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La obra de Bertha Koessler-Ilg, eje de una investigación binacional

Ana María De Mena
Por Ana María De Mena
La obra de Bertha Koessler-Ilg, eje de una investigación binacional

El 6 de diciembre pasado, la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad de La Plata fue escenario de la defensa de una tesis de la Prof. Lucía Capalbi, culminación de su Master en Literaturas Comparadas. “De Alemania al sur patagónico: la experiencia de Bertha Koessler-Ilg en Argentina”, se titula, y remite a la notable lingüista que vivió cuarenta y cinco años en la provincia del Neuquén.

Creció el interés en la tarea de la recopiladora de origen alemán que fue vecina de San Martín de los Andes, por parte de Lucía, quien en marzo próximo viajará a Alemania para realizar una investigación sobre sus trabajos y las repercusiones que tuvieron en su país natal.

Breve semblanza

Bertha Ilg nació el 27 de diciembre de 1881 en Obernzell, localidad de Baviera próxima al río Danubio. Era hija de Ana Kurzbeck y Matías Ilg.

Su afición a escuchar relatos surgió en el seno familiar. Dicen sus nietos Beatriz y Mario Koessler: “… la Alemania del siglo XIX, en la que nació y cuya cultura mamó, es la de los hermanos Grimm: entonces era muy común en muchas familias la existencia de «cuentistas», gente que había escuchado de sus mayores cuentos diversos y que después los narraba a sus hijos y nietos. En muchos pueblos europeos existía la costumbre que ciertas personas se reunieran con niños, ancianos y mujeres al atardecer, una vez terminado el trabajo diario, en un lugar público, o junto a la chimenea, para contarles cuentos y leyendas. Bertha provenía de una familia a la que le encantaba contar cuentos, algunos de cuyos integrantes se dedicaron a lo largo de generaciones a esta tradición de «cuentistas».

Bertha Ilg, joven.

Bertha publicó en Alemania relatos de su tierra de origen. También vivió varios años en la isla de Malta con un tío y su esposa, donde él era cónsul alemán. Allí se dedicó a recopilar canciones, cuentos y narraciones orales que en 1906 publicó como “Fábulas y cuentecillos malteses I” y “Fábulas y cuentecillos malteses II”. Tres años después editó en colaboración con el prof. Hans Stumme “Trescientas canciones populares de Malta”. Trescientas

Su aptitud de filóloga posibilitó que ella hablara y escribiera en alemán, maltés, italiano, árabe, francés, inglés y castellano. Más tarde agregaría el mapudungun.

De regreso al país natal, en Frankfurt estudió en la Escuela de la Cruz Roja y se recibió de Enfermera. Trabajando como tal conoció al Dr. Rudolf Koessler, cirujano con quien se casó en 1912. Ellos decidieron alejarse de Alemania y analizaron las propuestas laborales que entonces eran en una localidad de la Polinesia y en Argentina. Optaron por nuestro país, que le ofrecía a Rudolf la posibilidad de desempeñarse en el Hospital Alemán de Buenos Aires. A esta ciudad llegaron un año más tarde donde él, poco después, empezó a trabajar en esa entidad.

Ella y el Dr. Rudolf Koessler.

Cuando nació la primera hija del matrimonio, Bertha viajó a Europa con la niña para que sus familiares la conozcan. Allí la sorprendió la Primera Guerra Mundial, que retrasó su regreso. Entretanto prestó servicios como enfermera.

En esos años, una vecina neuquina, la sra. Hedwig Schroeder, estaba internada, embarazada en el Hospital Alemán. Como el nacimiento se demoraba, conversó muchas veces con el Dr. Koessler. Así supo que necesitaba revalidar su doctorado para continuar trabajando allí, entonces le comentó que en San Martín de los Andes hacía falta un médico y en esos años difícilmente le exigirían la reválida. La sra. Hedwig y su esposo agregaron las maravillas de los paisajes cordilleranos y, finalmente, cuando Bertha ya había vuelto de Europa, decidieron instalarse en el pueblito patagónico. Llegaron en 1920.

Primer plano en San Martín de los Andes.

Mientras él ejercía la medicina y alternaba con tareas de odontólogo, farmacéutico, obstetra, traumatólogo y otras especialidades, obligado por la ausencia de especialistas, ella atendía la familia que creció con el nacimiento de más hijos y oficiaba de enfermera. Conversando con los pacientes, se interesó particularmente en lo que le contaban los integrantes de familias mapuche sobre las costumbres, leyendas y tradiciones orales, ya que el mapuzungun o mapudungun es una lengua ágrafa, vale decir sin escritura.

Por las noches registraba con su máquina de escribir lo que había oído durante el día. Así recopiló una importante cantidad de vocablos, mitos, canciones, relatos y costumbres que publicó en varios libros. “Cuentan los araucanos”, reeditado en varias ocasiones y “El machi del Lanín”, son algunos de los títulos. Quienes los dieron a conocer fueron prestigiosas editoriales de esos años como Losada y Espasa Calpe Argentina, entre otras.

En el patio de su casa en plena labor.

Así como en muchas ocasiones a su esposo le retribuían los servicios médicos con especies: ya fueran huevos, corderos, gallinas, verduras…los cuidados de ella eran compensados de igual modo. Las retribuciones por parte de pobladores mapuche incluían tejidos, algunas piezas de platería, instrumentos musicales, etc. De ese modo logró reunir una interesante colección de objetos.

En el comedor de su casa con una trutruca, instrumento musical mapuche

Su labor resultó tan significativa que en 1961 fue una invitada especial en el 1° Congreso del Área Araucana, al que asistieron los más importantes estudiosos de temas indígenas del país y expertos de universidades del sur chileno. Entre ellos estuvieron Alberto Rex González, Juan Schobinger, Milcíades Vignati, Rodolfo Casamiquela, Osvaldo Menghin, Augusto Raúl Cortazar, Esteban Erize, Félix Coluccio y Gregorio Álvarez.

Además, asistió el destacado grabador argentino Adolfo Bellocq, quien realizó varias xilografías inspiradas en los textos de Doña Bertha, como la llamaban los vecinos. En virtud de sus trabajos, ella fue una de las personalidades homenajeadas durante el congreso.

En esa oportunidad ella aportó su colección de artesanías mapuche, alusivas a la temática del encuentro.

Con Juan José Catriel, nieto del famoso cacique Cipriano Catriel.

Cuatro años después, el 9 de agosto de 1965, falleció en San Martín de los Andes. En reconocimiento a sus méritos, en esta ciudad llevan su nombre una sala de la Biblioteca Popular 9 de Julio, una calle del barrio Vega Maipú y otra de Neuquén. En La Valeta, capital de Malta, una arteria se llama Bertha von Ilg.

Protagonista actual

Retomando el título de esta nota, vale mencionar que, en 1962, el Instituto de Filología de la citada Facultad platense, publicó “Tradiciones araucanas”, reeditado tiempo después como primer volumen de “Cuenta el pueblo mapuche”. Desde entonces quedaron manuscritos y material de interés de su autora en el Instituto, a los que accedió a Prof. Lucía Capalbi.

Lucía Capalbi durante una clase sobre la recopiladora.

Proveniente de la carrera de Letras, ella empezó a preguntarse: ¿Cuáles fueron las primeras impresiones que la autora y su familia tuvieron del lugar y de sus habitantes? ¿Existió el choque entre culturas? ¿Cuál es el lugar que ella misma desempeñó en tanto mujer europea, madre de familia y esposa del médico blanco? ¿Es posible referirnos a Bertha Koessler-Ilg en tanto traductora como una mediadora cultural? Y en el caso de ser así ¿qué nivel de importancia tuvo su tarea de recopilación de un acervo cultural oral?

En esa línea Lucía desarrolló la tesis de la maestría, para la que entrevistó a sus nietos Federico y Mario Koessler, quienes proporcionaron material que analizó minuciosamente, se trasladó a San Martín de los Andes, conoció la casa donde residieron Doña Bertha y su esposo. También viajó a Alemania y realizó un sostenido trabajo revisando archivos. Así fueron apareciendo las respuestas a aquellas preguntas.

Actualmente, Lucía investiga para el Doctorado en Estudios Sociales Interdisciplinarios de Europa y América Latina y a través de convenio entre la FaHCE con la Universidad de Rostock, Alemania, viajará a esa ciudad donde estará un año profundizando en las cuestiones citadas. La propuesta -dirigida por la Dra. Graciela Wamba Gaviña- se inscribe en las iniciativas de internacionalización de los estudios superiores que fomentan organismos nacionales y entidades universitarias.

También desea rastrear la influencia que el paradigma antropológico romántico alemán pudo ejercer en Bertha Koessler-Ilg, aquel compendio de relatos orales rescatados por Jacob y Wilhelm Grimm, los famosos hermanos, que dio a Occidente clásicos como Hansel y Gretel, Caperucita Roja, Rapunzel, Blancanieves, Cenicienta, etc.

Al mismo tiempo Lucía intentará acceder al Instituto Iberoamericano de Berlín para verificar la obra de Bertha Koessler que llegó a Alemania y efectuar una investigación comparativa para establecer similitudes y diferencias entre los textos producidos en Argentina y los conservados allí.

También proyecta confeccionar un archivo con el material recolectado contemplando la perspectiva de los alemanes en la cultura argentina y la repercusión que aquellos trabajos pudieron tener en el país y en Alemania.

Dice sobre el tema la Prof. Capalbi: “Considero que es importante no solo recuperar su trayectoria y su trabajo con respecto a un acervo cultural oral, si no también devolverlo a su país de origen”. Procurará digitalizarlo y así restituirlo. No será fácil, pero cuenta con el antecedente inspirador de la protagonista de su investigación, que venció el aislamiento, la distancia y la ausencia de recursos tecnológicos.

El caso es que los trabajos de la muy laboriosa lingüista, realizados hace entre sesenta y cien años atrás, siguen vigentes y son motivo de estudio, por la meticulosa fidelidad con que fueron plasmados.

La estudiosa que rescatará en Europa vestigios de Bertha Koessler Ilg.

Agradecimiento a Lucía por su propuesta. Honor y gratitud para Doña Bertha Koessler-Ilg que, además de sus valiosas recopilaciones, es recordada por quienes la conocieron con respeto y cariño inconmovibles.

ATE
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