Heredó la Hostería de sus padres que además de tener una vista impactante, muestra a su alrededor las obras de la artista reconocida en el país y el mundo.
La relación de la artista Marta Minujín no es conocida masivamente en parte porque ella lo ha querido así y además porque se guarda como un tesoro en San Martín de los Andes. Es que la Hostería Villarino está atesorada entre las construcciones más típicas de las cercanías a la ciudad cordillerana neuquina y donde han quedado los mejores recuerdos de la infancia de esta mujer que respira y transmite arte.
Un artículo publicado en septiembre de 2020 por la periodista sanmartinense Graciela Vázquez Moure, en el sitio Desde el Sur Digital,comparte la historia y testimonios de Minujín sobre ese lugar, que aquí reproducimos, junto a testimonios de la artista al diario La Nación, publicados en 2008:
Escribió Vázquez Moure: “El lago Villarino une sus aguas por el río del mismo nombre con el lago Falkner, ubicado sobre la ruta de los Siete Lagos a 45 km de San Martín de los Andes, es uno de los lugares del mundo en el que la artista plástica Marta Minujín, dice que pasó los mejores momentos de su vida. Es que la hostería Villarino fue de sus padres y allí desde niña pasó temporadas inolvidables.
Sus obras se pueden ver en los jardines de la pequeña hostería, ubicada sobre el lago Falkner en esa unión con el lago que dio nombre al lugar elegido por León Minujín, un médico rural que muchos antiguos pobladores todavía recuerdan.
Fue a principio de la década del 30, en el siglo pasado, cuando sus padres llegaron a este lugar de la Patagonia y en esa hermosa construcción, incluso se recluyeron cuando su hermano Luis Santino falleció de leucemia a los 21 años, Marta tenía tan solo 10 y según ha contado quedó relegada por el dolor que invadió tanto al médico como a su esposa.
Cuando le han preguntado sobre este lugar en el sur del país, no duda en responder: «Dicen que la naturaleza imita al arte. No, la naturaleza es arte. Con esas montañas yo no puedo competir. Es tan fuerte el paisaje que en ese lugar no puedo trabajar».
Ama la Patagonia para ser una simple mujer de montaña, desde ir a comprar mermelada a caballo, estar en los bosques o disfrutar en los ríos de la zona. Marta Minujín siempre está consagrada al trabajo, pero cuando llega a la hostería Villarino, siente que es su lugar en el mundo y no puede competir con el entorno.
León Minujín compró esta propiedad a un poblador que cuentan que usaba un garfio a modo de mano derecha, mano que perdió por el ataque de un puma.
Marta llega a Villarino y siente que su fuerza cambia, que se fortalece con el entorno, con el paisaje “creo que es por estas cosas mías del sur por irme con los pobladores a cabalgar, dormir en la montaña cuando era adolescente, llevando ganado, todo eso es maravilloso y si pierdo ese lugar siento que me muero» ha dicho en diversas entrevistas.
No duda en repetir en cada reportaje que Villarino era la única libertad que tenía, “siempre sentí que el arte me había fortalecido, pero el analista me dijo que no, que el lugar del sur es lo que me da fuerza”.
Cuando habla de su soledad, la define como una “realidad metafísica”, y quizás sea la naturaleza en su máxima expresión lo que la une a la tierra.
“Creo que soy genial como Picasso”, dice a veces mientras recuerda que fue amiga de Dalí cuando vivió en París o de Warhol en Nueva York
Las gigantes expresiones del arte a través de sus obras la han posicionado en el mundo y tal vez esa extravagancia se diluye frente al lago Falkner en la hostería Villarino.
Confiesa que en un momento de la vida cuando era niña sus padres no la querían, porque esperaban un varón y nació ella, esa pequeña que nadie imaginaba que sería una de las artistas plásticas destacadas del país y en el mundo.
Marta pasó en la hostería Villarino momentos muy importantes de su infancia, reconoce su amistad con integrantes de la comunidad Mapuche, con pobladores de la zona y allí conoció a su marido, Juan Carlos Gómez Sabaina de profesión economista y ya fallecido, una unión de más de 60 años, al pie del cerro Buque, frente a la hostería se juraron amor eterno, un amor que nació cuando que ella falsificó a los 16 años su documento para poder casarse con él.
La hostería Villarino es un punto emblemático en la ruta de los Siete Lagos, su vegetación, sus flores silvestres son una presencia cada primavera y verano, y las esculturas hechas por la artista plástica son un ícono de esa ruta escénica que sorprende en cada estación del año.
Marta ha dicho que a Luis Santino su hermano, no lo quería porque era cazador, y las fotos con los ciervos que había matado le hacían daño, el joven murió a los 21 años.
Sigue amando el sur, la hostería que la cobijó desde los tres meses de vida y donde llega cada verano aunque en este lugar no crea, solo disfruta de los cielos patagónicos, de las montañas, del agua clara de los lagos, del bosque autóctono.
Quizás es este paisaje lo que calma su soledad, esa que como ella misma dice es “metafísica” y los recuerdos de dormir en la montaña sobre la montura de su caballo. Es que en este lugar sin duda, deja de ser la mujer exótica, para ser ella misma.”
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En La Nación
Una publicación realizada el 16 de febrero de 2008 por el diario La Nación, resume algunas de las declaraciones realizadas por Minujín con respecto a su lugar en el mundo, en la cordillera neuquina:
«Me encanta ir al encuentro de la naturaleza y ver el arte que hay en ella»
«Nunca podría estar en el caos de Punta del Peste o de Mal del Plata –ironiza Minujín–. Me asusta la multitud. Necesito la soledad, porque crezco interiormente. Voy a este lugar todos los veranos desde mis 3 meses. Conozco todas las montañas, todos los lagos y rincones de esta zona».
«Siempre ando a caballo, el animal que más me gusta. Amo las excursiones difíciles y peligrosas, porque me encanta el riesgo. Me gusta la aventura en los bosques, donde el riesgo de perderse es muy grande, porque es fácil perder la orientación«.
«Llego a caballo al cerro y después subo a pie, y a veces en cuatro patas. Vuelvo a casa galopando rapidísimo.»
«Los caballos son los mejores animales del mundo. Tienen una fuerza infernal y al mismo tiempo son los más dóciles del mundo. El mío entra en casa».
«No puedo ni leer ni pensar, sólo quiero vivir… y vivir esta vida de desconexión. La Patagonia tiene esta fascinación, por estar tan lejos de todo. No hay lugares así ni en Estados Unidos ni en Europa. La Patagonia es un tesoro que sólo nosotros tenemos.»
«La inmensidad de las montañas y los árboles gigantescos y la luna a la noche sobre el lago son lo que más me importa, porque me dan fuerza interior. Es arte puro. Cargo pilas. No podría nunca irme a un lugar social. Acá no tengo ni que pensar en cómo vestirme. En mi valija no llevo nada.«