Unieron la Quiaca con Cabo Vírgenes durante tres meses y medio. Un lección de vida que hoy recorre el mundo. Qué es el “Pasaporte de la ruta 40” que obtuvieron por la travesía.
Primero unieron sus vidas entre dos ciudades del centro bonaerense, General La Madrid y Olavarría, luego sus pasiones por la naturaleza y la bicicleta. Hace unos días, Mirta Filardo y Omar Martín, acaban de cumplir otro de sus sueños: unir los 5140 kilómetros entre el extremo norte del país y el final del continente, por la mítica ruta 40. Lo hicieron de un tirón, certificando los 29 puntos para obtener el famoso “Pasaporte de la ruta 40”. En la nota, también te contamos de qué se trata ese documento simbólico que testimonia el paso por once provincias y 14 parques nacionales.
Pero el comienzo de la historia no es La Quiaca, sino aquel viaje en bici que hizo Mirta, uniendo a San Martín de los Andes con Ushuaia, recorriendo unos dos mil kilómetros. Allí fue Omar el que la animó: “estás para hacer más que esto” y comenzó una cuidada planificación para cruzar la Argentina por la columna de la mítica ruta 40.
«La planificación en este tipo de viajes es fundamental porque hay un montón de imponderables, que van ocurriendo y hay que resolverlos sobre la marcha. Hay cambios de planes por distintos motivos. Nosotros tuvimos que planificar inclusive desde donde salíamos, si lo hacíamos desde el km 0 o desde el km 5.140, porque íbamos a atravesar distintos climas y ese era el mayor obstáculo», explicó Mirta a al sitio Rosario3. Y otro tanto dijo a Infoeme, el sitio de noticias de Olavarría que la esperó en el regreso a la ciudad: “El objetivo era salir por la traza vieja de la ruta 40, desde Santa Catalina que es el límite con Bolivia hasta La Pingüinera que es Cabo Vírgenes”, pero debieron hacer una adaptación de 10 días por la altura del lugar y luego arrancar por el camino de “subida, montaña, ripio y calamina, lo que se llama serrucho profundo. Hicimos 600 kilómetros de ripio, nos llevó 12 horas hacer 36 kilómetros. Después descansamos, armamos carpa y al día siguiente seguimos”, señaló.
La travesía la arrancaron en medio de los festejos por el Mundial de Qatar, una hora después de la final que ganó Argentina, el 18 de diciembre del año pasado y la terminaron el 6 de abril, justo cuando ella llegó a los 66 años.
El recorrido, además del esfuerzo físico y la fortaleza mental, tiene condiciones extremas de temperaturas, con noches bajo cero en las alturas del norte y en el sur, con mucho viento en la Patagonia y mediodías de mucho calor en pleno verano argentino. Además, las condiciones de los caminos, especialmente los de tierra y ripio en las zonas mineras del centro y norte del país y en algunos tramos de Chubut y Santa Cruz.
«En ningún momento se me cruzó abandonar el viaje porque pensaba en mis hijos, Agustín, Victoria y Paula. Eso me daba ánimo. Yo quiero dejarles un legado de lo que se puede hacer en la vida y esto para mí era importante. Era un desafío. Era como decirles a todos que se puede hacer lo que uno se propone. Muchos me decían que por la edad no lo iba a poder hacer y yo quería demostrar que sí, que se podía y pensar en ellos me daba fuerza para hacerlo», sostuvo.
Las opciones para dormir han sido desde variadas a, podría decirse, insólitas, manifestó en la entrevista con la periodista Luciana Pedernera. Lo primordial era elegir “lugares reparados del viento y protegidos de algún animal depredador. Hemos acampado debajo de un puente o en corrales de cabra”, contó Mirta.
Sobre el clima, aseguró que ella padece mucho el calor y que le ha tocado pedalear en medio de 46 grados. “Era un soplete y no había forma de elegir horarios como para evitarlos porque salíamos a las 10 de la mañana y siempre teníamos que atravesar la franja horaria del mediodía”, indicó.
“En el norte hay mucha amplitud térmica, a la noche teníamos grados bajo cero y había que dormir en bolsas, envueltos en las mantitas térmicas. Ya en la parte del sur, todo el tiempo frio”, continuó.
En relación a los suministros, Mirta sostuvo: “Son otra cosa muy importante. Tuve que cambiar la alimentación porque estaba yendo para el lado del vegetarianismo, pero necesitaba tener en las alforjas mucha proteína vegetal que no completaba con el gasto de energía que tenía durante el día, entonces tuve que empezar a consumir otro tipo de alimentos”.
En las alforjas siempre hubo lo básico: arroz, polenta y fideos. Además, sus hijas le prepararon un set de condimentos y ellos se llevaron “todo el equipo, pava, sartén, ollitas”.
En este sentido, ella explicó que “lo más difícil es mantener la cantidad de agua. A veces nos quedábamos sin agua al momento de pedalear, entonces siempre la gente, que es muy solidaria, paraba y nos daba. Lo que podría haber sido un problema, dejó de serlo gracias a ellos”, sostuvo agradecida a quienes se cruzó en el camino e hicieron un alto a la señal de su carmañola.
«Soy docente, además de ser madre y esposa, pero para mí el deporte es muy importante. Por lo tanto, estoy siempre planificando algo diferente al resto y eso me motiva. Mucha gente me decía que no lo hiciera, que no llegaría y me explicaban las dificultades que podían aparecer. Prefiero no escuchar a quienes te dicen que no podés», aseguró Mirta al medio rosarino.
Durante el camino “te van acompañando las llamas, los ñandues van corriendo al lado tuyo, por momentos decís no hay nada, pero llegas a una curva y se te aparece una quebrada que se te caen las lágrimas de ver la belleza y lo hermoso que es nuestro país. Y nunca tuve miedo, jamás, el miedo paraliza. No te da opción a tener una respuesta a algo y hay cosas que resolver sobre la marcha”.
Aseguró que sus hijos, son su vida. Pero se entregó a este desafío: eligió y decidió no extrañar para no sufrir. “Mis hijos, mis buenos amigos y mi hermana saben que disfruto de estar con ellos y me conocen, sé que algo de esta pizca de locura tienen y me entienden”, indicó.
“Más de una persona me ha dicho ‘vas a dejar tu zona de confort’, pero en realidad mi zona de confort es esta, disfruto esto, es muy difícil de explicar porque es una sensación. En esta travesía, disfrutar no es sinónimo de comodidad”, relató.
Pasaporte de la ruta 40
Esta travesía de Mirta y Omar además de quedar en la historia por ser la primera hecha de un tirón entre ambos puntos de la ruta 40, también los hizo acreedores del afamado “Pasaporte de la ruta 40”. ¿De qué se trata? Pues, de un documento simbólico que certifica el recorrido total o parcial de la mítica ruta, a través del paso por cierto puntos estratégicos de la traza.
El pasaporte fue inventado por el agente de viajes salteño Federico Norte y su amigo, el ingeniero Daniel Lerida, luego de un viaje en moto en 2017 de Miami a California, adonde entregaban una libreta con los sellados de cada lugar para certificar de manera simbólica. Por qué no hacerlo con la ruta 40, se preguntó Norte.
Lo comenzaron a diseñar y presentar a autoridades y cámaras de turismo de punta a punta del país y se oficializó el 1 de enero del año pasado, con un listado de 17 lugares para certificar el paso. En la actualidad son 29 entre los que “hay hoteles, restaurantes, casas de artesanía, agencias de viajes. Además, hay una parte pública, por ejemplo, en Las Lajas, Neuquén; en Malargüe, Mendoza y en Bariloche, Río Negro los puntos de sellado funcionan en los centros municipales de turismo”, explicó Norte.
En una nota publicada en el diario La Nación, el creador del pasaporte señaló algunas anécdotas desde la puesta en marcha de la iniciativa: “Algo gracioso que nos suele pasar es que nos preguntan si este pasaporte sirve también para salir del país. Algunas personas piensan que es el pasaporte argentino y no que es una forma de mostrar un recorrido, casi como un juego. No somos un organismo de certificación del recorrido. Nosotros solo certificamos que la persona recibió todos los sellos”.
Otra de las historias que recuerda Norte es la de Adolfo “Buby” del Castillo, un salteño que se compró una moto a los 75 años y a los 80 cumplió el sueño de completar “la 40″, junto a su sobrino, en octubre de 2022. “A su regreso, le dimos un diploma. Además, según nuestros registros, es la persona de mayor edad en hacer el recorrido entero”.
Otro de los momentos importantes fue la entrega del primer certificado: “Los primeros en recibirlo fueron un padre e hijo misioneros que completaron la ruta en 16 días. Es el recorrido más rápido que vimos hasta ahora. Obviamente no es un ámbito de competencia donde el camino se podría hacer en menos tiempo, pero para un paseo turístico esta es la menor cantidad de días que tenemos registrados”, recuerda.