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La historia detrás del monolito contada por quien sobrevivió a la caída del avión

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
La investigación de Rubén Russo (derecha) para saber qué historia había detrás de ese monolito, lo llevó a encontrar a Carlos Naves (izquierda), el niño de 13 años que sobrevivió a la caída del pequeño Piper.

A partir de la foto al costado de la ruta, salió a la luz un hecho que conmovió en 1955 a la pequeña localidad de Jaramillo, al norte de Santa Cruz. El recuerdo del joven de Río Gallegos que murió y el testimonio del hombre que resultó herido, pero salvó su vida.

Carlos “Polaco” Naves tiene 13 años y mira asombrado cómo ese pequeño avión amarillo hace piruetas sobre la meseta de Jaramillo, su humilde pueblo del norte de Santa Cruz. Hace frío en la tarde del 5 junio de 1955, como en todos los junios del sur del país. El pequeño Piper PA 11 matrícula LV-YDH hace una serie de firuletes en el aire y termina contra la jarilla, la arena y el canto rodado de las afueras de Jaramillo, prendido fuego.  A metros de la improvisada pista de carreras de autos, el Piper arrugado sobre la meseta se llevó la vida de su conductor (el joven Julio Alvarez) e hirió a quien hacía minutos miraba encandilado los rulos amarillos a sólo metros de la tierra: Carlos “Polaco” Naves.

68 años después, Naves se sube otra vez al Piper para elevar  sobre el aire de la radio, la historia que lo tuvo como protagonista y que sólo su familia o allegados conocen. Cuando se escucha su voz, en el espacio “Fotos con Historia”, en una nota realizada en septiembre de 2020, se corona una investigación que durante varios meses realizó Rubén Russo, a partir de la foto del monolito ubicado en el lugar donde cayó el avión. Porque el disparador de este rescate histórico fue esa fotografía tomada al pasar en uno de sus tantos viajes y la sed por conocer la historia que encerraba esa placa recordando la muerte de Alvarez.

Fue Russo y la colaboración de pobladores – especialmente Violeta Martínez-, de Naves y sus familiares, quienes permitieron que un simple espacio radial y televisivo se llenara de vida, de recuerdos, de testimonios que ahora  laten en ese cemento frío.

Desde Puerto Deseado, lugar donde reside, Naves recuerda que el pequeño avión llegó a la zona con un periodista de pasajero, que cubriría una carrera de Ford T que se realizaba en ese lugar.  El joven piloto se quedó unos días más en Jaramillo e invitaba a quien quisiera a dar una vuelta por el aire en el Piper.

“Posiblemente el muchacho le tenía demasiada confianza al avión o hacía cosas que no se podían hacer en el Piper, por en una de esas se vino abajo y nos clavamos en la tierra”, recuerda Naves.

Esa caída del avión significó la muerte inmediata de Alvarez “en el mismo momento, un hermano mío y otro señor que estaban cerca recuerdan que primero pegó con un ala en la tierra, dio varias vueltas y se prendió fuego. Yo iba atrás del piloto, atado, e inmediatamente mi hermano y ese otro hombre empezaron a revolver entre los restos y me tiraban, pero yo estaba atado. Todo esto me lo contaron porque yo estaba desmayado”.

«El otro muchacho tenía una cortaplumas y me cortó el cinto y así me sacaron, me apagaron el fuego con tierra, ahí me desperté y me di cuenta de lo que había pasado, ví el avión al lado prendido fuego«, recuerda Naves. Luego una larga recuperación de las heridas y quemaduras, se radicó en Comodoro Rivadavia para cursar la secundaria en el Escuela de Artes y Oficios y luego de estar un tiempo en Jaramillo, cumplió con el servicio militar obligatorio en la base naval de Puerto Belgrano. Tras esa etapa, volvió y se radicó en Puerto Deseado.

La otra parte de la historia, que aportó Rubén Russo es la relacionada con el joven que falleció en el accidente y cuyo monolito desató la investigación sobre el episodio. El joven Julio Alvarez pertenecía a una tradicional familia de inmigrantes españoles que tras vivir en San Julián, trabajaron durante siete años en una estancia de Santa Cruz (ella en los quehaceres de la casa principal y de los peones y el en la panadería y trabajos de campo). Amador y María, los padres del joven muerto luego se radicaron en Río Gallegos y con la ayuda económica de otros inmigrantes españoles lograron fundar el Hotel Colonial, un establecimiento histórico de la capital de Santa Cruz, que aún hoy existe.

Las nuevas tecnologías permiten ahora que este rescate histórico quede disponible para siempre, con su audio y con su imagen. Y allí estará, en la biblioteca de las historias mínimas que pueblan nuestra Patagonia Argentina. Aquí compartimos el video con la charla en el ciclo “Fotos con Historia”:

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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