Es un biólogo apasionado por el ecosistema marítimo de nuestra región. Además es buzo, lo que le permite relacionarse con el mundo del fondo marino. Conocé qué es lo que piensa y cómo se conforma el proyecto “Arrecife”.
Se relacionó desde muy pequeño con los peces del río Limay y con el buceo en el lago Mari Menuco. Alejo Irigoyen, el biólogo neuquino que forma parte de un proyecto del Conicet de vigilancia y cuidado de los peces de nuestro mar patagónico, nos recibió telefónicamente en Puerto Madryn, adonde desarrolla sus actividades científicas.
Y se lo escucha apasionado, como cuando una persona puede llevar a cabo sus conocimientos en un mundo que lo atrae desde pequeño. En especial, cuando puede conjugar la biología orientada a la ecología en peces y además, proteger una de las especies patagónicas que más peligro corren como es el tiburón “gatopardo”.
El grupo de estudios científicos “Arrecife” de Ecología de Peces (CESIMAR-CONICET) creció con el tiempo en cuanto al campo de investigaciones y también en cuanto al equipamiento para seguir de cerca las variedades. En este sentido, Irigoyen destacó que en pocos lugares como en los golfos San Matías (zona de Las Grutas) y el Nuevo (zona Puerto Madryn) que presentan zonas muy profundas cerca de la costa.
En esas profundidades se desarrollan dos variedades muy apetecidas por la industria pesquera como lo son la merluza y el langostino, pero también otras que son investigadas por el grupo. En los últimos años han incorporado tecnología y también ha recibido la colaboración de otros especialistas en diferentes disciplinas que enriquecen el estudio.
El tiburón “gatopardo”
Esta especie de la familia de los tiburones es un habitante veraniego de las costas patagónicas por su carácter de ser partidario de las aguas frías, mientras que en invierno sube hasta las cercanías de Uruguay. Por sus características, su aspecto y cierta mitología, es presa de pescadores y en algunos casos (como denunciara el grupo) de matanzas indiscriminadas que han llegado a poner en peligro su desarrollo y existencia.
En este sentido, Irigoyen y sus colaboradores hacen permanentemente un llamado para la conservación de esta especie o de la aplicación de la pesca con devolución. “Si protegemos nuestras truchas por qué no proteger también al tiburón que es propio y está en peligro” indicó.
La llegada durante el verano a las costas patagónicas tiene que ver con su época de reproducción y también porque aquí encuentra la alimentación que necesita, especialmente lobos, lobitos y otros peces.