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Milei y el judaísmo

Redacción
Por Redacción
Milei y el judaísmo. El candidato que pretende ser el primer presidente judío de la historia argentina.

(Por Damián Setton).- Las religiones no son ni de derecha ni de izquierda. No tienen ideología ni proyecto político claramente definido. Y si lo tienen, poco importa. A lo largo de la historia, diferentes actores sociales han interpretado la religión de manera diferente. Si hay una verdad absoluta conocida por unos pocos iluminados, sabios o profesionales de lo religioso, no tiene ninguna relevancia para la comprensión de los procesos históricos, reales, de relacionamiento entre religión y política.

Más allá de la laicidad a la cual diferentes regímenes políticos puedan apelar, la política tiende a integrar a la religión en su campo semántico y, para decirlo de manera grosera, le hace decir lo que quiere. Por eso podemos encontrar interpretaciones de las sagradas escrituras que legitiman tanto proyectos políticos de izquierda como de derecha, que apelan a la redistribución del ingreso o que la condenan.

Hoy estamos hablando de los vínculos entre el judaísmo y la derecha política. No vamos a hablar de la derecha tradicional, para la cual el antisemitismo forma parte de su núcleo discursivo, sino de aquello que algunos académicos han denominado como nueva derecha y que muestra ciertas tendencias filojudías. Desde ya, no es el judaísmo en sí aquello con lo cual la derecha encuentra afinidad, sino con ciertas vertientes del judaísmo y con aquello que interpretan como propiamente judío. Como decíamos al comienzo, el judaísmo no es ni de derecha ni de izquierda, pero puede, como muchas otras religiones, acoplarse a proyectos tanto de un signo como del otro.

Es ya sabido que el candidato Javier Milei pretende ser el primer presidente argentino judío de la historia. Más allá de la sensibilidad religiosa de Milei, y de su derecho a profesar la religión que quiera, podemos preguntarnos qué nos enseña, acerca de las relaciones entre religión y sociedad, el hecho de que el judaísmo forme parte de la campaña de quien ha obtenido mayor cantidad de votos en las elecciones primarias. Fuera de la colectividad judía, no parece generar demasiada controversia el hecho de que un candidato a la presidencia afirme estudiar la Torá y visite la tumba de quien fuera uno de los líderes mundiales del judaísmo jasídico y, en sintonía con Milei, un férreo anticomunista.

Más allá de los incorregibles antisemitas de siempre, gran parte de la población no siente rechazo ante el hecho de poder llegar a tener a un judío en el sillón de Rivadavia. Probablemente, les de igual y prioricen otros asuntos. Pero esta indiferencia no es un hecho menor. Habla del lugar que ciertas religiones minoritarias ocupan en el imaginario social. Las apelaciones a símbolos judíos no parecen haber restado puntos sustanciales a Milei, como quizás hubieran restado las apelaciones a religiones estigmatizadas. Por otro lado, cabe preguntarse qué lugar ocupan estos símbolos en la construcción de una identidad política, en la identidad libertaria, en el núcleo duro de los seguidores de este mediático economista. Aquí es donde podemos rastrear un discurso que precede a Milei, pero que explica por qué lo judío puede pasar a formar parte de la cosmovisión libertaria.

El antisemitismo y el filojudaísmo son sistemas de creencias que se cruzan. El filojudaísmo se apropia de ciertos mitos antisemitas, invirtiendo su significado. Siguiendo al sociólogo Irving Goffman, el filojudaísmo convierte los estigmas antisemitas en emblemas, en rasgos positivos asociados a un determinado grupo social. El mito del poder económico de los judíos es uno de los temas centrales de la cosmovisión antisemita. El filojudaísmo retoma este mito y lo invierte. Afirma que existe un vínculo entre la riqueza económica y el judaísmo, pero lo exalta en vez de denunciarlo. Propone aprender de los judíos como obtener poder y riqueza y cae en absurdos como el de explicar la existencia de Facebook a partir de la identidad judía de su creador, o de ver en sabios judíos de la antigüedad los antecedentes de los modernos emprendedores. No son pocos los que ven en el judaísmo una religión que promueve la riqueza.

El judío imaginario de los libertarios es el prototipo de esa especial versión del hombre nuevo que la derecha pretende instalar como subjetividad ejemplar. Porque no se trata de un proyecto económico, sino que el libertarianismo es un proyecto de refundación de las subjetividades y de conversión de los sujetos en células autosuficientes y emprendedoras, incansables creadores de riqueza conectados a partir de relaciones de mercado. Han encontrado, en la inversión del mito antisemita, el fundamento religioso de este proyecto.

Pro esto es sólo una parte de la relación entre judaísmo y libertarismo. Para comprender estos vínculos, precisamos desentrañar los componentes propiamente religiosos del discurso liberal. Los liberales sostienen que la historia del país puede entenderse de la siguiente manera: cuando se fundó el Estado, lo hizo bajo le égida de políticos y pensadores liberales que insertaron al país en el mercado mundial. En ese entonces, sostienen, la Argentina era una potencia económica. La caída, y usamos este término adrede, se produce cuando se abandona este modelo y se elige un sistema intervencionista que le da al Estado mayor injerencia en la economía. Aquí encontramos una noción religiosa que puede resumirse en la idea del abandono de la buena senda.

Sin embargo, los liberales sostienen que podemos retornar a esa edad de oro. La noción de retorno, vinculada con la del arrepentimiento, forma parte del discurso religioso judeocristiano. En el cierre de su campaña para las PASO, en el bunker de la Libertad Avanza se proyectó un video donde se veía la imagen de un hombre cubierto con un manto ritual y soplando un cuerno de carnero, mientras los altoparlantes transmitían el sonido del shofar, un instrumento litúrgico judío que representa el arrepentimiento y el retorno a la senda marcada por Dios. A esto le seguían imágenes de edificios derrumbándose. La apropiación del símbolo del shofar se inserta en una visión de la historia propiamente liberal, donde la noción de retorno, que en el judaísmo remite a la relación del individuo con Dios, es reinterpretrada como retorno al pasado. Al igual que lo hace el judaísmo, el liberalismo proclama un retorno a las fuentes.

Damian Setton
Damian Setton

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