felices luego de su llegada. “Me acuerdo del primer casamiento en las islas entre Marta y Antonio, que era capataz de los negros un 25 de octubre de 1829. Hubo baile, comida y se festejó hasta bien entrada la noche.”
“En el medio también hubo de todo. Mucha violencia con el asesinato del sargento Mayor Mestivier, designado comandante militar por el gobierno argentino y después de la llegada de los ingleses, la rebelión del gaucho Antonio Rivero”.
“Y aunque no se reconozca oficialmente el primer niño nacido en las islas fue un afro llamado Daniel, hijo de Francisca y padre desconocido que posteriormente fue llevado a Montevideo cuando los norteamericanos atacaron las islas y provocaron saqueos y destrozos en diciembre de 1831. Y de allí lo remitieron a Buenos Aires, junto con otros detenidos, pese a su edad. Lo rescató del Patronato de la Infancia, el gobernador Vernet, al reclamarlo como “criado”.
Gregoria hace una pausa, la llegada del otoño se hace notar con el frío del mes de abril. Vuelve a hablar de esos años en que llegaron en los que hubo nacimientos y también defunciones. Los entierros eran conmovedores. Tocábamos nuestra música en los cortejos y aún recuerdo los primeros sepelios.
Negro Septiembre fue el primero en morir, en ese año 1829, luego un negro ladino murió de gota el 10 de noviembre. Fue fatal ese año, porque después le siguió Gregoria, mi tocaya, el 3 de diciembre de fiebre violenta y finalmente Julia también criada de María Saéz la esposa del gobernador Vernet.
“Has dicho Negro Septiembre, ¿ese era su nombre?», interroga la joven Dorothy. “Sí, así los llamaban Pablo Marzo, Valentín Abril, Vicente Mayo, Pedro Julio…como los meses del año y las desgracias siguieron cuando nació mi niño en 1833 y murió a las tres semanas.”
“En nuestras alegrías aprovechábamos para tocar las lonjas y tamboriles y celebrar en las fiestas. Hasta recuerdo un 9 de julio de 1829, día de la Independencia argentina, cuando se bailó y festejó durante todo el día, nos dieron ocasión para lucir nuestras mejores ropas, traídas de Buenos Aires”.
Gregoria hace una pausa, se ensombrece su mirada, cuando mira el listado de compañeros que llegaron como esclavos y aparece el nombre de Carmelita. “Carmelita, dice, fue una persona luchadora con una vida muy triste”.
Carmelita llora abrazando a su niño recién nacido. Se llamará José Simón, como su padre Juan Simón, que sólo ofrecerá el apellido sin hacerse cargo del niño. Simón es francés y tiene el cargo de capataz de la colonia en Malvinas. Es alguien imprescindible para los planes del gobernador Luis Vernet, ya que maneja con mano de hierro a los gauchos y negros en estos días del año 1831.
Parecía que la felicidad la había alcanzado cuando unió su vida al gaucho Manuel Coronel, con quien tendría un hijo llamado Manuel, como su padre y que naciera un 25 de mayo de 1833. Luego, en 1841 se casaría con el marino inglés Ricardo Penny, teniendo un niño llamado Richard.
“¿Qué ocurrió con ella?”, pregunta la joven. “No soportó la muerte de su último hijo en un accidente naval. Un día se internó en las aguas y apareció flotando en la playa, había enloquecido de pena. Eso fue un 27 de octubre de 1857, en un episodio muy recordado por todos”.
“Sucede que nos quedamos la mayoría de los negros aquí, porque los gauchos volvieron vía Montevideo y otros se fueron a Chile, por Punta Arenas. Pero aquí estuvimos y dejaremos nuestros huesos. Yo me convertí a la religión anglicana en 1841, para poder casarme. ¿Sabés que soy la última afro que sigue con vida?”, pregunta Gregoria.
La charla continúa mientras se van apagando las últimas luces del día y con ella la vida de Gregoria Madrid, ese 11 de abril de 1871 aquejada de una apoplejía. Hasta último momento estuvo con ella su marido Francis Henry Perry, que había llegado en 1837 de las Islas Bermudas y vivió hasta los 75 años, falleciendo en 1883.
Quisimos en esta ocasión hacer visible el rastro de los africanos que fueron esclavizados apresados en su continente y traídos a la fuerza hacia otros mundos. Malvinas tiene una riquísima historia previa a la usurpación británica y pretendemos en estas líneas aportar a la divulgación de la ruta afro descendiente en la historia del archipiélago.
Erróneamente se cree que la Asamblea del año XIII en nuestro país abolió la esclavitud, cuando en verdad lo que efectivamente consagró fue la libertad de vientres, disponiendo ese principio que determinaba “aquel que nazca a partir de hoy nacerá libre”.