La historia patagónica de la familia de Juan Domingo Perón la hemos comentado en nuestro portal, pero aquí nos vamos a detener en el abuelo paterno, Tomás Liberato Perón, y su profesión de médico.
Según Enrique Pavón Pereyra, biógrafo de Juan Domingo Perón, el ex presidente argentino describía así a Tomás Liberato: “La vida de mi abuelo estaba sembrada de honores: fue diputado nacional (mitrista) por la provincia de Buenos Aires; había participado en la batalla de Pavón. Presidente del Departamento Nacional de Higiene, que él mismo había creado; y practicante mayor del Ejército en la Guerra del Paraguay. También desempeñó varias misiones en el extranjero, especialmente en Francia, donde vivió varios meses”.
Tomás Liberato Perón Hughes nació en Buenos Aires el 17 de agosto de 1839. Su padre, Tomás Mario Perón era un genovés que había llegado desde Italia a la Argentina en 1831, donde se casó con Ana Hughes McKenzie, una joven británica, nacida en Londres, cuya familia se había radicado en Buenos Aires.
Después de cursar el secundario en el Colegio Nacional, en 1860 Tomás Liberato se inscribió en la Facultad de Medicina. Estaba a punto de recibirse cuando en 1865 tuvo que interrumpir brevemente sus estudios para prestar servicio como practicante en la atención de los heridos de la Guerra de la Triple Alianza que eran trasladados a Buenos Aires.
De esa época es una carta de un destacado médico de la época, Horacio Pirovano, describe al escritor Eduardo Wilde el desempeño de Tomás Liberato, elogiando su “pericia y sacrificio”.
Finalmente obtuvo el título de doctor en Medicina en 1867, con una tesis de grado titulada “Envenenamiento por ácido arsenioso”, que fue apadrinada por otro de los médicos más respetados de la época, Leopoldo Montes de Oca.
Salud pública y política
Una vez recibido, Tomás Liberato combinó el ejercicio de la medicina con la docencia y la actividad política. Enrolado en las filas del mitrismo, asumió como diputado de la Provincia de Buenos Aires y desde su banca impulsó varios proyectos relacionados con la Salud Pública, entre ellos la reestructuración del Consejo de Higiene Pública, que poco después cumpliría un papel estratégico durante la epidemia de fiebre amarilla. Como docente, en 1870 fue el primer profesor titular de la Cátedra de Medicina Legal de la Facultad de Derecho.
El escritor Gastón Federico Tobal (padre), describe así su labor legislativa: “Siendo un joven de 29 años, ocupó una banca en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires, lo que fue aprovechado por él para buscar el bien de sus conciudadanos señalando al gobierno los problemas atinentes a la higiene y la salud públicas, a las condiciones de trabajo en los saladeros y graserías existentes por entonces en las márgenes del Riachuelo, observando el peligro de su ubicación, frontera a la ciudad, que luego habría de comprometer trágicamente la epidemia de 1871”.
La epidemia y el Riachuelo
Con la mirada puesta en el problema de salud pública que significaban los saladeros que verían sus desechos en el Riachuelo, cuando a principios de 1871 se desató la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires, Tomás Liberato Perón pensó que esas aguas contaminadas –que abastecían a parte de la ciudad de Buenos Aires– podían ser una posible causa de la infección.
Esta hipótesis fue recogida por el diario La Nación, que en uno de sus editoriales durante la epidemia describió al lecho del Riachuelo como “una inmensa capa de materias en putrefacción. Su corriente no tiene ni el color del agua. Unas veces sangrienta, otras verde y espesa, parece un torrente de pus que escapa a raudales de la herida abierta en el seno gangrenado de la Tierra. Un foco tal de infección puede ser causa de todos los flagelos, el cólera y la fiebre. ¿Hasta cuándo inspiraremos el aliento y beberemos la podredumbre de ese gran cadáver tendido a espaldas de nuestra ciudad?”.
La idea de Tomás Liberato Perón que señalaba al Riachuelo como posible causante de la epidemia no estaba del todo errada, aunque la verdadera causa no tenía que ver con la contaminación del agua sino con su estancamiento, que provocó la proliferación del mosquito Aedes aegipti, el desconocido vector en la transmisión del contagio.
La campaña para erradicar los saladeros que vertían desechos en el Riachuelo logró que el 6 de septiembre de 1861 el Congreso votara una ley estableciendo que quedaban “absolutamente prohibidas las faenas de los saladeros y graserías ubicados en el Municipio de la Ciudad y sobre el río de Barracas y sus inmediaciones”.
Por su labor durante la epidemia, el presidente Domingo Faustino Sarmiento le otorgó a Tomás Liberato Perón una subvención para que perfeccionara sus estudios en Paris durante seis meses.
El abuelo del presidente
Desde 1867 –poco después de haberse recibido de médico– Tomás Liberato mantenía una relación amorosa con Dominga Dutey, con quien convivía sin casarse. La pareja recién contrajo matrimonio en 1881.
Se instalaron en una casaquinta de la localidad bonaerense de Ramos Mejía, donde Tomás Liberato pasó sus últimos años enfrentando continuos problemas de salud. Murió el 1° de febrero de 1889 a causa de una pulmonía.
Lo sobrevivieron tres hijos, Mario Tomás, Tomás Hilario y Alberto. Con el correr de los años, el hijo mayor de Tomás Liberato, Mario Tomás, conocería a Juana Salvadora Sosa, con quien tendría a su vez tres hijos.
Uno de ellos, Juan Domingo Perón, nacido en Lobos el 8 de octubre de 1895, marcaría a fuego la vida política argentina del siglo siguiente.
Para quienes quieran saber más sobre la historia de Juan Domingo Perón y su relación con la Patagonia, aquí dejamos el link de la nota que publicamos en Pasó Hoy: Los detalles íntimos de Perón en la Patagonia
Con información propia, del libro «Yo Perón» de Enrique Pavón Pereyra, de diferentes páginas de Internet y Wikipedia y del artículo «La sorprendente historia del abuelo médico de Perón que luchó contra la epidemia de fiebre amarilla», escrito por los periodistas Eduardo Anguita y Daniel Cecchini, Infobae el 6 de Junio de 2020.