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Los pescadores de leña del río Neuquén

Redacción
Por Redacción
Don René San Martín en una Foto de Osvaldo Gagliardi (año 2004). Facebook de Isidro Belver.

En estas horas las intensas lluvias en el norte neuquino arrojan –además de preocupación- los recuerdos de algunos “oficios perdidos” o “prohibidos”, según publicó el historiador y gestor cultural Isidro Belver.

En su página de Facebook, el incansable recolector de historias y difusor cultural, residente en Huinganco, acaba de publicar una actividad absolutamente desconocida para quienes viven en otros lugares y entrañable para las familias del norte neuquino. Se trata de lo que llama “pescadores de leña”.

Aquí compartimos esa publicación:

“Cuando los chicos y grandes de Andacollo y especialmente los de Huaraco, esperaban las crecidas del río Neuquén. Se ubicaban en distintos lugares, bajo la lluvia, emponchados o bajo «nailon», petaquita a la mano, observando la crecida en vueltas de río, remansos, junta de arroyo y tradicionalmente en los remansos antes de los riscos negros, para juntar la leña que venía flotando.”

“Una ´cosecha´ a lazo, que les proveía de buena leña de sauce, ciprés, álamo, yake, chacay, piche, hasta postes, cabriadas, varillas de pasarelas y en una ocasión una puerta entera!!!!!!…. Una faena, planificada ´pa la lluvia´y así conseguir leña barata para la casa y para vender, en la que colaboraban todos los miembros de la familia y comedidos. Desde los ´pescadores´ firmes en el lazo y metidos en el agua de la orilla, hasta los que acomodaban el montón, partían ramas, armaban cargas, las vendían o negociaban ahí mismo en mulas cargueras o luego en las viejas F100. Y las mujeres que cebaban mate, traían tortas fritas (alguna churrasca entre las cenizas) y alimentaban fogatas con la charamusca pequeña, para armar en un tacho de lata, el brasero de la casa.”

“A veces llegaban troncos enormes que entre todos ayudaban a traer a la costa, afirmándolo a las piedras. Con el buen tiempo, se veía hacheros desmenuzándolos de a poco, durante bastante tiempo, hasta que se consumía todo. Y siempre había en la costa material de astillas y ramitas para alimentar los braceros. ´Buenos pesos sacábamos, on Isigro. Después que pasaban los aguaceros grandes, íbamos por los cerros, buscando alguna ollita entre los chorros que caían por los riscos, a veces había algunas pepitas!!!´….”

“Después llegó el gas y las ´emergencias climáticas´….(?).. y hasta quisieron ´prohibirlas´, cobrarles ´impuesto´ o ´multa´ (como hicieron con la pesca del Jueves Santo -otro oficio perdido, mejor dicho prohibido)…..”.

Gracias Isidro por permitirnos compartir estos recuerdos y recuperar esa memoria oral de nuestro norte neuquino.

ATE
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