Rodeado de tornos y máquinas para trabajar la madera, de historias de su abuelo de cómo hacían herramientas a mano, Tomás Schenfeld egresó de la secundaria y comenzó a estudiar la Licenciatura en Urbanización. Pero como su padre, que era administrativo y en sus ratos libres iba al taller a “hacer algo, como un hobby”, él también lo hizo.
No se sabe si fue la pandemia por coronavirus o ese impulso familiar lo que lo llevó a dedicar más horas al trabajo manual. Lo cierto es que dejó la carrera universitaria, se asoció con su mejor amigo y arrancaron con un emprendimiento que apunta a la fabricación manual y artesanal de herramientas que no existen en el mercado. Son herramientas especiales para trabajos determinados, no se hacen en serie sino para actividades productivas muy específicas.
Por esa dedicación y porque es sumamente detallista, Tomás también advierte que cada una de las piezas es única, puede parecer idéntica a otra, pero está construida una por una y eso le garantiza a quien la va a usar un elemento específico para su uso. Quien hace ebanistería, luthería, restauración de muebles antiguos y otras especialidades de la carpintería, se deslumbra con las herramientas específicas que encuentra en este emprendimiento y no están a la venta en las ferreterías.
Tomás, que tiene 23 años y vive en Bella Vista (conurbano bonaerense), a esta hora está en el taller, seguramente puliendo una madera de haya o de roble, torneando una pieza de bronce o laqueando un martillo con punta de goma, que ya está terminado.
«Desde cuarto año de la secundaria me empecé a interesar más que nunca por la construcción de muebles y artículos de decoración, hasta que necesité herramientas y no las encontraba por ningún lado», cuenta Tomás
Cuando su abuelo le contaba el método que se aplicaba en 1900 para fabricar herramientas, quedó maravillado porque se contemplaba el menor uso posible de la electricidad, y se ponderaba el trabajo manual. Quiso lanzarse a la creación de piezas, y cuando investigó sobre la industria nacional disponible, supo que había muy poca oferta que compitiera con las marcas internacionales, que además resultaban inalcanzables por los costos.
“Me di cuenta que acá no se conseguían, que la cantidad era muy limitada, y por el tema del dólar y los impuestos, la verdad es que el precio era muy alto para comprar afuera, y era imposible tener varias o armarte tu propia colección”, comentó a la periodista Cindy Damestoy, de Infobae. Hicieron el prototipo de un gramil y quedaron muy conformes con la terminación, la funcionalidad y el nivel de detalle que lograron.
“Todo tiene su proceso, y el 90% de nuestras herramientas tienen bronce latón, que es un material bastante caro, así que hay que ser muy cautos con los prototipos para usar lo necesario y recién una vez que se comprobó todo, se arranca a producir para evitar cualquier pérdida o desperdicio”, sostiene. Actualmente hacen cuatro tipos de gramiles diferentes, cuatro tipos de martillos, seis tipos de escuadras, además de cuchillas de trazado, accesorios para máquinas, una guía de afilado, y otros complementos como reglas, escuadras, compases, cera abeja, laca, y adhesivos para pegar madera.
“Tenemos una tienda online donde pueden ver los precios de todas las herramientas, y si por ahí alguien de otra provincia o de otro país, se lo podemos enviar; y si está cerca también puede pasar por el taller a retirarlo”, indica. Ponerle un importe a la fabricación de algo que llevó muchas horas de esfuerzo y dedicación, fue otro de los dilemas morales que tuvo la joven dupla. “A veces resignamos un poco de nuestra ganancia para ofrecer un producto que a la gente le sirva y le sea útil, porque nosotros recién estamos empezando y nos sirve que nos reconozcan por tener buenos productos, de calidad, a buen precio, para llegar a más público y seguir expandiéndonos”, proyecta con humildad.
Estos primeros tres años implicaron una inversión constante, porque usaron lo recaudado de las ventas para equipar más el taller, comprar algunas máquinas y así ofrecer una terminación aún más perfecta. “Va a llegar un momento que por ahí no lleguemos a completar toda la cantidad que nos piden y habrá que buscar a alguien que nos ayude, pero no es tan común encontrar a alguien que lo sepa hacer, y menos de nuestra edad”, remarca. Cuando le contó a algunos de sus amigos a qué se iba a dedicar, la gran mayoría no lo entendió, y reafirmó el pensamiento de que el oficio puede perderse si las próximas generaciones no lo retoman.
“Me gustaría que haya más gente que se dedique a esto, que haga herramientas de calidad, porque son muy necesarias, y nosotros solos no damos abasto con la cantidad de herramientas que existen para carpintería. Está bueno que sepan que te puede dar de comer y podés laburar de esto, siempre que te guste y le pongas dedicación”, recomienda. “Siempre fui muy patriota, y me encanta que la industria argentina rompa barreras porque de verdad tenemos mucho para ofrecer y hay interés en otras partes del mundo; nos llegan pedidos de Paraguay, Uruguay, Brasil y una vez incluso enviamos a Australia”, concluye.
El catálogo con herramientas o la comunicación se puede establecer aquí: Instagram Página web