La represa hidroeléctica de El Chocón creó el espejo de agua artificial más largo de América del Sur, con una extensión de 85 kilómetros de punta a punta. El Ramos Mexía, en un antes y un después recordado en las páginas de Facebook.
Los actuales 816 kilómetros cuadrados del lago Exequiel Ramos Mexía, conteniendo el agua del río Limay en El Chocón, antes de los años ´70, tenían un paisaje típico de meseta cordillerana. Los Gigantes que se observan ahora son sólo las cabezas de las formaciones que afloraron quizás cuando se elevó la cordillera de los Andes, desalojando el mar que cubría la zona.
Así es, hubo mar allí, luego formaciones rocosas (con mucha arcilla) y luego otra vez agua, pero esta vez de la mano del hombre.
Alessandra Pal, administradora de la página de Facebook “Fotos antiguas de Neuquén y Río Negro”, acaba de compartir dos fotos publicadas a su vez por “Pitu” Martínez en otro sitio de esa plataforma: “Neuquén del ayer”.
Claro, las generaciones que vivieron esa época de construcción de la represa hidroeléctrica y posterior creación del lago, recuerdan las épocas en que la zona era un impacto por sus formaciones rocosas, con enormes paredes del color típico de la arcilla, con flora y fauna que distingue a la meseta patagónica. Esos recuerdos afloraron en los comentarios de ambas páginas.
Para las generaciones nuevas y también para quienes visitan la zona, es muy educativo el contraste de una foto y otra, ya que no sólo en El Chocón sino en todas las represas construidas en la Patagonia, lo que quedó bajo el agua tenía relieves típicos de la zona. Además de la historia de esos lugares de meseta, también pueblos debieron mudarse por quedar cubiertos de las aguas, como Pichi Pilcaniyeu y Picún Leufú en las provincias de Río Negro y Neuquén, respectivamente.
Ahí están en ambas fotos, el antes y el después, la desnudez de agua con que se veían Los Gigantes choconenses unos meses antes de la puesta en marcha de la primera turbina de la represa, el 19 de diciembre de 1972.