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Un naufragio, Tacuarí, la relación de Belgrano y Río Gallegos

Mario Novack
Por Mario Novack
Los mares de la Patagonia y la capital de Santa Cruz quedaron también enlazadas con la historia de Manuel Belgrano.

No son muchos quienes conocen a los protagonistas históricos de la Batalla de Tacuarí, librada un 9 de marzo de 1811 en la actual República de Paraguay, por entonces bajo el dominio del reino de España. Concluyó con una enorme derrota para las fuerzas patriotas, comandadas por el general Manuel Belgrano.

Dos aspectos debemos resaltar de esta contienda. El primero es el paso a la historia del niño soldado Pedro Ríos, conocido a partir de ese momento como “el Tambor de Tacuarí”, cuya misión era animar a la tropa, muriendo allí en combate.

El segundo es que pese al resultado adverso, Belgrano logró transmitir a los paraguayos lo que sucedía en Buenos Aires, dejando plantada la semilla de la libertad. Sin embargo para quienes vivimos en la ciudad de Río Gallegos esta fecha tiene además una connotación muy particular.

Las tropas que derrotan al general Manuel Belgrano eran comandadas por un joven capitán, cuyo apellido era Troche. Navegar en el pasado de nuestra ciudad nos hace conocer aspectos desconocidos de nuestra historia.

Batalla de Tacuarí

En junta de guerra convocada por Belgrano se decidió la retirada a un lugar donde se pudieran hacer fortificaciones en espera de refuerzos para proseguir las operaciones. Los patriotas formaron a la vista del enemigo, que se contentó con observar sus movimientos.

El paso de Tebicuary exigió tres días; allí se incorporaron 150 hombres y el escuadrón que había dejada de guarnición en Candelaria.

Belgrano pensó hacerse fuerte en Santa Rosa, pero al advertir las dificultades que tendría para recibir refuerzos a causa de la agravación de la situación en la Banda Oriental, retrocedió a la línea del río Tacuarí, a donde llegó a mediados de febrero. En la margen sur del río hizo alto y se aprestó a la defensa.

Deseaba Belgrano permanecer en la margen septentrional del Paraná para reabrir la campaña cuando dispusiese de mayores recursos, con Candelaria asegurada en manos del capitán Perdriel  la división de Rocamora permanecería con sus 400 hombres en Itapúa. Es decir, de sus 900 hombres, destacó 500 para asegurar la comunicación de los 400 restantes.

Cabañas se dispuso a desalojar a Belgrano de la posición elegida; disponía para ello de 2.500 hombres y seis piezas  de artillería. Comenzó por llamar la atención con una parte de sus tropas hacia el paso del río, mientras con 1.500 combatientes y tres piezas de artillería se dirigía por agua para flanquear el Tacuarí a dos leguas de distancia y atacar por la retaguardia. Además, la escuadrilla fluvial amenazaría a su vez el flanco izquierdo con tropas de desembarco.

El 9 de marzo iniciaron los paraguayos la lucha con el fuego de su artillería dirigido hacia el paso del río; respondieron los patriotas con decisión, pero Belgrano fue informado que una fuerte columna había remontado el río para atacar por retaguardia, y Machaín se adelantó con 150 hombres para reconocer esas fuerzas, debiendo regresar a la posición si comprobaba que avanzaba por allí el grueso de las fuerzas paraguayas.

El paso era defendido mientras tanto con los 250 hombres restantes. Al mismo tiempo se supo que varias canoas y botes tripulados por hombres desembarcados de la flotilla paraguaya ponían en peligro el flanco izquierdo. Los patriotas se vieron así amenazados por tres puntos. Belgrano hizo retroceder a los atacantes del paso del río y el mayor Celestino Vidal rechazó a las tropas de desembarco de la flotilla enemiga haciéndolas volver a las naves con grandes pérdidas.

Entretanto Machaín chocó con la avanzada de la columna de Cabañas y se trabó en combate al frente de su pequeña tropa. Cercado por una gran superioridad numérica, los patriotas se rindieron, cayendo prisionero Machaín.

Tres oficiales y algunos soldados que lograron escapar del cerco, llevaron la noticia del desastre al campamento de Belgrano.

Cabañas avanzó con el grueso de su columna contra la posición de los patriotas y, juzgando que Belgrano no podría resistir, le envió un emisario para invitarle a deponer las armas. Belgrano rehusó admitir la idea de la rendición y se aprestó a la lucha con el mermado contingente que le quedaba. Dio orden de avanzar al encuentro de los paraguayos y se puso él mismo a la cabeza de las tropas por haber caído Machaín. Las piezas paraguayas no tardaron en silenciar a dos de los patriotas, pero el capitán Pedro Ibáñez dio una carga valerosa con sus hombres contra la vanguardia enemiga y le obligó a replegarse a los montes cercanos después de perder 30 de sus combatientes.

Era mediodía y, temiendo caer en una emboscada si ordenaba la persecución, Belgrano concentró sus efectivos en la loma que fue bautizada en recuerdo de la acción librada como Cerrito de los Porteños. 

No había habido todavía ninguna decisión en la lucha, pero el jefe patriota comprendió lo difícil de su situación y resolvió iniciar negociaciones, enviando al efecto a José A. Echeverría a parlamentar con el enemigo. Echeverría propuso a Cabañas una suspensión de las hostilidades, pues el ejército expedicionario no había llegado para hacer la guerra al Paraguay, sino para ayudarle en la obra de su emancipación. Sería evacuado el territorio paraguayo y las tropas expedicionarias se retirarían a la margen sur del Paraná. Cabañas aceptó la proposición y el 10 de marzo comenzó el ejército de Belgrano la retirada hacia Candelaria. 

El ejército paraguayo presentó armas al paso de la pequeña columna. Cabañas salió al encuentro de Belgrano y ambos jefes se abrazaron y el jefe patriota porteño aprovechó la oportunidad para informar a los paraguayos de la situación de Buenos Aires y de las intenciones de su política. Lamentó los encuentros habidos y donó 60 onzas para las viudas y huérfanos de los caídos en la lucha. 

Pese a que el oficial más destacado en las tropas paraguayas fue el capitán Mauricio José Troche, la historia refiere no sólo a su participación en la contienda sino también que él fue uno de los cuatro militares patriotas que proclamaron la independencia del Paraguay en mayo de 1811.

A las 10 de la noche del día 14, Pedro Juan Caballero hizo repicar inesperadamente las campanas de la catedral; era la señal convenida para que los complotados se reunieran en el cuartel general frente a la plaza. Caballero e Iturbe avanzaron hacia el cuartel con 3 compañías de infantería y 3 de artillería, siéndole franqueado el paso por el comandante de la guardia, capitán Troche lográndose apoderar del parque de artillería y de las armas sin ninguna resistencia. Las fuerzas acantonadas en el cuartel eran: 106 soldados al mando del capitán Juan José Vera, 34 milicianos de San Isidro de Curuguaty al mando de Troche, y una compañía de fusileros al mando de Cuestas. 

Mauricio José Troche era descendiente del marino italiano Bautista Troche que terminó radicado en el Paraguay, al igual que otros tripulantes de la Nao Concepción, aquel navío que naufragara en Río Gallegos un 30 de noviembre de 1537, mientras cubría la ruta entre Cádiz España y Lima, en Perú en una expedición comercial.

Los náufragos fueron embarcados en la Nao Santa María y tomaron rumbo hacia la primera Buenos Aires, fundada por Pedro de Mendoza en 1536 e incendiada y abandonada en 1541, adonde llegaron en enero de 1538. 

Con posterioridad se afincaron en la ciudad de Asunción del Paraguay y allí los naufragos de Río Gallegos fueron consagrados como nobles e integrantes del gobierno real y otros como Bautista Troche, beneficiario de campos en la zona de Villarica.

Podemos decir que sin naufragio no habría batalla de Tacuari ni independencia paraguaya al menos con la participación del capitán Mauricio José Troche.

ATE
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Periodista, investigador histórico y escritor con una larga trayectoria en los medios de comunicación de Río Gallegos, Santa Cruz. Actualmente conduce un programa de radio en FM UNPA, compartida con LU 14 Radio Provincia de Santa Cruz y AM 740 Radio Municipal de Puerto Deseado y publica sus investigaciones históricas en el diario Nuevo Día. Es de su autoría una Cantata de las Huelgas Patagónicas y letras de canciones. Vive en Río Gallegos
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