Un balazo en el pecho y su huida de sólo veinte metros hasta caer muerto. Una frustración más en su vida delictiva. “Coco”, el ladrón nocturno, no tuvo tiempo para pensar en Río Gallegos y la Unidad 15, donde estuvo detenido hasta su fuga.
Se llamaba Claudio Jorge Silva Villafañe y había comenzado desde joven una carrera delictiva plagada de fracasos, que cobraría trascendencia cuando llevó adelante dos secuestros extorsivos, hace doce años. El debut en el terreno del delito había sido en 1992, con el robo de una bicicleta en Azul.
Su prontuario no asoma como el de alguien muy conocido. El año pasado fue noticia en los medios locales al fugarse mientras desarrollaba tareas en la huerta de la Unidad Penitenciaria.
La evasión desde la famosa U15 despierta, aún hoy, las más variadas suspicacias por la pasividad con que fue lograda y la demora que tuvieron las autoridades penitenciarias en denunciar el hecho.
Pero vamos a desandar su historia antes de llegar a Río Gallegos. “Coco” no siempre fue “Coco”. Ese apodo le quedó luego de comunicarse con los familiares de sus víctimas y darse a conocer de ese modo.
“Disculpame y disculpas para tu mujer también, ya está”, dicen que le dijo a uno de los secuestrados antes de liberarlo. Fue al empresario Antonio Massa (41), a quien en julio de 2007 se llevaron de la puerta de su fábrica de aberturas metálicas, en Banfield.
Su organización delictiva era algo así como el “Clan Puccio”, pero de segunda selección.
El secuestro de Massa
Fue el 31 de mayo de 2007, cuando Antonio Massa (41) fue a visitar a su mamá por el cumpleaños, en Lomas de Zamora. Cuando salía lo sorprendieron tres jóvenes, lo subieron a su propio auto y lo secuestraron.
Cuando se comunicaron con su familia, los secuestradores pidieron 150.000 pesos de rescate. Tuvieron al empresario secuestrado durante 4 días y lo liberaron en el mismo Partido. Hay versiones encontradas sobre el rescate. Algunos dicen que no se pagó, otros que fue de 40 mil pesos.
Felix Massa, el papá de la víctima, contó después: “A mi hijo lo trataron muy bien, le dieron de comer y hasta durmió bien. Ellos me pedían dinero, pero no llegamos a nada porque yo les decía que plata no había. Este secuestro no fue al voleo, sino que a mi hijo lo venían estudiando”.
El secuestro De Pascale
A Cayetano De Pascale se lo llevaron el 31 de mayo de 2008 cuando llegaba a su fábrica de guantes y elementos de protección para trabajadores de la industria, en Aldo Bonzi.
Tras una semana de estar cautivo, fue liberado después de que la familia tuviera dos contactos telefónicos con los captores y pagara 145 mil pesos. Según trascendió, el pedido inicial fue de $400 mil.
Durante el cautiverio, De Pascale estuvo vendado y escuchando cumbia a todo volumen en una casilla al fondo de la casa de Claudio y su esposa, Cinthia Vélez, que estaba embarazada de ocho meses y se ocupaba de cocinar para él.
“Coco” fue detenido en 2008 a sus 35 años en la villa San Petersburgo, de Isidro Casanova. También detuvieron a su cuñado y a su mujer. Fue gracias a que los billetes del rescate de De Pascale habían sido marcados.
Durante el juicio, se declaró culpable de varios robos y dejó algunas perlas que graficaban sus carencias “operativas” en el secuestro de De Pascale. Contó cómo en la mañana del 31 de mayo de 2008 él, su hermano Diego y un vecino que hizo de entregador, llegaron a la fábrica de De Pascale en La Matanza. Tenían tan poca infraestructura que para ir se tomaron un colectivo.
Con la plata del rescate “Coco” había comprado un lavarropas, un secarropas, una cocina y un caloventor, y había señado con 27.000 pesos una casa en Villa Luzuriaga.
La villa San Petersburgo, donde fue detenido es considerada uno de los lugares más peligrosos del Conurbano Bonaerense, donde unas cinco mil personas residen en medio de carencias, miseria e inseguridad.
Muy lejos de Rusia la San Petersburgo ofrece un panorama desolador en cuanto a cualquier indicador que se quiera mostrar. Nadie sabe que su verdadero nombre es Barrio 25 de Mayo. Todos la llaman la villa San Petersburgo, una de las tantas que existen en Isidro Casanova, partido de La Matanza, y donde unas cinco mil personas luchan día a día por sobrevivir en medio de la inseguridad y la violencia, pero, sobre todo, en medio de toda clase de carencias.
“Acá vivimos como ratas”, grafica María, quien gestiona un comedor comunitario en este barrio que surgió a principios de los años 80, cuando en plena dictadura miles de vecinos de villas de emergencia de la Capital fueron desalojados y obligados a instalarse en este lugar que en ese entonces era poco menos que un descampado.
Siempre fueron paupérrimas las condiciones de vida de los habitantes de “San Pete”, que debe su apodo a la calle sobre la que se ingresa a la villa, llamada San Petersburgo en el pasado y rebautizada como José I. Rucci hace unos años.
El tiro del final
Esa fatídica madrugada del 8 de abril de 2022, “Coco” Silva Villafañe resolvió salir de “caño”, eligiendo el blanco de su accionar. Ninguna suerte tendría ya que al acercarse a la estación de servicios buscando un blanco fácil, no contó con que justamente esa noche el empleado recibía la visita del suegro que, además, era policía.
La casilla del playero se transformó en una escenario de una rápida y feroz balacera. El suboficial mayor que presta servicio en la comisaría Tercera de la Matanza, Osvaldo Ramón Lamboglia resultó con heridas de gravedad y el delincuente muerto, después de una mortal carrera de 20 metros.