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La educación que más duele: pobreza, desigualdad y deserción

Pancho Casado
Por Pancho Casado
El análisis editorial de la pobreza, la desigualdad y l deserción en las escuelas de Argentina y Neuquén. Foto: archivo

Ayer conversamos con el diputado César Gass sobre un pedido de informe para conocer los avances en materia de alfabetización en la Provincia, en el marco de las últimas normas nacionales dictadas al respecto y los planes vigentes. En Argentina, la desigualdad educativa es una problemática siempre presente, ya sea al indagar en las oportunidades de acceso, permanencia y graduación, el fracaso escolar, la calidad educativa, el logro educativo u otras dimensiones.

Según el Banco Mundial, una problemática que acompaña la expulsión del sistema educativo es el rezago escolar, que se genera a partir del ingreso tardío, la repitencia y la interrupción temporal de los estudios. Más de la mitad de los niños en Argentina, un alarmante 58%, vive en situación de pobreza. Esta realidad no solo afecta su calidad de vida, sino que también impacta fuertemente en su acceso a la educación y en su futuro académico.

Si bien a nivel nacional el 26% de los estudiantes reporta haberse ausentado al menos 20 veces, al analizar la situación por provincias, la distribución cambia. Según Argentinos por la Educación, en la provincia de Neuquén el ausentismo estudiantil llega al 15%. Sin embargo, no se conocen cifras sobre el desgranamiento, especialmente en el nivel medio.

El abandono escolar es el resultado silencioso de un complejo entramado de cuestiones sociales, económicas y culturales. Este problema ha sido objeto de diversas investigaciones educativas, en las que se asocia a la cultura institucional escolar, desde mecanismos ocultos que crean condiciones de abandono hasta formatos escolares que desincentivan la permanencia de los jóvenes.

Otros estudios han demostrado que los jóvenes provenientes de hogares de menores ingresos y con padres de menor nivel educativo son quienes más abandonan la escuela media.

Además, este fenómeno se concentra en escuelas estatales y existen diferencias significativas entre jurisdicciones. A pesar de que se registra un buen desempeño en la cobertura de la educación obligatoria, la población vulnerable presenta menores tasas de asistencia a la educación temprana y un mayor abandono escolar.

Desde la educación temprana, la población más vulnerable enfrenta menores oportunidades para el desarrollo del capital humano.

Según el Banco Mundial, mientras la mitad de los niños menores de 4 años en una población ordenada por ingresos asiste a la escuela, solo lo hace una cuarta parte de los niños de hogares urbanos con bajos recursos.

Las situaciones de rezago y abandono escolar son parte del problema de la desigualdad educativa, que la literatura clásica denomina fracaso escolar.

Los padres de los niños que no asistían a la escuela expresaron que sus hijos irían desde los tres o cuatro años si contaran con mejor transporte (71%), si hubiera escuelas más cerca de sus hogares (67,5%), si las escuelas fueran gratuitas (65,1%) o si ellos tuvieran buenos empleos (61,3%).

El ausentismo estudiantil es un tema clave en la discusión sobre educación en los últimos tiempos, ya que tiene efectos negativos inmediatos sobre el desempeño académico, el riesgo de repetición y abandono, así como sobre el desarrollo social y emocional de los niños y las probabilidades de finalización de la educación media, junto con otros efectos a largo plazo.

Los datos de Aprender muestran que los directores de secundaria señalan el ausentismo como el principal problema para el proceso de enseñanza y aprendizaje, ya que el 49% considera que es un problema moderado o serio.

Esto resalta la importancia de abordar este tema tanto para la gestión escolar como para los hacedores de políticas educativas.

Las tasas de deserción escolar comienzan a aumentar drásticamente al llegar a la educación secundaria, especialmente entre los estudiantes de hogares más pobres. A pesar de que el acceso a la educación secundaria ha mejorado en la última década, solo el 45% de los jóvenes del 40% más pobre se gradúa a la edad normal.

Esto indica que, a pesar de los esfuerzos por incrementar la matrícula, las estructuras de apoyo y las condiciones sociales siguen fallando a muchos estudiantes.

Según el informe del Banco Mundial, la tasa de matriculación comienza a disminuir significativamente a partir de los 15 años, y la deserción escolar se acelera entre los más vulnerables.

Las tasas de deserción escolar promedian el 15% entre los jóvenes de 17 años y son 3 puntos porcentuales más altas entre los estudiantes de hogares del 40% más pobre de la población.

Como recomendación, el organismo propuso «promover la inversión en educación, salud y seguridad de las personas, con un mejor balance en los recursos destinados a los niños y adolescentes para frenar la transmisión intergeneracional de la pobreza».

Las preguntas que debemos plantearnos son: ¿cuáles son los principales factores del contexto que inciden en la deserción escolar? ¿hasta qué punto influye la sociedad y el contexto en la deserción escolar? ¿qué otros factores ajenos al contexto afectan a los estudiantes?

ATE
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