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No encuentran cómo parar los médanos en Chubut

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu

Entre la desertificación producida por la mano del hombre y la fuerza del viento, el avance de la arena cubre todo a su paso. Imágenes dolorosas de cómo desaparecen casas y vehículos.

La arena, de la mano del viento frecuente del Oeste en Chubut, tiene el ritmo de la inflación de estos días en la Argentina. Así como uno se pregunta “¿a esta velocidad cuándo nos estrellamos como país?”, también debe incluirse la cuestión de “a este ritmo de desertificación, desaparición de lagos, sequía y saqueo, kilómetros de médanos que avanzan hacia el mar como en un proceso de arrastre al suicidio masivo, cuándo reaccionaremos».

Médanos vivos, avanzando sobre la costa de Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia, se observan desde las imágenes satelitales, naciendo en el lecho ahora reseco del lago Colhué Huapi, desde las orillas cada vez más amplias del Musters o desde los márgenes de hilos de agua en que se han transformado arroyos y ríos. Desde el aire, la imagen es tan clara como impactante y dolorosa.

Imagen satelital de cómo la arena parte desde el desaparecido lago Colhué Huapi, hacia la costa del Chubut.
Imagen satelital de cómo la arena parte desde el desaparecido lago Colhué Huapi, hacia la costa del Chubut.

Mucho más aún de impactante y dolorosa es la realidad a ras del piso, cuando esa arena que antes estaba bajo el agua o tenía vegetación que la contenía, hoy no da respiro y cubre alambrados, viviendas, vehículos, instalaciones campesinas.

Hace más de treinta años que organismos que estudian el fenómeno de la desertificación, como el INTA en toda la Patagonia, advierten que la pisada y el modo de comer de la oveja desertifica. Su pezuña rompe la primera capa del suelo, su alimentación arrancando los pastos (no cortando, como otros animales), también horada la tierra. Otro tanto sucede con la eliminación de matorrales y vegetación originaria para fines de agricultura, asentamientos, etc., que destruyen el arraigamiento de los suelos arenosos. La arena removida queda a merced del más originario de la Patagonia: el viento.

Comodoro Rivadavia a merced del viento y la arena, naturales de la región patagónica.
Comodoro Rivadavia a merced del viento y la arena, naturales de la región patagónica.

Pero el ser humano no sólo hace eso en contra de sí mismo. En la voracidad del crecimiento poblacional y la desmesurada necesidad de agua, devora los acuíferos que tienen la velocidad de los ciclos de la naturaleza, con sus altas y bajas en las nacientes, con sus mayores o menores nevadas para el deshielo, en un ritmo que no entiende de mercados ni atiende a la corrosión de la inflación ni la cotización del dólar paralelo.

El ser humano se obstina en ir en contra de los ciclos de la naturaleza en la Patagonia y lo paga muy caro. La urgencia siempre constante, lo provisorio que no mide consecuencias, la emergencia que se ubica por sobre lo necesario, sólo confluye en una cíclica crisis que comenzó cuando la apetencia material  de una generación tras otra fue un tsunami contra sí mismo.

Hoy la flora, la fauna, la tierra, el ecosistema y el futuro están en peligro de extinción a la vuelta de la esquina en el sur argentino. ¿Aparenta como muy alarmista este enunciado?

Veamos algunos ejemplos: las especies animales y vegetales introducidas en la Patagonia corrieron casi hasta la muerte a las autóctonas. Al punto de que algunas de ellas son símbolos patagónicos sin reparar en el daño que han producido y producen al ecosistema nativo (ciervos, truchas, pinos, álamos, castores, conejos, en un larguísimo etcétera para enumerar aquí).

Como se apuntó, la introducción masiva de ovejas en los campos patagónicos ha significado una permanente e histórica desertificación de los suelos. Ni hablar de castores y conejos en Tierra del Fuego, de salmónidos y carpas en los ríos, de alfalfares o prados sojeros en la meseta norpatagónica, de ciudades que avanzan sobre bardas o laderas montañosas.

Uno de los casos más dramáticos es la demanda de consumo de agua potable de tres ciudades: Comodoro Rivadavia, Rada Tilly y Caleta Olivia (las primeras en Chubut y la última en Santa Cruz). Los acueductos que proveen ese suministro parten desde los lagos Colhué Huapi (hoy desaparecido) y el Musters, alimentados por aguas cordilleranas que trae el río Senguerr y sus afluentes. Ese consumo de las poblaciones, más la utilización para la producción agropecuaria y mineral-petrolera, agotó un lago, está en peligro el otro y ha naturalizado que esas ciudades tengan cortes en el suministro de agua de 24 y hasta 48 horas, programadas, especialmente en verano.

Como respuesta, el ser humano aún estudia qué hacer al respecto, con proyectos de obras e inversiones que en cualquier momento llegan, desde hace diez años.

Como respuesta, la naturaleza se desangra y envía hacia la costa más de 18 kilómetros de médanos que lo van cubriendo todo como un peine sólido con piernas granuladas.

En otro lugar de la costa chubutense, Península de Valdés, el pueblo más originario es el médano. Pues allí llegó el ser humano para saciar su voracidad de ingresos turísticos y avanzó sobre el tránsito ancestral de la arena hacia el mar: limpió terrenos, corrió los árboles, sacó la vegetación, impuso la soberbia de las paredes de cemento contra el pertinaz músculo del viento.

Ayer, el intendente de Puerto Pirámides, Fabián Gandón, se reunió con el subsecretario Interjurisdiccional e Interinstitucional del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Lic. Nicolás Fernández. ¿Cuál fue el motivo del encuentro en Buenos Aires? Pues pedir plata para la extracción de 15 mil metros cúbicos del médano y en la fijación del mismo mediante vegetación arbórea. ¿Qué lo preocupa? El intendente lo dice así: “la contingencia se origina, en parte, por la eliminación de la vegetación que contenía al médano; a partir de ese momento y debido a los vientos predominantes del sur y del oeste, el mismo continúa incrementando su volumen, el cual actualmente alcanza los 19.400 metros cúbicos” y mostró fotos de casas tapadas con arena hasta el techo.

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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