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Quiénes aparecen en el pueblo fantasma de Taquimilán

Sergio Sarachu
Por Sergio Sarachu
Al atardecer en los días de otoño o de invierno, asoma la fila de casas de color ocre y llenas de vida y leyenda, al pie del Naunauco, en un pueblo real del norte neuquino.

Asoma con sus casas chatas y paredes ocres, pero desaparece a los pocos minutos donde nace el cerro Naunauco. Es como un saludo o una reverencia del pasado para quienes andan por la zona del norte neuquino.

La región de los ocres permanentes, de las dos cordilleras que corren paralelas y guardan en su memoria la explotación y las muertes de la minería, también tiene un “pueblo encantado” que asoma y desaparece en la base del cerro Naunauco. En las afueras de Taquimilán, las casas donde están las almas de esos mineros, de los antiguos pobladores o de los fantasmas que no tienen consuelo, aparecen en los atardeceres fríos del otoño y el invierno.

Taquimilán, el lugar del encanto (ubicado a unos 15 kilómetros de Chos Malal, en el Departamento neuquino de Ñorquín) es un pequeño pueblo de unos 700 habitantes que además de la aparición del caserío ocre tiene sus restos de mar y sus piedras para afilar cuchillos.

La leyenda de la aparición de esa fila de casas chatas tiene tantos años como las vidas que anduvieron por el norte neuquino cazando y recolectando, arriando ganado hacia Chile, extrayendo minerales o llevando sal hacia el Pacífico o librando las últimas batallas por la independencia de lo que serían luego nuestros países de América del Sur. Todo el norte neuquino tiene tres riquezas fundamentales: la que está bajo la tierra, la que aflora en la superficie a través de la historia y la de las creencias que cada pueblo construyó con ingredientes de realidad y de ficción.

Bajo la tierra, aquella presencia del actual Océano Pacífico, antes que la Cordillera de los Andes y la del Viento, se elevaran corriendo el agua hacia un lado y el otro. Ese mar dejó los tesoros minerales y paleontológicos a disposición de quien recorriera sus profundidades terrestres.

Las explotaciones mineras de carbón, por ejemplo, marcaron toda una época en la zona de Taquimilán, especialmente por dos hechos trágicos:  primero, entre el 8 y 10 de junio de 1943, dos explosiones en la mina de carbón Santa Marta provocó la muerte de siete trabajadores, dos desparecidos y varios heridos. El segundo, el 2 de junio del año siguiente, cuando una gran explosión interna en la mina “La esperanza”, atrapó en su interior a 22 obreros y un 1 capataz, entre los que resultaron muertos seis de ellos.

Las explotaciones mineras de carbón, por ejemplo, marcaron toda una época en la zona de Taquimilán, especialmente por dos hechos trágicos:  primero, entre el 8 y 10 de junio de 1943, dos explosiones en la mina de carbón Santa Marta provocó la muerte de siete trabajadores, dos desparecidos y varios heridos. El segundo, el 2 de junio del año siguiente, cuando una gran explosión interna en la mina “La esperanza”, atrapó en su interior a 22 obreros y un 1 capataz, entre los que resultaron muertos seis de ellos.
Así quedó el ingreso al túnel de la mina La Esperanza (Foto: Más Neuquén).

Ambos hechos trágicos hirieron de muerte a la voracidad empresaria por hacerse de los minerales subterráneos sin atender a las mínimas condiciones de seguridad y reconocimiento económico y laboral de los trabajadores, y desangró a familias enteras que habían llegado a la región tras esa fuente laboral. Las poblaciones de esa zona del norte neuquino guardan sus lágrimas por aquellas muertes y las ofrecen con un dejo de rencor y pedido de justicia por la habilitación de esas explotaciones mineras.

La tierra se llevó su esfuerzo y sus vidas, pero en algunos casos, también se los guardó en parte de las creencias y leyendas que en las voces de la noche, de los secretos que se comparten como bienvenida, aparecen en algunas de las casas del pueblo encantado de Taquimilán.

Bajo la tierra también están todos los rastros de lo que fue la vida marítima en esta región, cuando la lengua del actual Pacífico cubría la provincia del Neuquén. Cuesta imaginar a esta región donde desfilan y se acompañan las cordilleras del Viento y de los Andes, con olas saladas y animales marinos. Pero allí están, por ejemplo, los vestigios fósiles de ictiosaurios (aquellos  reptiles de mar que son el antecedente milenario de los delfines).

Una de esas huellas del pasado marino fue hallado en 2020 en la zona cercana a Taquimilán llamada Tres Chorros y tiene una antigüedad de unos 145 millones de años. Son las aguas de los mares del jurásico y cretácico, en la era mesozoica que habita el alma subterránea de esa región neuquina.

Los restos fósiles del reptil marino, con una antigüedad de 145 millones de años, hallado cerca de Taquimilán.
Los restos fósiles del reptil marino, con una antigüedad de 145 millones de años, hallado cerca de Taquimilán.

Y sobre la superficie, hoy Taquimilán y la zona buscan abrirse camino en la reconstrucción de las miles de historias y afilan sus horizontes. Y nada mejor que ese verbo, afilar, para señalar uno de los emprendimientos que le otorga valor e identidad al pueblo: la explotación municipal de una cantera de donde se extrae excelentes piedras de afilar.

La incorporación de una máquina de corte especial, el mejoramiento de las cajas de presentación del producto y la apertura de nuevos mercados, están entre las noticias de los últimos meses. Uno de los elementos más importantes para la venta de una piedra de afilar es la recomendación entre la gente que la usa para darle filo a sus cuchillos o herramientas, lo que en buena parte se está logrando entre el mercado más cercano del centro de la provincia del Neuquén y del Alto Valle.

la explotación municipal de una cantera de donde se extrae excelentes piedras de afilar.

La incorporación de una máquina de corte especial, el mejoramiento de las cajas de presentación del producto y la apertura de nuevos mercados, están entre las noticias de los últimos meses. Uno de los elementos más importantes para la venta de una piedra de afilar es la recomendación entre la gente que la usa para darle filo a sus cuchillos o herramientas, lo que en buena parte se está logrando entre el mercado más cercano del centro de la provincia del Neuquén y del Alto Valle.
Las piedras de afilar que se extraen de la cantera municipal y abren su camino comercial.

Entre el subsuelo de historia y minería y la superficie de nuevos emprendimientos, se eleva por algunos minutos un caserío en la base del cerro Naunauco, que como dijimos en una visión que ha impulsado el conocimiento de Taquimilán más allá de las fronteras provinciales y nacionales.

Una de las pobladoras que se propuso registrar esa aparición es Orfelina del Carmen Salazar, nacida en el paraje Trailathue y residente en Chos Malal, que el 23 de junio de 2009, entre las 18.30 y las 19 horas pudo registrar con su filmadora VHS las imágenes que había visto con sus ojos. Esa es la primera filmación que invitamos a ver en el sitio Más Neuquén.

En declaraciones al periódico La Mañana, Orfelina recordó ese momento: «cuando el sol ya se estaba extinguiendo en el horizonte y los últimos rayos iluminaban la cumbre del Naunauco pude filmar por primera vez al mítico Pueblo Encantado. Fueron unos 15 minutos».

«Se da con mayor intensidad en las estaciones de otoño e invierno, pero hay quienes aseguran haberlo visto también en primavera y verano. Los testimonios de antes y los de ahora son todos parecidos. Todos han manifestado que se ven figuras que se asemejan a casas antiguas y en posición frontal, donde se observan puertas y ventanas. Otros testimonios dan cuenta de haber visto la estructura de un pequeño puente, ropa tendida y hasta gente de pie», señaló.

Claro que no es cuestión de llegar cerca de Taquimilán por la Ruta 40 y pararse a ver el pueblo que aparece y desaparece en la base del cerro. No siempre está dispuesto ese momento. Depende de muchos factores, no sólo climáticos sino también de ir más allá de la visión física del escenario concreto de meseta y valle, para dejarse llevar por el encanto. Y ahí sí, aparece como un saludo o una reverencia de bienvenida al lugar que en lengua mapuche significa “hacer ruido de oro” y en quechua “Ta”, La, “Quime”o “Cume” que significa buena y “Lan”: Costa “La Buena Costa”.

ATE
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Periodista y escritor (autor de las novelas "Arde La Colmena" y "Un hijo de tres madres", además de varios libros de poesía. Neuquén. Editor.
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