Pensó en su hijo Elvio, de casi dos años, miró Río Gallegos cuando el avión se elevaba y se ilusionó con un corto viaje a Ushuaia. El capitán Bautista Mendioroz iniciaba su vuelo a la eternidad, acompañado por los diez tripulantes a bordo del avión Avro Lincoln Matrícula B019, de la Fuerza Aérea.
La dotación integraba un grupo de tres aviones dispuestos a realizar ejercicios militares en suelo fueguino y después de cargar combustible y realizar esa escala técnica en la capital santacruceña enfilaron rumbo a la Tierra del Fuego.
El apellido Mendioroz nos suena conocido y lo registramos los galleguenses cada vez que circulando la avenida San Martín doblamos por la diagonal de ese nombre que concluye en el Hospital Regional.
Bautista Mendioroz formaba parte de una tradicional familia de Carmen de Patagones y había abrazado la carrera militar desde joven. Ese año de esplendor en el gobierno peronista lo encontró en la realización de estos vuelos de adiestramiento.
La tragedia sobrevolaba en el sur, donde un 22 de setiembre de 1949, el hundimiento del “Rastreador Fournier”, de la Armada Argentina, había concluido con la muerte de sus 77 tripulantes militares y 2 civiles. La embarcación naufragó al sur de Punta Arenas, rumbo a Tierra del Fuego luego de haber partido desde Río Gallegos.
Los aparatos de la Fuerza Aérea partieron con buen clima desde nuestra ciudad, pero de inmediato como suele suceder las condiciones variaron en forma negativa, produciéndose una fuerte tormenta de viento y granizo.
Ello motivó el retorno de dos aeronaves de la expedición, pero el tercer avión no pudo cumplir ese cometido y terminó desapareciendo, cerca del Lago Fagnano en la cordillera de la Tierra del Fuego.
Inútiles fueron todos los esfuerzos realizados para dar con el paradero de esta máquina pasando a formar parte de casi una leyenda dentro de la Aeronáutica Argentina. El avión era el Avro Lincoln B-019 integrante de una flota de bombarderos pesados que la Argentina compró a Inglaterra después de la segunda guerra mundial con la tecnología que en esos años se podía pretender.
Este hecho quedó en el silencio durante muchos años hasta que en 1983 una noticia sin mucha resonancia daba cuenta que una expedición de la Universidad de Magallanes de Chile había encontrado en la Cordillera Darwin de aquel país, restos que más tarde se confirmó que eran de ese avión Argentino. En esa oportunidad no se encontraron restos humanos, tomando conocimiento de esto las Fuerzas Aéreas de Chile y Argentina.
El 16 de marzo del 2009, una expedición de unos andinistas chilenos, encuentran en la morrena de un glaciar del Fiordo Parry, distintas partes del Avro Lincoln B-019 accidentado y también diversos restos óseos en principio de sus tripulantes. Este hecho se ubicó en el extremo sur oeste de la Isla Grande de Tierra del Fuego en territorio Chileno. El descubrimiento fue reconocido por la Fuerza Aérea Chilena y comunicado a su par Argentino.
Aquí comienza para los que somos los parientes directos de los tripulantes del avión, una esperanza concreta de reencontrar algo de nuestros seres queridos.
Este hallazgo nos lleva a agruparnos en una comisión de familiares con el objeto de estrechar vínculos y aprobar gestiones iniciadas en abril del 2009 ante autoridades Argentinas y Chilenas con el objeto de repatriar los restos de nuestros familiares accidentados en el avión.
Desde la comisión de familiares y durante los años transcurridos, se redactaron más de cien notas y se realizaron arduas gestiones y entrevistas presentando todo tipo de documentación y fotografías ante los presidentes de Chile y Argentina, los jefes de las Fuerzas Aéreas de ambos países y los Ministros del Interior y de Relaciones Exteriores de Argentina.
Pasaron los años desde que comenzamos a realizar estas gestiones sin obtener respuestas concretas a nuestros pedidos. Estos nos preocupaba, ya que hemos aportado ideas y documentación y nos costaba creer que aspectos burocráticos o quizás de diferencias políticas, pudieran ser más fuertes que una solicitud fundada en el respeto por los derechos humanos.
Todo esto por querer reencontrarnos con algo que nos pertenece como son nuestros familiares fallecidos en cumplimiento del deber y miembros activos de la Fuerza Aérea Argentina, quienes en 1950 eran pioneros al servicio de su Patria.
Se cierra una historia
A mediados de marzo del año 2015, algunos de los familiares de los tripulantes del avión pudieron concretar el anhelo de todos, trasladarse hasta el lugar del accidente para rendir un homenaje póstumo a nuestros familiares.
Para llegar al sitio donde se encontraban los restos, se contó con la colaboración de baqueanos del lugar quienes aportaron la logística, material necesario y embarcaciones. En el lugar se colocó una cruz con placas que testimonian el homenaje de familiares e Instituciones varias. Se concluyó el acto elevando oraciones por las almas de los difuntos.
El 22 de marzo de 2017 aniversario del accidente, se realizó un homenaje póstumo para despedir los restos de nuestros familiares. El lugar fue la 5ta Brigada Aérea con asiento en Villa Reynolds de San Luis. A este emotivo acto asistieron familiares de los 11 tripulantes del avión llegados de distintas provincias Argentinas, amigos, camaradas, el capellán de la base y una formación de personal de la misma.
El acto se realizó en el parque de la base aérea frente a un avión gemelo del caído en el sur, expuesto como recuerdo a los mismos.
Durante la ceremonia se entregó en custodia a miembros de la base, una urna conteniendo restos de la tragedia y se descubrió una gran cruz con plaquetas adheridas que testimonian el homenaje. El capellán de la base bendijo estos objetos y rezó un responso por el alma de los caídos.
Luego de palabras alusivas por parte del Sr. Elvio Mendioroz, hijo del piloto del avión caído, se realizó un minuto de silencio con el toque de clarín por parte de un miembro de la base.
Queda así cerrado un hito histórico de nuestra aviación militar, desconocido hoy no solo por las nuevas generaciones, sino también olvidado por quienes tendrían que dar hoy una respuesta concreta a los familiares de los tripulantes y a toda la sociedad. Una acción de honor a quienes quedaron sepultados en los hielos eternos de nuestra hermana República de Chile cumpliendo con un patriótico deber
Nómina Tripulación Avro Lincoln B-019
1. Capitán Juan B. MENDIOROZ
2. Primer Teniente. Raúl ZARZUELA
3. Teniente. Marcos MODOLO
4. Teniente. Emilio BARROS
5. Sargento Auxiliar Enrique MARCUZZI
6. Sargento Auxiliar José BIANCHI
7. Cabo Primero Héctor IBAÑEZ
8. Cabo Primero Adelmo AMOROSO
9. Cabo Primero Adrián HAYNEN
10. Cabo Primero Humberto LOZARDO
11. Cabo Primero Federico PACHECO
Homenaje en la Antártida Argentina
Toponimia Antártica: La toponimia es la disciplina que estudia el origen etimológico de los nombres propios de un lugar. En el caso de la Antártida los distintos accidentes geográficos suelen tener mas de un nombre según el país que los identifica.
El Comité Científico de Investigaciones Antárticas (SCAR – Scientific Committee on Antarctic Research) es un organismo internacional multidisciplinario que entre otros temas se encarga de la consolidación de esta información y finalmente en la unificación de las denominaciones.
En el Australian Antarctic Data Centre se encuentra una base de datos con los nombres utilizados por todos los paises hasta la fecha.
Hay cinco accidentes geográficos en los que se detalla el origen del nombre como homenaje a tripulantes del Avro Lincoln B-019. Hay otros 5 casos de los que sólo se conoce el nombre que coincide con tripulantes del avión.
De esta manera hemos rescatado el hecho histórico registrado hace 73 años, luego del despegue de este avión desde Río Gallegos y su posterior desaparición y para que cuando transitemos esa arteria tengamos presente el origen de la misma.
En nombre de los familiares de los tripulantes agradecemos al señor Elvio Mendioroz con quien hemos estado en contacto todos estos días con el fin de recabar los datos de esta nota.