En esta edición especial de El Diario de Vanesa, vamos a realizar un viaje increíble desde nuestra Patagonia hacia el extremo norte del país para encontrarnos con una mujer y una artista increíble: Lola Mora. En uno de tantos recorridos por la Argentina adonde me lleva mi tarea de traslado de mascotas, viajando de regreso a nuestro sur me encontré con un atractivo cartel que me invitaba a visitar El Tala, el pueblo donde nació y vivió esta impactante mujer que es considerada la más grande escultora e impulsora de la minería en la Argentina.
La popularmente conocida como Lola, en verdad se llamaba Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, y desde ese lugar maravilloso del límite entre Salta y Tucumán, su pasión por el arte la llevó a Buenos Aires, Europa y conseguir un lugar de privilegio en la historia argentina por cómo interpeló a la época con cuerpos femeninos tallados en piedra y mármol que la llevaron a estar a la par de los grandes escultores clásicos del mundo.
Llegar a este paisaje del norte argentino también nos permite ingresar en un mundo diferente de nuestra Patagonia, donde los tiempos de las personas y la belleza del lugar emanan siglos de historia, de testimonios y de leyendas, como las que nos contó Fabricio Díaz, el secretario de Turismo de El Tala.
Con él recorrimos la casa de la artista, los detalles más íntimos de su vida y sus quehaceres cotidianos, pero también cómo surgió desde allí hacia el mundo, abriéndose paso a través del arte y el compromiso y cómo murió en la pobreza, a los 70 años, el 7 de junio de 1936.
Llegamos por la Ruta Provincial 6 a la finca El Dátil, en el departamento de La Candelaria, donde cada espacio y sector preservado puntillosamente también muestra el amor y orgullo que esta población tiene por su hija más preciada, Lola Mora.
Fabricio es un apasionado por la historia del lugar y de esta increíble mujer y nos contó sobre el debate que hay respecto de dónde nació Lola Mora: «Se concluye que Lola Mora es bautizada en una iglesia ubicada a 15 kilómetros de la finca El Dátil (en territorio de Tucumán), que actualmente se llama San Francisco, pero en aquellos años se llamaba la iglesia del Sagrado Corazón. Era la única iglesia de la zona y también funcionaba como Registro Civil. Entonces el sacerdote que la bautiza allí omite su fecha de nacimiento y lo que hace es anotarla, justamente, con la fecha en la que realidad fue bautizada. Si bien la iglesia está ubicada en territorio tucumano, en aquellos años pertenecía al Obispado de Salta. Geográficamente, el nacimiento de Lola Mora ocurrió en esta casa de la Finca El Dátil», nos contó.
Luego «vivió en su casa natal, hasta los 7 años y se fue a estudiar a Tucumán; tiempo después, cuando ella ya se dedicaba a la pintura, participa en concurso de retratos de gobernadores en la provincia de Tucumán. Lo gana y obtiene una beca para ir a estudiar a Buenos Aires».
Una vez instalada en Buenos Aires, Lola empieza a tener contacto con otros artistas y, en un corto tiempo, vuelve a ganar otra beca y viaja a Europa. En cuanto al ambiente en el que se movía en aquellos años, recuerda que «tenía mucha afinidad con su padrino, el gobernador Roca y, supuestamente, tenía una relación con el presidente Avellaneda. Todos esos contactos, de alguna manera, le sirvieron para emigrar a Europa».
«Cuando ya estaba en Europa, conoció a un artista de apellido Monteverde, y allí empezó a incursionar e inclinarse por el arte de la escultura. Una vez que se perfecciona en esa rama, comienza a trabajar y realizar las primeras obras, que fueron muy importantes, trabajando inclusive a pedido de la Reina Victoria», contó. Lola “participó de un concurso en Rusia; lo ganó pero para recibir el premio tenía como condición renunciar a la ciudadanía argentina, lo cual no hizo y lo rechazó».
«Después, es contratada por el Gobierno nacional para crear esculturas para el Congreso. Ella finalizó todas esas obras, pero finalmente las terminó comprando la provincia de Jujuy. Los cuatro monumentos, están ubicados en la Casa de Gobierno de Jujuy», detalló.
Sin dudas que su obra cumbre fue la «Fuente Monumental las Nereidas», esculpida en un mármol blanco de origen italiano y está ubicada en la Costanera, Buenos Aires. «En un principio su destino era el frente del Congreso, pero esto no se llevó a cabo por la mentalidad de la gente de esa época, que le molestaba ver que ella esculpía cuerpos y torsos desnudos. De ahí, la fuente es traslada a la costanera sur, lugar en donde había prostíbulos y casas de citas», nos comentó Fabricio.
Más allá de que Lola Mora fue creadora de muchas e importantes esculturas en Tucumán, Jujuy, Buenos Aires o Santa Fe, tan solo una resguarda la localidad, y está ubicada en el cementerio de la comuna.
Allí estuvimos y Fabricio nos llevó a ver la tumba perteneciente a don Victoriano Zelarrayán, quien fue el primer jefe de la estación ferroviaria. «Era un hombre de un importante poder adquisitivo y, en vida, le encargó a Lola Mora, cuando ya era famosa, una lápida para cuando él muriera».
Esa lápida, esculpida con forma de una mujer inclinada que llora, está tallada en una piedra negra, similar al basalto. Este material muestra los inicios de Lola Mora en la actividad minera. Por cierto, actividad en la cual las mujeres de aquella época no tenían lugar ni cabida. Sin embargo, pese a cualquier obstáculo, supo incursionar e investigó los esquistos bituminosos, que comprenden un grupo de rocas con suficiente abundancia en material orgánico como para producir petróleo a través de la destilación. Estas primeras investigaciones muestran, sin dudas, que la artista tenía una mente visionaria.
Ya de grande, incluso llegó a instalarse por un período de casi dos años en el paraje histórico de Los Baños, perteneciente a la localidad de Rosario de la Frontera. «Se instaló en una finca del interior de Los Baños, para investigar e incursionar en todo lo relacionado con la minería y sus derivados», nos dijo Fabricio y agregó que “en toda esa zona montañosa, hay un determinado tipo de roca como esquistos bituminosos. Este material, llevándolos a altas temperaturas, generaba petróleo. Lamentablemente la tecnología de la época no ayudaba mucho para seguir experimentando». Lola Mora no solo fue una dibujante destacada y la primera escultora argentina, sino que además de trabajar en la minería, en el urbanismo y las artes visuales, todas áreas restringidas para las mujeres de aquellos tiempos, también fue la primera contratista en el tendido de rieles del tren de las nubes.
Una leyenda en el Cementerio
Ustedes saben que en El Diario de Vanesa también incluimos historias y leyendas que tienen nuestros pueblos y allí nos encontramos una tumba cuya difunta es señalada como milagrosa. Según la historia, «pertenece a la maestra Emilia Morales, quien perdió su vida tras un femicidio el 13 de julio de 1922. Fue asesinada por su esposo a la orilla del río». Al poco tiempo que fue sepultada, sobre su tumba comenzó a crecer un brote de una mora. El ejemplar fue rompiendo el cemento hasta transformarse en un árbol que hoy está dentro del cementerio y que es motivo de devoción. Este árbol sobre la tumba tiene un enrejado. «Hay quienes cuentan y recuerdan que la maestra aparecía con su guardapolvo blanco, caminando de noche por las calles de El Tala», nos contó Fabricio.
Después que se colocaron las rejas, nunca más se la vio recorriendo el pueblo. Tiempo después fue cobrando fama por sus milagros a los estudiantes, quienes con promesas dejan sus carpetas enteras en agradecimiento a la maestra. «Todos los años, hay que limpiar la tumba ya que son muchísimos los estudiantes que después de aprobar alguna materia, le dejan su corbata, apuntes o su carpeta completa. El árbol que creció sobre su tumba es una mora y el apellido de casada de la maestra, era Morales», nos dijo antes de despedirnos y dejarnos con esta visita que aquí compartimos en el video.
Espero que les guste y ¡Será hasta la próxima!