Hoy continuamos con el viaje por la RP1 de Chubut que iniciamos en la nota anterior. Resumiendo, la primera parte podemos decir que nace en un pueblo abandonado llamado Puerto Lobos, pasa por Pto Madryn y Rawson con varios desvíos interesantes y así se llega a otro desvío que es donde quedamos en el primer tramo.
Esta bifurcación toma la ruta 75 hacia el mar y se dirige directamente a otra de las joyas de la zona: Punta Tombo. Este Área Protegida Marina es una Punta que se mete mar adentro unos 3 kms y está considerada la mayor pingüinera continental de Pingüinos de Magallanes del mundo.
El ciclo comienza en agosto, que es la época en que los machos llegan a acondicionar sus nidos, todos los años siempre al mismo nido. Luego llegan las hembras a nidificar, cuidar sus crías hasta abril cuando los pichones ya nadan y se alimentan solos y entonces la mayoría ya se va a hacer su periplo por el Atlántico. Se pueden observar pingüinos durante casi todo el año, pero la mejor época es el verano cuando la colonia esta a pleno, con cerca de medio millón de pingüinos.
El entorno es hermoso. Playas de canto rodado y algunas pocas de arena muy fina, ideales para los pingüinos que tienen estas playas «minadas» de cuevas.
Como dije antes, lo que más me gusta hacer al viajar es ver la fauna en su habitat natural. He pasado horas viendo su comportamiento. Suena aburrido, pero es muy interesante. Si uno se centra en alguna pareja cercana a la costa, podrá observar como el macho y la hembra se turnan para ir hasta el mar a buscar comida para sus crías, cómo la reparten y cómo pelean los pichones por su porción. O en otras epocas del año cómo cuidan sus huevos, sobre todo de las gaviotas y los Skuas. En general suelo ir en enero, época en que están mudando el pelaje los pichones.
Si bien están muy alertas al ser humano, generalmente no se asustan ni abandonan sus nidos, y como suelen verse muy cerca de las pasarelas demarcadas, en cierta forma se puede lograr una interacción bastante estrecha, no son de atacar, pero si se sienten en peligro pueden tirarte un picotazo. Hay que respetarlos lo más posible. En un viaje por Bahía Laura, otro pueblo ya abandonado en Santa Cruz, donde no suele ir el turista, recuerdo haber instalado la carpa en medio de una colonia y dormido rodeado de pingüinos, después de disfrutar un mágico atardecer observándolos. Si bien al principio algunos se alejaron, regresaron a su cotidianeidad, y puedo decir que me aceptaron, al menos por una noche.
En cambio, en este tipo de áreas más protegidas como Punta Tombo y para evitar accidentes, se han construido pasarelas que permiten circular a los visitantes sin peligro de derrumbar las cuevas a su paso. En estos lugares así tan agrestes, por supuesto está presente toda la fauna de la estepa patagónica, guanacos, choiques, zorros grises, cuises, maras y mulitas, gaviotas, los cormoranes cuello negro e imperial, los ostreros; petreles, patos, garzas. Sinceramente no distingo muchos más que estos que nombro acá, pero hay otros.
Este es sin lugar a dudas “el lugar” si uno quiere ver pingüinos magallánicos y aprender sobre esta especie. Su Centro de Interpretación, es el mejor que yo recuerde. Tiene muy buena infraestructura de circuitos para recorrer.
Si uno regresa a la RP1 y sigue rumbo sur, siempre en el ripio, la ruta va acercándose al mar y llega a uno de mis lugares favoritos de la Costa Argentina, Cabo Raso.
Cabo Raso, ubicado a unos 150 kms al sur de Trelew, es un antiguo pueblo abandonado como tantos otros que estaban a la vera de la antigua RN3 antes que cambiaran su traza en la decada del 50 a su posición actual, tal conté en la primera parte.
Supo tener gran movimiento. Era parada obligada entre Trelew y Comodoro Rivadavia, una especie de Posta y su buen puerto natural era utilizado para sacar la producción de la zona de influencia.
Finalmente, este pueblo que en su apogeo llegó a tener unos 200 habitantes, un faro (1925), almacén de ramos generales, juzgado de paz, oficina de correo, telégrafo, casas, calles y una escuela, para los niños de los campos vecinos, se convirtió en un pueblo fantasma. Se fueron todos. Ahora se ven apenas unas casitas aisladas, destruidas por el paso del tiempo y el vandalismo.
El lugar, paradisíaco es muy silencioso y la paz que se respira allí es inigualable. El viento se siente y muy fuerte, y por esa razón es un lugar frecuentado por surfistas, aunque no lo crean.
La última habitante del pueblo original fallece en 1985, se llamaba Mercedes Finat, dueña del almacén de Ramos Generales que aun abastecía a los campos vecinos y desde ese momento Cabo Raso se convirtió en un pueblo fantasma.
Hace unos años, una familia presentó un proyecto a la provincia de Chubut para armar allí un Camping y fue autorizado y en ese momento comenzó a resucitar. Hoy en día se puede acampar. Incluso arreglaron algunas de las viejas casitas abandonadas y una pequeña hostería con ese olorcito inolvidable a desayuno campero, con sala de juegos, donde no falta una guitarra. Tienen un pequeño almacén y, además, dos viejos e icónicos buses, uno de ellos el coche 01 de la Compañía EL ÑANDU, que hacía el trayecto Trelew-Gastre. Hoy los mochileros los utilizan como “dormis”. Les sacaron todos los asientos y en su lugar pusieron varias camas cuchetas con unas vistas increíbles.
Hay cosas muy interesantes para ver en Cabo Raso. Por ejemplo, un bunker, sí, muy raro, pero a 300 metros del caserío se encuentra un edificio muy extraño, de hormigón armado, semienterrado. Es un bunker donde se dice que Menem y las FFAA intentaron hacer una plataforma para el lanzamiento de misiles. Locuras de esos años. Hoy es la sala de estar para los acampantes, el quincho.
En la playa de canto rodado, hay un solitario columpio que invita a sentir el aire en la cara al compás del ida y vuelta de la hamaca con la maravillosa vista al mar.
Amo los faros, y aquí hay dos. Uno pequeño casi en la playa al norte del pueblo y otro más alto, de unos 20 metros de altura al sur de Cabo Raso. Un faro siempre atrae y más en Patagonia.
La primera vez, fui con un primo rosarino y patagónico por elección, Diego Acuña y recorrimos el lugar, sobre todo hacia el sur. Vimos el viejo cementerio, pequeño y aislado en la estepa patagónica al costado del camino. Ya (creo) sin visitas.
Tiene unas 25 tumbas, entre ellas, destaca la última que se construyó, la de Mercedes Finat, una mujer que, se cuenta, no salió del pueblo en más de 30 años, dicen que ni siquiera iba votar. Otra tumba interesante es la de Finn Olsen, un alemán, de quién también se dice ayudó a sus compatriotas desembarcados en estas tierras luego de la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial. Esta tumba tiene un detalle curioso, la hora fatal de su muerte tallada en la piedra. Al fondo hay un pequeño espacio vacío con un cartelito que reza la palabra ¡¡»reservado»…!!!.
Pasando el cementerio, si uno camina por la playa a pocos kms hay un apostadero de elefantes marinos, con los que nos topamos de golpe en una hondonada en la playa. El susto fue grande, porque los teníamos a pocos metros, pero pudimos disfrutarlos un buen rato sin molestarlos. Otro animal emblemático de la Patagonia.
Más al sur, entre las restingas sobre la playa se hallan, partido al medio, los restos del “Chubasco”, un pesquero de casi 20 metros de eslora que naufragó en 2002, después de un feroz temporal. Encalló con 8 tripulantes a bordo. La historia tuvo un final feliz, ya que todos fueron recatados sanos y salvos por un helicóptero de Prefectura y trasladados a Bahía Camarones y ni siquiera hubo que lamentar derrame de combustible. Tiempo después, una tormenta mayor finalmente lo arrojó hacia su lugar actual y el pecio terminó sus días en la restinga, partido al medio. Cuando la marea baja, es posible llegar hasta sus restos oxidados.
Recomiendo visitar Cabo Raso. Tiene todo lo que un viajero aventurero desea encontrar, un pueblo abandonado, tranquilidad, misterio, naturaleza, un cementerio, 2 faros, 1 naufragio y una hermosa historia de viejos y nuevos pioneros patagónicos. Imperdible.
Retomando la RP1 hacia el sur, rumbo a Camarones por un camino de buen ripio, se cruzan varias estancias y mucha fauna.
Camarones es un sitio icónico de nuestro sur y creo poco valorado por el turismo masivo, quizás por estar lejos de RN3 pero si alguien quiere conocer un verdadero pueblo costero patagónico…¡¡ese es sin dudas Camarones!!.
Su importancia viene desde principios del siglo XVI, cuando cerca de este sitio, los españoles fundan la Gobernación de Nueva León, que, si bien fracasa, deja un precedente. En 1900 se funda el actual Camarones que crece poco a poco. En este pueblo vacacionaba Juan Perón cuando era niño y sobre quien hay un museo muy grande. Otro hito fue el naufragio del Vapor Villarino, mítica nave que repatrió los restos de San Martin desde Europa.
Es un pueblo tranquilo, que no llega a los 1500hab. Tiene esa atmósfera de pueblo costero antiguo, similar a San Julián, playa de canto rodado y rocas, casitas de piedras o chapas, que eran parte del lastre que traían los barcos del viejo mundo. Construcciones muy pintorescas. En uno de mis viajes entré a la iglesia, en realidad la Capilla Stella Maris, donde justo se celebraba una boda. Lo loco era que adentro estaban las mesas con la bebida y la comida. Me invitaron a sumarme, y usted estimado lector, sabe que el viajero, al caminar todo el día siempre tiene hambre. Es decir, acepté. ¡No me echaron de casualidad…!
Camarones es la capital Nacional del Salmón y realiza un gran concurso todos los años. Tiene un puerto pequeño, pero muy activo. Unos años atrás tuve la oportunidad de alquilar un gomón cabinado hasta la Isla Leones, otro lugar legendario. No es fácil visitar esa isla de no más de 6kms2 donde se encuentra el centenario Faro Isla Leones. La navegación fue dura, íbamos rápido, a los saltos, una hora soportando mucho viento, aunque no había olas grandes. Fue desalentador el viaje, pero ya había arrancado…así que no hubo vuelta atrás. El retorno va a ser feo, me dijo el piloto…en ese momento me quise matar. Ni siquiera desembarcar en las restingas fue fácil, como así tampoco subir a lo alto de la isla, donde se ubica el faro.
Unos 800 metros en subida, siguiendo el trayecto de unas vías que se utilizaban para el traslado de los enseres para el faro. El faro es hermoso, parecido en su forma al de San Juan de Salvamento en la Isla de los Estados, pero más grande. Es un circulo facetado de 11 caras, con 6 habitaciones que dan a un pasillo, una galería que rodea y protege las habitaciones. Es curioso que las paredes interiores son metálicas y remachadas, como un barco. Tiene una torre central con una escalera metalica para subir a la lámpara superior. Lamentablemente su estado es de abandono, pero su vista es increíble. El entorno es hermoso, sobre todo si se lo aprecia desde la torre de agua que se encuentra en peores condiciones aún, y a la que me subí en que un rapto de locura, pero las fotos valían la pena porque esa torre es mas alta que el faro. Sin dudas creo que es de las vistas más lindas que vi de la costa patagónica. Antes de volver rodeamos la isla para visitar una lobería impresionante incluso se nos acercaron algunos lobos a nadar alrededor nuestro. Momentos inolvidables.
La vuelta fue peor que la ida si, tenía razon el guía. Es más, si bien veníamos a los saltos, con muchas olas, yo muy descompuesto y a gran velocidad, aguanté sin hacer el papelón de vomitar a bordo. No le tengo miedo al mar…pero…no es lo mío. Estuve casi toda la tarde en cama, pero me repuse con una buena cena.
Siguiendo por otro desvío llegué a la Pingüinera Cabo Dos Bahías, aunque antes bajé en Playa Elola, que es un festín para los fotógrafos de aves. Lo mismo que Caleta Sara, otra postal.
En este trayecto, uno tambien puede encontrarse cosas raras para los que somos bichos de ciudad. Desde un carruaje de madera de casi 100 años a un oxidado Fairlane 500 modelo Victoria de 1950, ya casi desaparecido en medio de la estepa. O también una tumba en la cima de un cerro solitario, de una tal Rosario Gutierrez de septiembre de 1934.
Después de 30kms se llega a la Reserva Faunística Cabo Dos Bahías, muy similar a Punta Tombo, con menos cantidad de pingüinos, pero igual merece una visita.
Continuando hacia el sur, Bahía Bustamente, otro de los highlights de esta RP1 de Chubut. Para quien no haya escuchado hablar de este lugar podríamos comenzar diciendo que tiene dos características que lo hacen singular, por un lado, fue desarrollado por un único pionero, Don Lorenzo Soriano. Y por otro lado es el único pueblo alguero del mundo.
La historia de Don Soriano es conocida, vendía gomina y llegó buscando un nuevo gelificante, pero descubrió que el negocio de las algas era mejor que el de la gomina y se quedó. Fundó Bahía Bustamante donde llegaron a vivir mas de 400 personas. Son varias casas con calles interiores y algunos galpones. Sus calles llevan los nombres de las especies de algas.
En la década del 80, un derrame de petroleo afectó seriamente el negocio de las algas. En 2005, el nieto del pionero, reconvirtió el pueblo alguero en un emprendimiento turístico sustentable. Hay muchas cosas para ver y hacer en este lugar. Desde navegaciones para fotografiar la increíble costa y la fauna marina, hasta excursiones 4×4 para recorrer la estepa y conocer el Bosque Petrificado. Allí se ven troncos fósiles que vivieron hace 60 millones de años cuando no existia la cordillera de los andes y la Patagonia era casi un bosque.
Ultimamente han comenzado a producir el vino más austral de la Argentina. Decididamente un lugar imperdible.
Se me acaban los renglones, pero déjenme contarles que siguiendo más al sur hay un lugar hermoso, Caleta Hornos, pero los dueños de la estancia, tienen la tranquera cerrada y nunca logré pasar. Seguiré insistiendo. Lo mismo pasa en Pto Visser que tuvo cierta importancia a principio del siglo pasado, pero luego con el descubrimiento de petróleo en Comodoro se despobló y desapareció. Tenía escuela y cementerio. Los pocos restos que quedan están dentro de la estancia del mismo nombre. En 2020 quise conocerlo, como la tranquera estaba cerrada no tuve peor idea que saltar y caminar hasta el rancho de donde salió una jauría que casi se alimenta con mi ser. Me salvó el puestero, que cuando me acerqué me apuntó enseguida puso su mano en el facón, así que tuve que acudir a mis dotes de Sarasa y convencerlo que era un periodista fotógrafo y persona de bien. Parece que mi actuación fui creíble porque me dejó pasar, aunque mi vehículo no me permitió llegar hasta la costa, debido a que los caminos internos son casi intransitables y además el gaucho no quiso darme ningún tipo de indicación. Regresé sin nada, pero vivo, lo cual no es poco.
La Ruta está cortada en esta zona, pero sigue más adelante y pasa por otros lugares increíbles, Rocas Coloradas y Caleta Córdoba para terminar en Comodoro. Sé que estan trabajando para unirla, espero que pronto sea habilitada y así volver a intentar conocer este lugar.
Ruta Provincial 1 de Chubut, una ruta poco conocida, de pocos kilómetros y muchas cosas para ver. Era una de esas cuentas pendientes en mis viajes, que poco a poco voy saldando. Hágame caso, recórrala, ¡¡¡vale la pena!!!
¡Hasta el próximo viaje!
PS: Recomiendo este increíble Blog del genial Patricio Donato