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Viaje por la Ruta 1: el palpitar de la costa del Chubut

Diego Promenzio
Por Diego Promenzio
Primera parte de un recorrido imperdible por el presente y pasado de la costa chubutense.

La Patagonia tiene muchas rutas y caminos casi desconocidos para descubrir. A mí en particular me gusta recorrer los caminos de principio a fin, desde donde nacen hasta donde mueren.

Hoy quiero contarles sobre la Ruta Provincial 1 de Chubut, que desanda buena parte de la costa de esta provincia y no tiene quizás el reconocimiento que se merece.

Si bien buena parte de ella aún es de ripio, existen algunos tramos asfaltados. La Ruta, avanza en dirección norte – sur y para llegar a su Km 0, si por ejemplo uno viene desde el norte, después de pasar el Control Policial del paraje Arroyo Verde ni bien uno cruza de Río Negro a Chubut, se encuentra con la RP60, un desvío hacia el mar y también de ripio. En poco más de 20 kms, se llega a un desolado lugar llamado Puerto Lobos, justamente el km 0 de la RP1.

Este es el punto más al noreste de la provincia de Chubut. Hasta hace poco la provincia de Río Negro lo reclamaba como propio pero nuevas mediciones, confirmaron que estaba apenas unos metros más abajo del paralelo 42, el que divide ambas provincias.

Puerto Lobos, como tantos otros en la Patagonia costera, es un pueblo ya definitivamente abandonado, del que solo quedan algunos pocos restos y que prácticamente solo existe en la memoria de algunos viejos pobladores de la zona o algún viajero curioso amante de viejas historias.

Partes de esta RP1 correspondían al antiguo trazado de la RN 3. Hasta la década del 50 la traza de la 3 era diferente a la actual, antiguamente serpenteaba las provincias del sur, casi siempre copiando el contorno del litoral costero. Su corrimiento, más hacia el oeste para disminuir distancias, provocó que varios pueblos, entre ellos Puerto Lobos poco a poco comenzaran a desaparecer, en gran parte debido a la disminución del movimiento vehicular y a que sus puertos dejaron de ser rentables. Solo algunos pudieron resistir.

Así fue que ese cambio de traza de rutas decidido vaya a saber uno por quién, le declaró su final. Fue su sentencia de muerte. En pocos años, no quedó nadie, solo algunos vestigios de una historia que desaparece con el tiempo, empujada por el viento y los saqueadores de siempre.

Ubicado en el golfo San Matías, en una zona de amplias y desoladas amplias playas, de canto rodado y restingas, donde la bajamar suele ofrendarte pulpitos, vieiras o mejillones y si sos un tipo de mucha suerte, ballenas o incluso delfines y orcas.

A principios del siglo pasado era parada obligada en las largas travesías al sur, incluso era el único sitio habitado entre San Antonio Oeste y Madryn. Tenía hotel, un puerto de madera por donde salían las mercancías de la zona, oficina de correos, juzgado de paz, e incluso comisaría. En 2018, viajando en solitario encontré la base de lo que fue el mástil de la policía.

Ahora, es un pueblo fantasma del que apenas quedan algunas ruinas. Lo único que pudo resistir fue el viejo hotel, ya totalmente destruido y arrasado por inescrupulosos. Solo quedan algunas paredes, pisos y poco más, pero si uno mira bien encuentra ciertos detalles interesantes. Mi condición de arquitecto me da la posibilidad de leer mejor una ruina edilicia, de reconstruir y dibujar mentalmente el plano, las habitaciones, los baños afuera (costumbre de aquellos tiempos), la zona de servicio, o pequeños detalles como esa ventana semicircular, seguramente pasaplatos de la cocina. Un mapa de Chubut con un lobo encima dibujado en sus paredes, como reafirmando la pertenencia a este sitio. Hoy es utilizado como refugio de los habituales pescadores.
Un par de tumbas desamparadas, entre piedras y coirones cerca del mar, me llaman la atención. Sé por antiguas publicaciones que había alguna otra. Lamentablemente no se resguardan estos patrimonios.

Entre foto y foto me di cuenta que se hizo de noche. El lugar se puso un poco tenebroso digamos…una tumba, sola en una playa patagónica desierta, aves que sobrevuelan, un camino sin tránsito, el viento que te dice cosas… oscuridad…confieso que me fui rápidamente. Me cagué, bah.

De todos modos, asustado o no, amo recorrer lugares así, de los que previamente leí algunas historias. Parajes que hacen volar la imaginación hacia esas épocas, que te transportan en el tiempo. Incluso al tiempo que era un niño y jugaba a ser explorador…

En el 2006 hubo una ley para crear un puerto turístico con servicios para pescadores, y avistaje de ballenas, pero como siempre, todo quedó en la nada. De todas maneras, es un buen comienzo para recorrer esta RP1.

Desde Puerto Lobos hacia el sur, rumbo a Madryn, se despega unos kilómetros del mar, y paralela a la RN3, atraviesa un paisaje ralo, aparentemente vacío, de mata negra, coirón y arbustos bajos. Pero no se desanime amigo, si presta atención, la estepa lo maravillará con muchas cosas. Desde choiques, guanacos, maras, o mulitas, víboras, infinidad de aves, variedad de matuastos hasta extraños insectos de esos que nunca más podrá encontrar en la ciudad. Observar esas especies en su hábitat natural tiene un sabor especial si uno logra compenetrarse con el entorno.

Y objetos de todo tipo claro. Botellas, herraduras, latas, carteles, huesos, pavas oxidadas y mil cosas más, aunque depende de la suerte y paciencia del viajero. No se olvide eso que decía Don Atahualpa: “Para el que mira sin ver, la tierra es tierra nomas”.

Se podría decir que lo más interesante que tiene la RP1 son sus desvíos, que son muchos e increíbles. El primero, viniendo de Puerto Lobos es el de la RP2, hacia la Península Valdés y Puerto Pirámides.

A Península Valdés, declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, he ido infinidad de veces. Desde chico tuve parientes en Madryn, e incluso durante muchos años vivió allí, mi primo Claudio Oliveros, más conocido como “El Loco del Médano”, caminante empedernido y conocedor como pocos de todo el perímetro de las costas de Valdés. Tuve el orgullo y el honor de diseñar su propia tumba.

Mas allá que no es parte de la RP1, me gustaría enumerar algunas de sus atracciones para quienes no conozcan el lugar. Lo primero que uno ve al ingresar a la Península es el Itsmo Ameghino, con dos paradas obligadas, el Centro de Interpretación y el mirador de la Isla de los Pájaros, que se encuentra sobre el Golfo San José, el que da al norte. Luego se llega a Pto Pirámides, único poblado y punto base para conocer la zona. Obviamente la estrella es el avistaje de ballenas. Sin dudas una experiencia que todos deberían vivenciar alguna vez. Podes verlas embarcado o también encontrarte un esqueleto completo en una calle del pueblo. Otros lugares son La Lobería, a 5 kms del pueblo, con gran cantidad de lobos de un pelo y varios tipos de aves que se pueden observar desde muy cerca con unas vistas impresionantes al Golfo Nuevo. Punta Pardelas, una costa de mesetas escalonadas, sin playa y con mucha profundidad en la cual viví una experiencia inolvidable. Ese día El loco del Médano, conocedor de sus hábitos y costumbres, me pidió que le grite a un grupo de ballenas que nadaban en fila india a unos 150 metros. Inmediatamente las 5 giraron y se acercaron a pocos metros. Jamás sentí algo igual, nunca imaginé llamar a un grupo de ballenas (3 adultos y dos crías) tal si fueran mascotas comunes. Me quería tirar al agua. Por suerte tengo video. Festejamos mi curiosa experiencia disfrutando de una tremenda tarde con un buen vino como correspondía.

Bien al noreste se llega a Punta Norte, único lugar en el mundo donde se puede ver, cómo las orcas salen casi totalmente del agua a comerse los lobos en la playa. Un espectáculo impresionante.

Hay lugares históricos, como las ruinas de lo que fue el Fuerte San José, un asentamiento español del 1700, ubicado en la Bahía Fracasso del golfo San José, que terminó muy mal. Llegué allí guiado por El Loco y también pudimos ver ballenas y juntar mejillones, con los que hicimos pasta al disco en una cena inolvidable.

Hay otras zonas de aldeas o campamentos marisqueros del lado norte, como Riacho, Playa Villarino, Playa Bengoa o Larralde,que bien valen una visita. Allí conocí al famoso marisquero, Roberto Peralta que me contó cómo vivía desarrollando esa noble actividad.

Hay más, Punta Delgada, zona de pingüinos, o algunos faros ya míticos, como el Faro Tehuelche, o el Faro Punta Delgada donde existe un hotel. Lugares interesantes para ver, pero como este era solo un pequeño repaso sobre la península, volvamos a la RP1.
Pocos kilómetros más adelante del desvío a Pirámides, hay otro, la RP42, hacia la playa El Doradillo. Allí,entre junio y diciembre se ven ballenas desde la playa, que además es hermosa y muy amplia, con algunos árboles cosa rara en Patagonia. Hay una zona de cuevas espectaculares.

Siguiendo por la RP1, se atraviesa todo Pto Madryn. Por razones de espacio y por ser sus atractivos demasiado conocidos la pasaré de largo en esta nota.

Luego de atravesar la ciudad, hay otros dos desvíos, el primero, lleva a una lobería de fácil acceso, Punta Loma y el segundo desvío por la RP5 a Bahía Cracker, donde tuve la suerte de ir a pescar con El Toto Cicive, pescador mítico de la zona, aunque ¡yo no pesqué nada y el sí!.

Más adelante se llega a Punta Ninfas, punta sur de la boca del Golfo Nuevo. Playas paradisiacas, de canto rodado. Una lástima que no se lo cuide un poco más, porque es de una belleza extrema. Incluso tiene su historia. En Ninfas, que es una postal, uno puede ver el Faro centenario en una especie de Finisterre patagónica si se quiere. Y en Cracker, que también tuvo un pequeño poblado más de 100 años atrás, si uno busca bien, puede encontrar las ruinas de un antiguo saladero, que tiene de interesante el hecho que sus paredes estaban construidas con el mismo material del lugar.

Retomando la RP1 se llega a Rawson, ciudad a la que se accede por un ya centenario puente de hierro. Típica foto turística.

Rawson (roson) es la capital de Chubut, la menos poblada del país. Tiene su origen en la inmigración galesa que llegó a esta zona en 1865, en el Velero Mimosa, y que dio inicio a la que para mí es la ocupación más sufrida pero también más exitosa en la Patagonia. Donde se desarrollaron además Trelew, Gaiman, Dolavon, 28 de Julio, todos poblados galeses que con mucho esfuerzo crecieron en el valle del Río Chubut. Rawson, en un principio se llamó TreRawson, o pueblo de Rawson en gales, en honor al funcionario argentino que más hizo para que se asentara finalmente la comunidad galesa en esta zona. Es una ciudad pintoresca que bien vale una visita, con un par de museos interesantes, y tiene como principales atractivos su puerto con su flota pesquera amarilla, parecida a la marplatense, que se encuentra a unos pocos kms en la desembocadura del Chubut, y también a Playa Unión, la playa de veraneo.

Otra playa cercana, es Magagna, casi desconocida, pero muy interesante. Esta pocos kms más al sur de Playa Unión, pero es muy diferente, es una zona de restingas, donde una curadora de Arte amiga, Antonella Tummini, me recomendó ver alguna de las obras de Milton Frintt, «el escultor de los rostros de viento», que ha realizado esculturas por toda la zona. Las que se pueden apreciar acá, son enormes, están en la misma playa y algunas en el mismo mar.

 Siguiendo hacia el sur, rumbo a Punta Tombo, primero se llega a Dos Pozos. El caso de Dos Pozos es en cierta forma similar a otros como Mazarredo en el norte de Santa Cruz. Parajes que no prosperaron y no pudieron convertirse en un poblado. Su nombre se debe a la gran epopeya patagónica de la búsqueda de agua. En esa época, en ese lugar tan árido, el agua, vital para la supervivencia, valía más que el oro. En este lugar se realizó una primera excavación donde no se logró encontrar agua, pero perseverantes como todos los colonos de la época, realizan un segundo pozo, en el que finalmente se descubre la napa de agua dulce. Es por esta razón que la localidad lleva ese nombre. Hablamos del año 1899 cuando se construye la estafeta de Correos y Telégrafos de Dos Pozos. Se inaugura en 1900, como parte de la expansión del servicio postal en la zona patagónica, un ambicioso plan puesto en marcha por el presidente de ese momento, el ahora polémico, Julio Argentino Roca en su Segunda Campaña del Desierto, a fines del siglo XIX. Digo el ahora polémico porque en ese momento era poco menos que Dios. Esta había sido una de las grandes promesas a los pobladores de la Patagonia. El tendido telegráfico. Una obra que para ese momento fue poco menos que una proeza por las dificultades del terreno, la desolación, la falta de pobladores, de mano de obra y de recursos.

La inauguración de esta estafeta es un hito para el desarrollo de la zona y para los pobladores rurales de las estancias linderas, significó sentirse comunicados con el país.

Otro hito para la región mucho más acá en el tiempo fue y ya a nivel turístico, la declaración de Reserva Faunística Provincial a la zona de Punta Tombo, localizada en el bajo de Dos Pozos.

Existe actualmente una Fundación Dos Pozos, creada en el año 2008, tiene por objetivo principal la recuperación, restauración y puesta en marcha de la Antigua Estafeta de Correos y Telégrafos, como museo y testimonio del desarrollo histórico, social y cultural de la zona. La estafeta, al igual que La Reserva Provincial de Punta Tombo, se encuentra en tierras de una gran Estancia, La Antonieta, fundada hace más de 100 años.

Pasando Dos Pozos, se llega a otro desvío impresionante que ya no tiene ni siquiera número de ruta, te lleva hacia una playa que se llama Isla Escondida.

A ISLA ESCONDIDA, fui con mi primo Diego Acuña, un rosarigasino que vive en Madryn. Una playa aun totalmente virgen con muy pocos turistas, un lugar hermoso y que hace poco se ha convertido en un apostadero de Elefantes Marinos. Me encanta apreciar la fauna autóctona de la Patagonia, disfrutarlos a corta distancia, más allá del respeto que infunden, ya que pueden pesar unas 4 toneladas. He estado horas observando fauna en playas desoladas donde solo se escucha ese ruido característico que se produce entre el agua y las piedritas de canto rodado chiquito, tipo binder. Momentos mágicos.

Lo que acabo de contar no llega a cubrir los primeros 200kms de la RP1, poco menos de la mitad del total y ya me quedé sin espacio para escribir. Si les gustó, mañana les relataré la segunda parte de este fantástico viaje.

¡Hasta pronto, amigos!

ATE
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Arquitecto, bahiense y apasionado por los viajes, la naturaleza y la fotografía. Ha recorrido varias veces toda la Patagonia. Fue el creador del espacio Fotos con Historia que se emitió por la radio AM 550 y el canal 24/7 Noticias de Neuquén. Fundó una biblioteca en el Faro del Fin del Mundo en la Isla de los Estados ya partir de esa idea impulsa y dirige el proyecto “Sembrando Bibliotecas” que tiene el objetivo de fundar una biblioteca en cada provincia argentina. (https://www.facebook.com/proyectosembrandobibliotecas/) Además, tiene un canal de Youtube (https://www.youtube.com/@fotosconhistoria-diegoprom7270/) donde se pueden ver los videos con los relatos de viajes por la Patagonia y el mundo.
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