Tres esculturas realizadas por un artista de Trevelin están desde ayer en la costanera de Comodoro Rivadavia. Compartimos aquí una entrevista con este escultor que llegó a la Patagonia con su profesión de Ingeniero Agrónomo.
Tomás Schinelli llegó hace 26 años a Esquel y luego a Trevelin con su profesión de Ingeniero Agrónomo pero a su espacio cotidiano le agregó un taller. Allí, nada de plantas ni estudios sino soldadoras, hierros viejos y papeles con dibujos a escala para luego plasmarlos en esculturas.
Por ejemplo, varios de los dragones que se encuentran en esa región chubutense homenajean al pueblo galés y nacieron entre los metales de ese taller. Poco a poco, sintió que el corazón latía con toda la pasión en ese lugar y no entre los bosques. Unir metales y darles formas de diferente tipo se superpuso con los injertos o investigaciones que realizó para la Universidad San Juan Bosco con sede en Esquel.
La plasticidad de su arte y la admiración que fue cosechando por parte de la comunidad lo llevó a un tiempo completo dedicado al arte y así emprendió un camino que no tiene retorno. A una obra le siguió otra y a esa, un pedido de otros lugares y poco a poco la cordillera de Chubut y Río Negro fue agregando a su naturaleza alguna escultura de metal. También llegaron al exterior (a París y de ello habla en el video).
Claro que los límites geográficos no son una frontera para el arte, ni tampoco la nieve de la cordillera sólo puede vestir sus esculturas: el mar por donde vinieron tantas generaciones y pueblos, comenzó a mirar desde sus olas, las réplicas de lobos de mar, de orcas, delfines, ballenas, y hasta un pulpo.
En las últimas horas, tres esculturas se sumaron a la mirada que se puede realizar del mar y de Comodoro Rivadavia, en lo que es la costanera de esa ciudad del Chubut. Un pulpo, una loba con su lobito y un choique están allí acompañando el paseo, la geografía y la vista de costa del atlántico sobre la ciudad del cerro Chenque.
Lo que no se ve a simple vista en esas tres obras es el trabajo que durante meses realizó Schinelli en su taller de Trevelin, uniendo piezas, moldeando cada una de las formas de los animales y dándoles el acabado que permita sobrevivir durante muchos años a la sal, el frío, la lluvia y el viento tan identitarios de nuestra Patagonia. Trabajo terminado y, por supuesto, ya hace varios días que inició con otros que partirán hacia algún lugar.
Es que el arte nace en Schinelli y parte hacia todos los lugares, sin fronteras y con todo el horizonte por soldar, unir, iluminar.
Para conocer más sobre el artista y su obra, recomendamos ingresar en su página: https://schinelliart.com.ar/