En estas horas las intensas lluvias en el norte neuquino arrojan –además de preocupación- los recuerdos de algunos “oficios perdidos” o “prohibidos”, según publicó el historiador y gestor cultural Isidro Belver.
En su página de Facebook, el incansable recolector de historias y difusor cultural, residente en Huinganco, acaba de publicar una actividad absolutamente desconocida para quienes viven en otros lugares y entrañable para las familias del norte neuquino. Se trata de lo que llama “pescadores de leña”.
Aquí compartimos esa publicación:
“Cuando los chicos y grandes de Andacollo y especialmente los de Huaraco, esperaban las crecidas del río Neuquén. Se ubicaban en distintos lugares, bajo la lluvia, emponchados o bajo «nailon», petaquita a la mano, observando la crecida en vueltas de río, remansos, junta de arroyo y tradicionalmente en los remansos antes de los riscos negros, para juntar la leña que venía flotando.”
“Una ´cosecha´ a lazo, que les proveía de buena leña de sauce, ciprés, álamo, yake, chacay, piche, hasta postes, cabriadas, varillas de pasarelas y en una ocasión una puerta entera!!!!!!…. Una faena, planificada ´pa la lluvia´y así conseguir leña barata para la casa y para vender, en la que colaboraban todos los miembros de la familia y comedidos. Desde los ´pescadores´ firmes en el lazo y metidos en el agua de la orilla, hasta los que acomodaban el montón, partían ramas, armaban cargas, las vendían o negociaban ahí mismo en mulas cargueras o luego en las viejas F100. Y las mujeres que cebaban mate, traían tortas fritas (alguna churrasca entre las cenizas) y alimentaban fogatas con la charamusca pequeña, para armar en un tacho de lata, el brasero de la casa.”
“A veces llegaban troncos enormes que entre todos ayudaban a traer a la costa, afirmándolo a las piedras. Con el buen tiempo, se veía hacheros desmenuzándolos de a poco, durante bastante tiempo, hasta que se consumía todo. Y siempre había en la costa material de astillas y ramitas para alimentar los braceros. ´Buenos pesos sacábamos, on Isigro. Después que pasaban los aguaceros grandes, íbamos por los cerros, buscando alguna ollita entre los chorros que caían por los riscos, a veces había algunas pepitas!!!´….”
“Después llegó el gas y las ´emergencias climáticas´….(?).. y hasta quisieron ´prohibirlas´, cobrarles ´impuesto´ o ´multa´ (como hicieron con la pesca del Jueves Santo -otro oficio perdido, mejor dicho prohibido)…..”.
Gracias Isidro por permitirnos compartir estos recuerdos y recuperar esa memoria oral de nuestro norte neuquino.