Su conservación congrega a científicos de todo el país. Recientemente, un barilochense obtuvo un reconocimiento internacional por ese trabajo. Corre peligro y es bien autóctono.
En estos días, equipos científicos realizan el monitoreo de la población del macá tobiano en los espejos de agua de Santa Cruz y al mismo tiempo, un proyecto para declararlo Monumento Natural Argentino obtuvo dictamen favorable en la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado de la Nación. Ambas noticias son igualmente de elogiables, en el primero de los casos porque los reconocimientos nacionales e internacionales de los proyectos de conservación de esta ave autóctona de la Patagonia han permitido la continuidad y profundización de las acciones y estudios para su conservación. En el segundo, se estima que tanto la cámara alta como la baja, darán aprobación a esa consideración de Monumento Nacional y su correspondiente protección jurídica.
El macá tobiano vive en la Patagonia Austral, puntualmente nidifica en Santa Cruz, en los lagos y lagunas de las mesetas de altura, paralelas a Los Andes. En invierno migra hacia la costa atlántica, a los estuarios de los ríos Coyle, Gallegos y Chico, en Santa Cruz.
Las amenazas principales son varias. En principio, el cambio climático: el aumento en la velocidad del viento y las sequías reducen su hábitat reproductivo. Además, al macá lo acechan especies invasoras, como el visón americano, la trucha arcoiris y la gaviota cocinera, esta última nativa. No menos importantes son las obras de infraestructura instaladas a lo largo de sus rutas migratorias, como la construcción de ciudades, las actividades mineras, de petróleo y las represas, que alteran su vuelo.
Hace exactamente dos años, el investigador barilochense del Conicet Ignacio “Kini Roesler obtuvo el Premio Whitley de conservación natural, conocido como el Óscar Verde, por su Proyecto Macá Tobiano que lidera junto a otros científicos. El premio permitió no sólo financiar al menos un año más de proyecto de conservación, sino también darle visibilidad nacional e internacional, y conseguir recursos, apoyos y posibilidades de colaboraciones con otros grupos de trabajo.
En el sitio de noticias delConicet, se incluyeron declaraciones del doctor en Biología: “Cuando lo invitaron a una campaña de monitoreo, doce años atrás, Ignacio “Kini” Roesler no imaginó que su carrera académica estaba a punto de transformarse. Era una salida a campo, organizada por la las ONG Aves Argentinas y Ambiente Sur, para monitorear la población del macá tobiano: un ave de cuerpo blanco y cabeza colorada descubierta en 1974, emblemática de la Patagonia Austral, que habita lagos y lagunas en la provincia de Santa Cruz. Pero al llegar a su hábitat, lo que encontraron fue una situación dramática: en la zona casi no había ningún macá tobiano. Kini Roesler acababa de terminar su licenciatura y todavía no tenía del todo definido qué rumbo seguir dentro del vasto universo de las aves: encontrarse con la ausencia de esa especie fue el puntapié que lo llevó a convertirse en el principal promotor de su conservación en Argentina.
“En esa salida encontramos, básicamente, que había muy pocos individuos de macá tobiano. Descubrimos que estaba en peligro de extinción, así que se generó una reunión interna y me propuse para hacerme cargo del trabajo que había que hacer para intentar recuperar a esta especie”, cuenta, desde Bariloche, el investigador del CONICET cuyo lugar de trabajo es la Fundación Bariloche. Hasta cerca del año 2000, la población del macá incluía más de cinco mil ejemplares, hoy quedan apenas 750. Si las medidas de conservación no se aceleran, esta especie podría extinguirse en la próxima década. El macá tobiano es una especie ´paraguas´, que es necesario proteger para ayudar a las poblaciones de muchas otras especies que comparten su hábitat”, advierte.
A partir de 2009, lo que Roesler se propuso fue desarrollar distintas acciones que protejan al macá tobiano de esas amenazas. Las tareas se encaminaron hacia el monitoreo y los censos poblacionales constantes alrededor de esta especie; el seguimiento a través de técnicas de telemetría; el estudio de su ruta migratoria para evaluar potenciales amenazas de la especie; el control de visones y gaviotas cocineras; y acciones de concientización con las comunidades de la región en la que habita este ave.
El Proyecto Macá Tobiano se conformó por investigadores y becarios del CONICET coordinados por Roesler, la investigadora del CONICET en la Administración de Parques Nacionales, Laura Fasola (ADM PN), y el investigador del CONICET en el Instituto Patagónico para el Estudio de los Ecosistemas Continentales del Centro Nacional Patagónica (IPEEC, CONICET), Julio Lancelotti, en colaboración con las ONG Aves Argentinas –la organización conservacionista más antigua de Latinoamérica, en la que Roesler además se desempeña como director científico- y Ambiente Sur –una organización de Río Gallegos-. En el marco de este proyecto, se instaló incluso la estación biológica “Juan Mazar Barnett”, al sur de la meseta del Lago Buenos Aires, lindera al Parque Nacional Patagonia. “Esa estación funciona desde 2014 y permite que no solo trabajemos, sino que es abierta a la comunidad científica, así ha sido utilizada por muchos otros investigadores del CONICET y de otras instituciones nacionales e internacionales: en estos años ya hubo más de veinte proyectos que pasaron por esa base”, cuenta Roesler.
El proyecto legislativo para declarar como Monumento Natural Argentino al macá tobiano es una iniciativa conjunta de las senadoras santacruceñas María Belén Tapia (UCR) y Ana María Ianni (FdT) y será un paso más a la declaración como Monumento Natural Provincial que realizó Santa Cruz en 2001.