El brote de una enfermedad respiratoria que ya arrojó más de 30 muertes preocupa en estas horas a médicos y científicos de la República Democrática del Congo ya que se desconoce su origen y cómo tratarla. El temor es que rápidamente se expanda por todo el mundo, advirtieron autoridades sanitarias.
Desde finales de octubre en la región de Panzi, situada en la provincia de Kwango, al suroeste del país, más de 400 personas han mostrado síntomas graves. Hasta el momento, se han reportado al menos 31 muertes, muchas de ellas de niños y personas con desnutrición.
Este brote ocurre en un contexto sanitario ya frágil, marcado por la lucha contra otros brotes como el de la viruela del mono, conocida como mpox. La propagación de esta nueva enfermedad ha generado incertidumbre, ya que los sistemas de salud de las zonas rurales son limitados y el acceso a atención médica es escaso. La falta de infraestructura adecuada ha complicado la respuesta del gobierno y las autoridades sanitarias ante el brote.
Entre las hipótesis que circulan en la comunidad científica, se encuentra la posibilidad de que esta enfermedad sea la llamada «enfermedad X». Este término hace referencia a una enfermedad desconocida que no ha sido identificada aún y que podría desencadenar una epidemia de gran escala. La preocupación global es alta, pues un brote de «enfermedad X» podría seguir el patrón de emergencias sanitarias previas, como la pandemia de COVID-19.
Los primeros informes sobre el brote en Congo indican síntomas similares a los de otras enfermedades respiratorias comunes, como fiebre, tos, secreción nasal, dolor articular y dificultad para respirar. No obstante, los expertos advierten que, aunque la «enfermedad X» es una preocupación, muchos brotes de enfermedades recientes han sido causados por patógenos ya conocidos.
El epidemiólogo Paul Hunter, de la Universidad de East Anglia, subraya que la mayoría de los brotes mortales que ocurren en diversas partes del mundo a lo largo del año resultan ser infecciones conocidas. En este caso, el brote podría ser una versión más grave de enfermedades como la gripe o incluso la COVID-19, exacerbadas por las condiciones sanitarias y sociales en el país.
A pesar de la especulación, la falta de pruebas definitivas y las dificultades para realizar un seguimiento exhaustivo han impedido una identificación clara del patógeno responsable. La comunidad científica sigue de cerca la evolución del brote, pero aún no hay consenso sobre su naturaleza.
Las cifras de víctimas fatales continúan siendo inciertas. Mientras algunos informes no oficiales indican más de 140 muertes, el Ministerio de Salud de la República Democrática del Congo ha confirmado 71 fallecimientos. Sin embargo, aún no se ha determinado con precisión si todas estas muertes son atribuibles al brote respiratorio. La situación sigue siendo una prioridad para las autoridades sanitarias del país y de la comunidad internacional.