Un torno, un taller y muchas horas del día para que un pequeño auto volara a más de 200 kilómetros por hora en caminos de tierra. Un recuerdo a ellos y especialmente a Torcuato “Tito” Emiliozzi, que nació un día como hoy, hace 111 años. La historia y la intimidad la cuenta su hija, Irma.
Una de las entrevistas más conmovedoras en nuestro espacio de “Historias a fondo” fue la que realizamos junto al periodista Oscar Lorenzo Scalerandi a Irma Emiliozzi, hija de Tito y autora del libro “Los Emiliozzi, de la historia a la leyenda”. No sólo cada palabra estuvo llena de emoción porque hablamos de personas que están en las venas del lugar donde nací, sino porque ayer, hoy y aun con la Inteligencia Artificial, el arte y el talento manual nos hacen más humanos. Y por sobre todo, admirables.
Así han sido los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi para millones de personas que los vieron o escucharon sobre cómo corrían por los caminos del país y el exterior con sus pequeños autos en el Turismo Carretera. Y decimos pequeños para dar una idea de fragilidad veloz, comparando esos vehículos Ford 1939 con carrocería y chasis de metal, con los actuales que sólo tienen la estructura interna de caños que son envueltos por figuras similares a autos, en fibra de vidrio.
En el libro y en la entrevista, Irma aclara constantemente que sólo puede dar la versión de hija sobre su padre, su tío y su abuelo, también Torcuato. Y eso sucede siempre con los ídolos, porque la intimidad de la familia es un momento único pero sólo uno de una personalidad que trasciende y se termina de construir con el recuerdo y el sentir de millones de personas más.
“Prefiero siempre ofrecer mis recuerdos, lo que vieron los demás pero junto a lo que yo vi y viví, todo lo que con fidelidad asombrosa guarda el fiel archivo de la memoria de la infancia y la adolescencia”, asegura en el inicio del libro y será un hilo permanente en la charla, con el corazón latiendo “de ese par de vidas entregadas con pasión, perseverancia, honestidad e inteligencia a una ilusión. Y todo con la más absoluta humildad”.
Pero hay algo que supera a los deportistas, a Irma como escritora, a nosotros como apasionados de esa historia y ella lo explica: “siempre supe que más importante que ser un gran campeón es ser una gran persona; esta es la mejor lección que me deja mi padre y con ella la herencia más valiosa: un apellido que me honra”.
Además de esa limitación a sólo poder hablar de uno de los aspectos desconocidos y admirados de los Emiliozzi, como es la intimidad familiar, también hay estrecheces de tiempo y espacio para contar en detalle lo que han significado en todos los órdenes estos dos hermanos, primero junto a su padre y luego solos en esa usina de sabiduría y pasión popular que fue el taller de la calle Necochea en Olavarría.
Por eso, me permito tres sugerencias: conseguir el libro “Los Emiliozzi, de la historia a la leyenda”, publicado por “Claridad”; visitar el Museo Municipal Hermanos Emiliozhttps://www.facebook.com/museomunicipalhnosemiliozzizi, en el mismo lugar adonde estuvo el taller, con la galera restaurada y en marcha, con Susana Martínez y Omar Rosini multiplicando la historia; y ver el siguiente video donde por casi media hora hablamos con Irma sobre todo esto: